Los trágicos saldos del neoliberalismo
La política económica neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública de México
Presidente de la República. Congreso de la Unión, 1 de diciembre
El relevo presidencial constituye uno de los momentos más sobresalientes, emotivos y esperanzadores de nuestra vida política nacional.
Con el ritual simbólico implicado en la toma de posesión del nuevo Ejecutivo Federal, se han recreado con singular intensidad las legítimas aspiraciones de las grandes mayorías nacionales, claramente excluidas por los diferentes gobiernos que ha tenido nuestra convulsionada nación en los últimos 36 años.
Como se esperaba, la asunción de AMLO a la primera magistratura se realizó en medio de una enorme expectación política y social, la cual fue generada tanto ————— (*) Profesor-investigador titular “C” de T. C. Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 31-A, de Mérida, Yucatán por la oferta programática que este carismático líder había hecho durante la campaña electoral, como por el mensaje que habría de pronunciar desde la máxima tribuna pública del país: el Congreso de la Unión.
En principio, considero que tal vez ningún nuevo presidente de la era moderna había presentado a los ojos y oídos de todos los mexicanos un diagnóstico tan severo y contundente sobre la situación del país, como en efecto lo hizo AMLO el pasado primero de diciembre.
Y aunque lastimara la finura de las “buenas conciencias” del régimen dominante —que suelen sobresaltarse ante intervenciones disruptivas— al nuevo presidente no le tembló la voz para reafirmar su convicción de que la grave crisis que vivimos se originó no sólo por el fracaso del modelo económico neoliberal aplicado en las últimas tres décadas, “sino también por el predominio de la más inmunda corrupción pública y privada... Nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo. Esa es la causa principal de la desigualdad económica y social, y también de la inseguridad y de la violencia que padecemos”.
En este comentario me referiré a algunos aspectos centrales del diagnóstico que el presidente AMLO ofreció en la primera parte de su discurso, y que constituyen lo que él mismo llama los saldos negativos del proyecto neoliberal, a saber:
a) El crecimiento económico de México, desde 1983 a la fecha, ha sido de apenas un dos por ciento anual, existiendo una enorme concentración del ingreso en pocas manos y un empobrecimiento de la mayoría de la población.
b) La reforma energética, de la que se ofrecieron frutos positivos, en realidad ha significado una caída abrupta en la producción de petróleo y el aumento desmedido en los precios de las gasolinas, el gas y la electricidad.
c) Si antes fuimos una nación autosuficiente en la producción de maíz —“planta bendita” le llamó AMLO—, hoy somos el país que más importa este grano en el mundo.
d) El poder adquisitivo del salario mínimo se ha deteriorado en un 60 por ciento.
e) Durante el periodo neoliberal, México se convirtió en el segundo país del mundo con mayor migración: 25 millones de mexicanos viven y trabajan en los Estados Unidos.
f) En cuanto al Índice de Transparencia Internacional, en 2017 México llegó al lugar 135 con 176 países evaluados, cuando en el año 2000 estuvimos en el lugar 59.
g) El neoliberalismo implicó la colusión del poder económico y el poder político, que se han alimentado mutuamente para operar como un sistema corrupto destinado a robar los bienes del pueblo y a saquear recursos de la nación.
h) En violencia e inseguridad, México se encuentra entre los primeros lugares del mundo.
i) La deuda pública pasó de 1.7 millones de pesos en 2006 a 10 billones en la actualidad; para cubrir los servicios de esta enorme deuda se tendrán que destinar del presupuesto 2019 cerca de 800 mil millones de pesos.
Tras enumerar estos saldos de la política neoliberal —que fue duramente condenada por su manifiesto fracaso— el nuevo presidente reiteró que su gobierno se centrará en las siguientes líneas estratégicas: acabar con la corrupción y la impunidad, aplicar la austeridad republicana, reactivar la economía, regenerar la vida pública, impulsar la pacificación del país e implementar de inmediato los amplios programas sociales que habían sido planteados desde la campaña electoral.
Como era de esperarse, el presidente AMLO señaló en su discurso algunas de las primeras medidas que se instrumentarán, las cuales se han venido difundiendo mediante sus comparecencias matutinas ante los medios de comunicación.
Por último, nos sumamos al buen ánimo del Primer Mandatario, quien casi al final expresó: “Estoy consciente de la gran expectativa que existe entre los mexicanos... Pero soy optimista. Vamos a enfrentar bien los grandes y graves problemas nacionales porque creo en el pueblo y sus culturas”. Desde luego, no nos deslumbramos en modo alguno; por el contrario, mantendremos el espíritu crítico y objetivo para realizar el escrutinio público del desempeño de la nueva administración federal. Veremos.— Mérida, Yucatán.