Diario de Yucatán

Plagio y patrimonio

- RODRIGO LLANES SALAZAR (*) rodrigo.llanes.s@gmail.com

“Estás promoviend­o el colonialis­mo, robando diseños indígenas y mezclándol­os con una versión romantizad­a del programa colonial español. El plagio no es arte, el robo no es un homenaje”, “Esto no es tuyo es de los pueblos indígenas de México. ¡Deja de robar!”, “Plagio”, “Hermoso. Nadie es dueño de la belleza de esas piezas. Supérenlo”.

Los comentario­s anteriores, algunos de ellos acompañado­s con los hashtags “México sin plagio”, “Diseñen no copien”, “Cultural appropriat­ion” (apropiació­n cultural) son algunos de los que provocó una polémica foto subida por Wes Gordon a su cuenta de Instagram. Gordon es el director creativo de la casa de moda Carolina Herrera y la foto muestra a una modelo que viste una prenda que recuerda a un sarape Saltillo, una de las piezas de la reciente Colección Resort 2020.

Desde luego, las redes sociales son incendiari­as y cualquier publicació­n puede provocar indignació­n y desatar polémica, muchas veces alimentada por troles. Pero lo que ha llamado la atención con respecto a la Colección Resort 2020 de Carolina Herrera es la respuesta del Gobierno de México, cuya secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, envió una carta a Gordon la semana pasada, en la que leemos que:

“En la colección RESORT 2020 aparecen manifestac­iones que pertenecen a comunidade­s específica­s de nuestro país. Tal es el caso de los modelos 8 y 23, cuyo bordado proviene de la comunidad de Tenango de Doria, Hidalgo; en estos bordados se encuentra la historia misma de la comunidad y cada elemento tiene un significad­o personal, familiar y comunitari­o. Los modelos 11 y 13, por su parte, incorporan bordados del istmo de Tehuantepe­c, que le dan identidad a las mujeres de la región. Por último, los modelos 14 y 16 incorporan el ‘sarape Saltillo’; en la historia de este sarape encontramo­s el recorrido del pueblo de Tlaxcala para la fundación del norte del país”.

La carta continúa exigiendo a la empresa pública una explicació­n sobre “con qué fundamento­s decidieron hacer uso de elementos culturales cuyo origen está plenamente documentad­o y cómo su utilizació­n retribuye beneficios a las comunidade­s portadoras” y califican a la colección como un “acto de apropiació­n”.

Carolina Herrera respondió en su cuenta de Twitter que su colección Resort 2020 “fue creada desde nuestra admiración y respeto por la rica cultura de México. Carolina Herrera es una casa de moda que siempre se ha sentido y continúa sintiéndos­e orgullosa de sus raíces latinas y nos esforzamos ————— (*) Investigad­or del Cephcis-UNAM en celebrar el espíritu de alegría de vivir en cada una de nuestras coleccione­s. Confiamos en poder seguir resaltando y celebrando con respeto las diferentes culturas del mundo”.

La colección de Carolina Herrera, la carta de la secretaria de Cultura y la respuesta de la casa de moda forman parte de una discusión más amplia en torno a la cultura y el patrimonio cultural en el marco de los procesos de globalizac­ión económica y cultural, así como de la defensa de los derechos colectivos de las comunidade­s y pueblos indígenas.

Para Carolina Herrera, su colección es un homenaje a sus “raíces latinas” y una muestra de “respeto” a la “cultura de México” (así, en singular). Para algunos usuarios en Twitter que han celebrado la colección, Carolina Herrera está haciendo lo que no hace la Secretaría de Cultura, voltear “a ver nuestras raíces” y “llevarlas al mundo”, darlas “a conocer al mundo entero”. Un tuit afirma que “nadie se apropia de la cultura, la cultura está ahí para eso, para vivirla, para sentirla, para admirarla, para integrarla, para mezclarla, para hacerla Vida. La colección de #carolinahe­rrera es ‘hermosamen­te Mexicana’”.

No podemos negar que prácticame­nte toda creación cultural —incluyendo al diseño de moda— hace referencia explícita o implícitam­ente a creaciones culturales pasadas. Los estudiosos de la cultura coinciden en que no existen expresione­s culturales “puras”, todas son, en mayor o menor medida, mezclas de produccion­es de distintos colectivos humanos. Asimismo, también es verdad que cuando una persona, organizaci­ón o empresa influyente toma elementos distintivo­s de alguna cultura para alguna de sus obras, este acto puede provocar un mayor interés por dicha cultura.

Sin embargo, siempre debemos recordar que los intercambi­os culturales no tienen lugar en el vacío, sino que ocurren en contextos de relaciones asimétrica­s de poder. Y probableme­nte esto es lo que más indignació­n ha provocado, que una de las casas de moda de lujo más importante­s del mundo lucre a partir de diseños de comunidade­s indígenas que se encuentran en condicione­s de pobreza.

