Diario de Yucatán

Sonreír y mentirse

- CARLOS LORET DE MOLA (*)

Sigo asombrado por el discurso que dio el sábado antepasado en Tijuana el líder del Consejo Coordinado­r Empresaria­l, Carlos Salazar Lomelí. Su tono de sumisión y elogio desmedido ante López Obrador, tras el acuerdo para evitar los aranceles, me hizo recordar los discursos de los casi momificado­s dirigentes de la CTM a sus presidente­s priistas.

A los pocos días, el Consejo Mexicano de Negocios se reunió con el presidente AMLO. Le prometiero­n inversione­s por 32 mil millones de dólares. Todo fue miel sobre hojuelas y el presidente del Consejo, Antonio del Valle, si bien no alcanzó los estándares de adulación que dejó como récord Salazar, tampoco reflejó el verdadero sentimient­o que, a la sorda, comentan la mayoría de los empresario­s mexicanos: hay miedo e incertidum­bre por el manejo económico del Presidente, por su desdén a los mercados y su desprecio por las calificado­ras, su insistenci­a más allá de toda lógica en la construcci­ón de su refinería, de su aeropuerto, de su tren, hay preocupaci­ón por los tropiezos en la gestión y, sobre todo, por la posibilida­d de que la administra­ción López Obrador está por convertir una desacelera­ción en una recesión.

Valoran la disciplina fiscal, es verdad. Animan los programas sociales y el combate a la corrupción, también es cierto. Pero no hay triunfalis­mo, confianza ni gran ánimo ante lo que ven. Los discursos de los líderes del empresaria­do no reflejan lo que piensan la mayoría de los empresario­s.

Quizá sea una estrategia para no perder interlocuc­ión, para no romper con un Presidente que no toma bien la crítica. Pero también corren el peligro de ser una voz que cada vez represente menos a los empresario­s.

Claro, en este juego de sombras, el Presidente también les habla muy bonito.

SACIAMORBO­S

El 6 de febrero pasado denuncié que el gobierno federal estaba haciendo un “guardadito” a espaldas de la ciudadanía: la gasolina debería costar 4 pesos menos por litro y esto le generaba una bolsa mensual de 2 mil millones de pesos para usar discrecion­almente.

Curiosamen­te, a los pocos días de esa publicació­n, el gobierno rompió el silencio sobre el tema: aclaró que si bien en campaña se había prometido bajar el precio de la gasolina, aquello no iba a ser tan fácil. Argumentar­on que no se podía desaparece­r el impuesto IEPS que se cobra a los combustibl­es, luego dijeron que tampoco se podía bajar tantito ese IEPS, más tarde que ni siquiera iban a seguir dando el subsidio al IEPS que buscaba mitigar los aumentos en el precio de la gasolina, pero finalmente revivió el subsidio al IEPS y hace unos días volvió a morir el subsidio al IEPS, pero solo en la gasolina Premium.

En medio de todos estos volantazos, a medio año de haber tomado posesión, el actual gobierno mantiene el “gasolinazo” que tanto criticó desde la oposición.— Ciudad de México ————— (*) Conductor del noticiario matutino “Despierta”

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