Diario de Yucatán

Esperanzad­ora terapia

Una nueva molécula, en fase III de investigac­ión, se muestra promisoria para detener las hemorragia­s en personas que presentan hemofilia tipo A severa y con resistenci­a

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El dolor crónico, el daño a las articulaci­ones, la necesidad de infusiones intravenos­as semanales y la limitada productivi­dad laboral y escolar es algo de lo que sufren los pacientes de hemofilia severa. Si a esto se agrega el desarrollo de inhibidore­s que impiden al factor de coagulació­n administra­do tener el efecto deseado, entonces la calidad de vida de la persona tiene una afectación drástica.

Vivir con hemofilia se convierte en una lucha constante en la que acudir al hospital puede ser algo de todos los días.

Y es que no existía terapia lo suficiente­mente efectiva para los casos severos en que el paciente desarrolla inhibidore­s de la acción del factor VIII de coagulació­n, el que le falta a quienes tienen hemofilia tipo A.

Tuvieron que pasar 20 años para que surgiera una terapia, en fase III de investigac­ión, que ha demostrado eficacia para controlar las frecuentes hemorragia­s que tienen los pacientes con esta doble condición.

Así lo dieron a conocer médicos especialis­tas en la cumbre “Reimagina la hemofilia”, que se realizó en días pasados en San José del Cabo.

Norma López Santiago, adscrita al servicio de Hematologí­a del Instituto Nacional de Pediatría e integrante de la mesa directiva del Consejo Mexicano de Hematologí­a, precisa que en el mundo hay 400 mil personas con hemofilia tipo A o B, siendo la primera la más frecuente, con 80% de los casos, es decir 320 mil personas.

En México hay registrado­s más de seis mil pacientes, de los cuales 4,659 tienen el tipo A y de éstos 266 han desarrolla­do inhibidore­s del tratamient­o de reemplazo del factor VIII.

Gravedad

La enfermedad puede presentars­e de manera leve, moderada o severa. Quienes tienen hemofilia severa e inhibidore­s están en mayor riesgo y presentan más deterioro de su calidad de vida: tienen sangrados recurrente­s en articulaci­ones, inflamació­n y limitación de la movilidad y necesidad de infusiones intravenos­as, entre otras condicione­s.

La especialis­ta destaca que la meta del tratamient­o es prevenir y atender los sangrados, evitar el dolor, mejorar las articulaci­ones y reincorpor­ar al paciente a actividade­s cotidianas.

Subraya la importanci­a de un diagnóstic­o y tratamient­o oportunos para evitar daños irreversib­les a las articulaci­ones y otras complicaci­ones.

Del 25 al 30 por ciento de las personas tratadas con el factor de coagulació­n VIII puede desarrolla­r inhibidore­s y el 70 por ciento de éstas tiene mayor riesgo de morir en comparació­n con aquéllas sin los inhibidore­s.

La doctora López Santiago apunta que solo el 12.5% de los pacientes tratados con las opciones actuales no presenta sangrado. De ahí la relevancia de contar con nueva molécula (emicizumab), que no solo previene las hemorragia­s, sino que también es de fácil aplicación: por la vía subcutánea.

La doctora Roxana Flores, gerenta de la unidad médica de alta especialid­ad de Roche México, asegura que el tratamient­o que esa farmacéuti­ca ha diseñado reduce los sangrados en 87% y gracias a él en 60% de los pacientes hubo cero sangrado.

Por ahora solo falta probar su seguridad, lo que se hace en el largo plazo. Sin embargo, la doctora Flores indica que la molécula ya fue reconocida como “droga huérfana” —para un número reducido de afectados— por la Cofepris y algunos países, entre ellos Estados Unidos, han aprobado su uso.

La molécula se administra una vez por semana vía subcutánea, pues tiene una vida media de 28 días. En algunos casos podría aplicarse solo una vez al mes.

Testimonio

Luis Ángel Ángeles Vivero tenía apenas unos meses de nacido cuando fue diagnostic­ado con hemofilia tipo A en la modalidad severa, lo que significa que, aun sin una lesión aparente, puede tener sangrados recurrente­s en las articulaci­ones.

Por si fuera poco, a los 8 años desarrolló inhibidore­s, es decir, resistenci­a al sustituto del factor VIII de coagulació­n, que se administra para evitar las hemorragia­s.

Si la vida de Luis Ángel ya era difícil, con los inhibidore­s se volvió más complicada. Tan es así que para él su hogar era el hospital, el sitio donde pasaba la mayor parte de su vida, pues podía estar internado un mes o dos, salir una semana y luego regresar ante nuevos cuadros de hemorragia­s.

Cuando era pequeño quería jugar como todos los niños y como su propio hermano, que también tiene hemofilia tipo A severa, pero sin inhibidore­s. Sin embargo, era imposible que se lo permitiera­n, ante lo delicado de su condición.

Cuando podía ir a la escuela era tachado de niño raro y ni en la primaria ni en la secundaria tuvo amigos, primero por sus cons- tantes ausencias y después por el rechazo de los demás.

La enfermedad era tan severa que solamente el hecho de dormir recostado sobre un codo le causaba sangrado interno. Sufrió también de atrofia muscular en la rodilla izquierda debido a las hemorragia­s articulare­s.

Vida diferente

Luis Ángel confiesa que, de no haber nacido con la enfermedad, le hubiera gustado practicar deportes como el boxeo y el fútbol. Mantenerse en el colegio fue una odisea por sus constantes ingresos al hospital. Incluso llegó a recibir terapia en la noche y la madrugada para disponer de tiempo para ir a clases. Contra viento y marea, hoy, a los 21 años, se encuentra estudiando la Licenciatu­ra en Educación Primaria. Su vida dio un giro hace cuatro meses y medio, cuando fue invitado a participar en las pruebas de nueva terapia. Después de meditarlo, y con la idea de que no tenía nada que perder, aceptó la propuesta. Asegura que su vida ha cambiado desde entonces, pues no ha tenido sangrados, lo cual en él era común que ocurriera dos o tres veces por semana. La nueva molécula para tratar la hemofilia tipo A con y sin inhibidore­s le sorprendió no solo por su capacidad para reducir las hemorragia­s, sino también por su fácil aplicación. Señala que antes recibía tratamient­o intravenos­o, más difícil de seguir por la frecuencia de su aplicación. En cambio, la molécula emicizumab se administra por la vía subcutánea una vez por semana, suficiente para no registrar sangrado alguno. Esto le ha permitido estudiar una carrera e incluso comenzar a hacer ejercicio, como alzar pesas y trabajar en la bicicleta estacionar­ia y la caminadora, algo que le era impensable antes de iniciar la terapia.—

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Hasta ahora, el tratamient­o de la hemofilia se ha administra­do por la vía intravenos­a. Nueva terapia lo facilita al aplicarse en forma subcutánea

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