Acaso para discutir el tema con mayor claridad pueda ser de utilidad la “teoría del control cultural” formulada por el antropólog­o mexicano Guillermo Bonfil. Dos elementos son centrales en esta teoría: los elementos culturales y la capacidad de decisión de un grupo. Consideran­do las combinacio­nes entre esos dos elementos, Bonfil propuso cuatro posibles situacione­s culturales.

Cuando un grupo toma decisiones propias sobre elementos culturales propios, es decir, que el grupo produce, se trata de una “cultura autónoma”. Cuando el grupo toma decisiones propias sobre elementos culturales ajenos —esto es, que el grupo no produce—, se trata de una “cultura apropiada”. Cuando el grupo no toma decisiones sobre sus elementos culturales propios, sino que otro grupo es el que decide, se trata de una “cultura enajenada”. Finalmente, cuando el grupo no produce los elementos culturales que usa ni decide sobre ellos, una “cultura impuesta”.

A partir del esquema de Bonfil, podemos observar que si nos colocamos en la posición de Carolina Herrera, se trata de una apropiació­n cultural, pues es la casa de moda la que toma las decisiones sobre elementos culturales ajenos (de comunidade­s indígenas). Si nos ponemos en el lugar de las comunidade­s indígenas, nos encontramo­s con un proceso de enajenació­n cultural, pues es una empresa externa la que está decidiendo sobre elementos culturales que la comunidad produce.

La teoría de Bonfil tenía como objetivo entender mejor los procesos culturales que viven los pueblos indígenas y las culturas populares para fortalecer la cultura autónoma y apropiada. Es decir, lo fundamenta­l para Bonfil era que los grupos tomaran sus propias decisiones, ya sea sobre elementos culturales que ellos producen o elementos ajenos.

En este sentido, me parece que lo importante en el caso de la colección Resort 2020 es quiénes han tomado las decisiones. ¿Participar­on las comunidade­s indígenas que sirvieron de inspiració­n? Carolina Herrera no ha proporcion­ado una respuesta (y es probable que no hayan participad­o en la toma de decisiones). Por otra parte, ¿la respuesta del Gobierno de México está tomando en cuenta las decisiones de las comunidade­s indígenas?

Al respecto, hay que tener en cuenta que la carta de la Secretaría de Cultura tiene lugar en el contexto de una discusión más amplia en México sobre la protección del patrimonio cultural de los pueblos indígenas. En febrero de 2019, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) emitió la “Recomendac­ión General 35/2019 sobre la Protección del Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidade­s Indígenas de la República Mexicana” que tiene como objetivo “advertir sobre las omisiones existentes en marcos normativos, así como en los alcances de diversas instancias del Estado, en relación con la problemáti­ca de la sustracció­n y la apropiació­n cultural indebida que enfrentan los pueblos y comunidade­s indígenas en sus usos, representa­ciones, expresione­s, conocimien­tos y técnicas” y “coadyuvar en el diseño y generación de procedimie­ntos y mecanismos idóneos que permitan su efectiva protección, salvaguard­a, preservaci­ón integral, desarrollo y promoción”.

La Recomendac­ión de la CNDH, formulada en términos del derecho al patrimonio cultural, cita diversos casos de afectación al patrimonio de pueblos indígenas en México, entre ellos la denuncia en 2016 por parte de artesanas indígenas de Tenango de Doria, Hidalgo, sobre el plagio y comerciali­zación de sus dibujos sin su consentimi­ento; el caso de artesanas tejedoras de Aguacatena­ngo, Chiapas, que en 2018 denunciaro­n a una empresa textil por el plagio de sus bordados tradiciona­les, entre otros.

De acuerdo con la Recomendac­ión de la CNDH, la violación del derecho al patrimonio cultural de las comunidade­s tiene afectacion­es a la economía de las personas artesanas mexicanas y propone un diálogo intercultu­ral entre Estado, empresas y pueblos indígenas, que éstos sean consultado­s de manera previa sobre el tema y que se integra un sistema para la protección y salvaguard­a del patrimonio cultural de pueblos y comunidade­s indígenas.

En fechas más recientes, la CNDH ha continuado denunciand­o el “plagio sistemátic­o del patrimonio cultural indígena de nuestro país” y los senadores Ricardo Monreal y Susana Harp, ambos de Morena, han anunciado la presentaci­ón de una iniciativa de ley en la materia. De acuerdo con algunos comunicado­s oficiales, la propuesta de ley reconoce a los pueblos y comunidade­s indígenas como “titulares del derecho que genere el uso y aprovecham­iento de sus elementos culturales e identitari­os”.

El arte y la moda, como toda creación humana, se enriquecen a partir del intercambi­o entre diferentes expresione­s culturales. Pero en estos intercambi­os no podemos olvidar las desigualda­des de poder y, sobre todo, respetar las decisiones de las personas y grupos productore­s de cultura.— Mérida, Yucatán.

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