El tiempo de AMLO
“A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar”.— Franz Kafka, escritor checo.
En 1994, Luis Donaldo Colosio Murrieta vio un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada por las disposiciones que imponían a la ley, quienes deberían de servirla. Un México convencido de la hora de las respuestas. Un México que exigía soluciones. Ciudadanos afligidos por abusos de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. Ciudadanos angustiados por la falta de seguridad. Ciudadanos que merecían mejores servicios y gobiernos que les cumplieran. Indígenas y campesinos abatidos por las injusticias y la falta de respeto a su dignidad. A su progreso. La historia. ¡Asesinado!
Llegó el día. No del cambio de gobierno. La finalización de un sistema político. La conclusión ————— (*) Periodista del modelo económico neoliberal que, durante más de tres décadas, encumbró a los pocos y menospreció a los muchos. Las décadas de la inseguridad y la violencia a sus más altas expresiones, transformando la naturaleza mexicana en el cementerio nacional. Las décadas de la más inmunda corrupción hasta llegar a ocupar el lugar número 132, en comparación con 176 países evaluados por Transparencia Internacional. Políticos y empresarios mal nacidos a quienes, por cierto, la “República del Amor”, les otorgó el “borrón y cuenta nueva”.
En 2018, Andrés Manuel López Obrador ya es presidente de México. La izquierda mexicana asumió el Poder, después que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano fue víctima, hace 30 años, de uno de los peores y escandalosos fraudes electorales cometidos por el entonces Ejecutivo federal, Miguel de la Madrid Hurtado, y el PRI, para encumbrar a Carlos Salinas de Gortari en la “Silla del Águila”. A pesar del reclamo del pueblo, por defender hasta las últimas consecuencias el triunfo, el “líder moral de la izquierda” supo conducir el movimiento desde el punto de vista político, para evitar un derramamiento de sangre, y fundar el PRD. ¡Líder!
JUSTICIA
Ahora, el nuevo sistema político afronta un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada. Un México convencido de la hora de las respuestas. Un México que exige soluciones. Ciudadanos afligidos por abusos de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. Ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos. Indígenas y campesinos abatidos por las injusticias y la falta de respeto a su dignidad. A su progreso. Un México que ya no puede esperar. Y no va a esperar.
Las palabras de Luis Donaldo Colosio y de Andrés Manuel López Obrador fueron diferentes, pero los contenidos fueron similares porque transmitieron el profundo pesar de nuestra nación mexicana. ¡Sin importar los tiempos! Al respecto: ¡mucho cuidado! Porque México, ya no está para la excesiva concentración del poder. Porque México ya no está para aventuras políticas. Porque México ya no está para los monopolios públicos y privados. Porque México ya no está para el retroceso. Porque México ya no está para saltos al vacío. Porque México ya no está para las mentiras oficiales. ¡Porque México ya no está para la demagogia!
Andrés Manuel López Obrador, el hombre de la “Cuarta Transformación”, llegó al punto en donde no hay retorno. Logró —con base a su aspiración, convicción, decisión, perseverancia y carácter— llegar a ser el presidente de México. ¡Hombre de éxito! Pero no hay retorno.
Llegó la hora del gran combate a la desigualdad. La hora de la superación de la pobreza extrema. La hora de los buenos y dignos servicios de salud. La hora de la educación pública. La hora de las oportunidades. La hora del trabajo. La hora de los salarios dignos. La hora de la vivienda. La hora del desarrollo social. ¡No más reformas! ¡Sí más trabajo! Millones de mexicanos lo exigieron, a través del voto. El gran reclamo de México es el progreso, en el marco de una sociedad igualitaria. ¡Progreso!
DE TODOS
¿Hasta dónde los mexicanos seremos también responsables de la verdadera transformación de México? Porque es una responsabilidad de todos. No de uno.
La política es eco. Lo que sembramos, vamos a recibir. Ya vivimos las décadas de la más inmunda corrupción. ¿Volveremos a repetir nuestras acciones? O vivimos todos. O nos matamos todos. ¡Todo o nada!
La política ha sido el reflejo de nuestra forma de vida.
¡Metamorfosis!— Cozumel, Quintana Roo.