Un aventurero francés recorre en motocicleta parte del mundo
Anteayer llegó a Yucatán y ayer visitó Progreso
Casi 9,000 kilómetros, cruzando el océano Atlántico, es la distancia que hay entre Estrasburgo, Francia, y Progreso, Yucatán.
Sin embargo, para un militar francés retirado, parecen no existir obstáculos que le impidan cumplir el sueño que se propuso después de servir varios años a su país en misiones de mantenimiento de paz en el Oriente Medio y los Balcanes.
Anthony Turpin, de 40 años de edad, partió de Estrasburgo, en los límites franceses con Alemania, hace cuatro meses, para emprender una aventura, en la que a bordo de su motocicleta peregrina por regiones de cuatro de los cinco continentes del planeta, con el único deseo de conocer más sobre la historia y la cultura de cada uno de los países y entidades por donde le lleve su máquina de dos ruedas.
Ayer al mediodía, el excombatiente galo visitó Progreso, el principal puerto de Yucatán, y contó a reporteros de Diario de Yucatán parte de la travesía que planeó y le tomaría dos años culminar en el mismo sitio de donde partió el 18 de julio pasado, Estrasburgo, urbe de Alsacia, capital del departamento del Bajo Rin, donde reside.—
El rugido de la potente motocicleta de Anthony Turpin se pierde a lo largo del malecón de Progreso.
Después de que decidió comenzar una ruta por el mundo, que primero dibujó en su mente y luego la plasmó en un mapa que colocó en los extremos de la máquina que es su compañera, el exmilitar galo de 40 años partió de Estrasburgo, en los límites franceses con Alemania.
Hace cuatro meses comenzó una andanza para visitar, conocer, regiones, ciudades y pueblos de cuatro de los cinco continentes del planeta.
Progreso fue ayer la siguiente parada en el itinerario de Anthony, que partió de Strasbourg —su nombre en francés—, antigua ciudad gala que está más cerca de Stuttgart, Alemania (108 kilómetros), que de París, la capital de Francia, a 398 kilómetros de distancia.
Delgado, alto, el rostro aún albo de Anthony, apenas coloreado por el sol yucateco, contrasta con su vestimenta, equipo especial y la motocicleta negros, con los que ya transitó Canadá, Alaska, la costa oeste de Estados Unidos, el norte y centro de México, antes de llegar al sureste, en particular a Yucatán, donde según afirma le atrae por su historia, la cultura maya, sus zonas arqueológicas y, “por supuesto, su rica gastronomía”.
La charla con el militar jubilado, soltero, surge de manera imprevista, cuando Turpin tomaba algunas fotografías en la plaza donde está el asta bandera monumental y las letras que identifican a Progreso, al final del sector oriente del malecón, frente a la emblemática “Casa del pastel” del puerto.
Con algunas dificultades, y en una mezcla de inglés con francés y escasas frases en español, Anthony relata que después de partir de la Ciudad Luz con su escaso equipaje. Su motocicleta BMW, modelo F 800GS, que alcanza una velocidad de 200 kilómetros por hora con unos accesorios especiales: el mapa que muestra los sitios del mundo que recorre y una pequeña bandera francesa que ondea a un costado de su asiento; su equipo especial para soportar temperaturas extremas y un poco de ropa, llegó a Montreal, principal ciudad de la provincia de Quebec, Canadá, donde comenzó a rodar por los caminos del extremo norte del continente americano, incluida Alaska.
Después de visitar Miami, Nueva Orleáns y otras ciudades estadounidenses que se extienden en las márgenes del Golfo de México, el aventurero francés ingresó a territorio mexicano por el extremo opuesto, en la costa este. Ahí, en el norte mexicano comenzó su tránsito por los estados del litoral del océano Pacífico hasta llegar a Yucatán.
Anteayer, después de un circuito sin sobresaltos por cuestiones de inseguridad que se vive en algunas regiones del país, arribó a Mérida, con una escala en Uxmal, antigua urbe prehispánica maya que lo dejó, de acuerdo con sus propias palabras, impresionado. “Es maravilloso Uxmal, único”. En la capital yucateca el motociclista pernoctó.
Antes de salir rumbo a Ciudad del Carmen y Campeche, Turpin conocería los sitios arqueológicos de Dzibilchaltún y Chichén Itzá, para posteriormente, mañana domingo continuar su prolongado viaje por Centro y Sudamérica hasta donde la tierra sudamericana se estrecha, en la Patagonia. Luego, ya del lado del mar Atlántico, hacer un alto en Buenos Aires, Argentina, donde planea abordar un aeroplano para viajar a otro lejano hemisferio, Australia.
Y de ahí, después de rodear la costa australiana del pequeño continente, proseguir al de Asia, a Japón, y por último ir a Rusia, Mongolia y otros países del este europeo para retornar al punto inicial de su odisea por parte del mundo, su casa en suelo francés, Estrasburgo.—