Nueva esperanza.
El Papa sacude a la jerarquía en su visita a Panamá
El papa Francisco saluda al llegar a la Catedral de Santa María la Antigua en Ciudad de Panamá, donde hizo un llamado a renovar la esperanza y la fe para contrarrestar el cansancio paralizante ante nuevas situaciones que ponen en duda, en muchos casos, la viabilidad misma de la vida religiosa en el mundo. El Papa clausurará hoy la Jornada Mundial de la Juventud
CIUDAD DE PANAMÁ (El Universal y AP).— El papa Francisco sacudió ayer a la jerarquía católica global al advertir que, por su “intensidad y perplejidad”, los cambios en el mundo ponen en duda la viabilidad de la religión, cuestionan las formas humanas de expresión y generan un cansancio paralizante en sacerdotes y laicos, porque “la fe se desgasta”.
En la consagración del altar de la Catedral Primada Basílica Santa María la Antigua, Francisco alertó que hay una fatiga que nace de cara al futuro cuando la realidad “cachetea” y pone en duda las fuerzas, recursos y viabilidad de la misión en este mundo tan cambiante y cuestionador. “Es un cansancio paralizante. Nace de mirar para adelante y no saber cómo reaccionar ante la intensidad y perplejidad de los cambios que como sociedad estamos atravesando. Estos cambios parecieran cuestionar, no solo nuestras formas de expresión y compromiso, nuestras costumbres y actitudes ante la realidad, sino que ponen en duda, en muchos casos, la viabilidad misma de la vida religiosa en el mundo de hoy”, afirmó.
En una ceremonia ante decenas de jerarcas católicos de distintas partes del mundo, el Pontífice explicó que “el cansancio de la esperanza nace al constatar una Iglesia herida por su pecado y que tantas veces no ha sabido escuchar tantos gritos en el que se escondía el grito del Maestro: ‘Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’”.
“Así podemos acostumbrarnos a vivir con una esperanza cansada frente al futuro incierto y desconocido. Esto deja espacio a que se instale un gris pragmatismo en el corazón de nuestras comunidades. Todo aparentemente parecería proceder con normalidad, pero en realidad la fe se desgasta y se degenera”, lamentó.
“Desilusionados con la realidad que no entendemos o que creemos que no tiene ya lugar para nuestra propuesta, podemos darle ‘ciudadanía’ a una de las peores herejías posibles para nuestra época: pensar que el Señor y nuestras comunidades no tienen nada que decir ni aportar en este nuevo mundo que se está gestando”.
En el cuarto y penúltimo día de su visita a Panamá, que se inició el pasado miércoles, Francisco aseveró que “es relativamente fácil para nuestra imaginación, compulsivamente productivista,
contemplar y entrar en comunión con la actividad del Señor, pero no siempre sabemos o podemos contemplar y acompañar las ‘fatigas del Señor’, como si esto no fuera cosa de Dios. El Señor se fatigó y en esa fatiga encuentran espacio tantos can- sancios de nuestros pueblos y de nuestra gente, de nuestras comunidades y de todos los que están cansados y agobiados, añadió.
Agotamiento
Tras indicar que “las causas y motivos que pueden provocar la fatiga del camino en nosotros sacerdotes, consagrados y consagradas, miembros de movimientos laicales son múltiples”, describió que hay “desde largas horas de trabajo que dejan poco tiempo para comer, descansar y estar en familia, hasta ‘tóxicas’ condiciones laborales y afectivas que llevan al agotamiento y agrietan el corazón”, enfatizó.
“Desde la simple y cotidiana entrega hasta el peso rutinario de quien no encuentra el gusto, el reconocimiento o el sustento necesario para hacer frente al día a día; desde habituales y esperables situaciones complicadas hasta estresantes y angustiantes horas de presión. Toda una gama de peso a soportar”, dijo.
“Sería imposible tratar de abarcar todas las situaciones que resquebrajan la vida de los consagrados, pero en todas sentimos la necesidad urgente de encontrar un pozo que pueda calmar y saciar la sed y el cansancio del camino. Todas reclaman, como grito silencioso, un pozo desde donde volver a empezar”, prosiguió el Pontífice.
“De un tiempo a esta parte no son pocas las veces que parece haberse instalado en nuestras comunidades una sutil especie de fatiga, que no tiene nada que ver con la fatiga del Señor. Se trata, continuó, de una tentación que podríamos llamar el cansancio de la esperanza”, dijo en el marco de su participación en la Jornada Mundial de la Juventud, que comenzó el martes anterior y concluirá mañana.