El arte de escuchar
Tres actividades para impulsar la participación
Nuestra sociedad dispone de gran cantidad de expertos que se han preparado para diagnosticar los problemas que aquejan al mundo, pero que saben muy poco de cómo escuchar a la gente, a los verdaderos afectados.
Y esto no es un tema menor. Como advierte el doctor Antonio Lafuente, esa dificultad para escuchar, esa incapacidad de nuestros expertos para sondear en profundidad en los problemas de la sociedad, lastra la capacidad de incidir con nitidez en los conflictos, necesidades o anhelos colectivos.
De esa complicada realidad nacen los dispositivos de escucha, denominación genérica de diversos entornos puestos al servicio de la participación ciudadana, explica el investigador español, de visita en Mérida para colaborar en un proyecto encaminado a promover la responsabilidad de todos en la búsqueda del bien común.
La primera actividad, una “cocina cívica”, se realizó ayer en la Unidad Editorial de la Segey. Mañana a las 7 p.m., el doctor Lafuente charlará con socios e invitados de la USEM sobre la Responsabilidad Social Corporativa y el martes dirigirá un “World Café”, otra herramienta diseñada para aprender unos de otros.
“Escuchar es un arte y es la única garantía de que las políticas de innovación acaben calando”, comenta. “De lo que se trata es de crear espacios nuevos donde personas de cultura muy heterogénea, de funciones e intereses distintos, exploren juntos la posibilidad de hacer cosas por Mérida que tengan que ver con la innovación, particularmente la innovación social”.
Un plato común
En la cocina cívica se reúnen personas de tres mundos incomunicados entre sí, lo que es un enorme despilfarro de conocimiento, continúa. “Hablamos de gente que viene del mundo de la ‘expertise’ —expertos—, del mundo de la gestión —administrativos, técnicos— y del activismo, de los movimientos sociales, tres saberes que tienden a despreciarse entre sí, pero que necesitan comenzar a trabajar juntos”.
Se llama cocina porque es un espacio experimental donde lo que predomina no es buscar la objetividad, la verdad
de las cosas, sino la convivialidad de los invitados, dice. “En una cocina, ninguna mamá se ha preocupado jamás por saber si lo que estamos comiendo es verdadero o falso, les preocupa
es que todos se sientan queridos y que el ambiente sea de convivialidad”.
En la actividad de ayer tomaron parte 15 invitados de perfiles distintos que identificaron los temas sobre los que van a versar tres laboratorios ciudadanos que el Ayuntamiento, la USEM, la universidad y otras organizaciones implementarán pronto, explica Martha Castro , activista por la educación.
Del laboratorio ciudadano, el doctor Lafuente dice que es un espacio para prototipar soluciones. “Gente de diferentes mundos no sólo especulan sobre los problemas que tenemos, sino esbozan las soluciones”.
USEM
Mañana lunes, “empresarios inquietos, que tienen la intención de que las cosas mejoren en Yucatán y quieren comprometerse”, como los define María de Lourdes Gómory Martínez de Menéndez, presidenta de USEM, tendrán la oportunidad de conversar con el doctor Lafuente en Lugardas 32.
La charla girará en torno a la Responsabilidad Social Corporativa, un modelo que a la par que ha adquirido relevancia ha recibido muchas críticas por el uso cínico que le han dado algunos. “Quiero mostrar cómo la Responsabilidad Social Corporativa merece una atención particular, merece que juntos, desde miradas muy distintas, la volvamos a replantear”.
La última actividad del Dr. Lafuente en Mérida será el “World Café”, un espacio inspirado en las conversaciones de amigos en torno a una taza de la aromática bebida.
“Convocamos a 80 personas representativas de la sociedad civil. Habrá ocho mesas, cada una con una pregunta. Los participantes irán pasando por las mesas, exponiendo sus planteamientos. Al final, lo que logramos es la convicción de que todos hemos entendido mejor qué es eso de la Responsabilidad Social Corporativa aquí en Mérida”.
Objetivos
“Más que implementar políticas de consenso —que normalmente son una forma de silenciar a las minorías— establecemos políticas que tienen que ver con nuestra capacidad para aprender a vivir juntos en un entorno de problemas muy concretos y de soluciones muy concretas”, dice. “Implementar las prácticas de escucha es hacernos responsables de las consecuencias de lo que vayamos a ejecutar, porque si hemos escuchado adecuadamente, probablemente estamos minimizando los costos negativos de las políticas que vamos a efectuar”.—