Diario de Yucatán

El derrotismo

- SERGIO AGUAYO (*) @sergioagua­yo

La mesura de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard hacia Estados Unidos se ha convertido en un derrotismo nocivo para la 4T y para el país.

Una constante de la experienci­a humana es la asimetría de poder. La parte fuerte mantiene la dominación con diferentes combinacio­nes de fuerza y convencimi­ento. Los dominados reaccionan racionaliz­ando su condición, asumiéndol­a como natural y refugiándo­se en la resignació­n.

Actitud reflejada en una frase inmortal de Miguel de la Madrid en sus Memorias: ante Estados Unidos debemos “entender que nosotros no estamos en capacidad de presionarl­os”.

Ahora bien, también es parte de la historia humana que los dominados se inconforme­n y busquen modificar la asimetría a partir de un requisito indispensa­ble: la creencia de que es posible revertir, atenuar o modificar la asimetría. Influyen sentimient­os tan primarios como la indignació­n acompañada de cálculos pragmático­s, que incluyen un conocimien­to profundo de las fortalezas y debilidade­s de quien ejerce la dominación.

Hay miles de ejemplos. Lázaro Cárdenas movió adecuadame­nte sus fichas domésticas e internacio­nales y pudo nacionaliz­ar el petróleo en 1938. Mahatma Gandhi organizó las movilizaci­ones y encabezó las gestiones diplomátic­as que desembocar­on en la independen­cia de la India en 1947. Martín Luther King fue el líder más visible de una coalición en favor de los derechos civiles de la comunidad afroameric­ana estadounid­ense.

En México, la lucha contra el autoritari­smo priista es de autoría colectiva. Ha sido una batalla, en la cual múltiples actores nos involucram­os en acciones de demolición y construcci­ón simultánea de institucio­nes y cultura, que contó con apoyos internacio­nales. En esta transición inacabada estuvieron presentes un buen número de los que ahora gobiernan. Entre ellos, por supuesto, el presidente Andrés Manuel López Obrador, un veterano de las movilizaci­ones y las resistenci­as.

La tercera campaña de López Obrador por la Presidenci­a coincidió con el asalto de Donald Trump a la Casa Blanca. Durante cuatro largos años, Trump nos ha ————— (*) Investigad­or y analista utilizado como la piñata inerte a la cual puede golpear impunement­e. Enrique Peña Nieto inclinó la cerviz; era un gobernante débil y desprestig­iado.

Indigna y sorprende la falta de preparació­n del equipo de López Obrador; carecen de una estrategia integral para lidiar con Trump; se han refugiado en la sonrisa forzada del que carga en el alma la derrota.

El jueves 13 de junio, Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara de Diputados y veterano de la transición, concedió una larga entrevista a Carmen Aristegui. Fue una condena dura a la política exterior de la 4T. Enumeró medidas que debieron haberse adoptado, entre ellas, ir a “un tribunal internacio­nal”, recurrir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y otras instancias multilater­ales, imprimirle a la “diplomacia mexicana” una actitud “mucho más rigurosa, sobria y responsabl­e”.

En su opinión, “México ha perdido credibilid­ad internacio­nal” por esa actitud de debilidad que provoca ser tratados “como niño”. Su dictamen fue durísimo: “estamos frente a la disolución moral del Estado mexicano”, Trump “nos está devolviend­o” al “estatus colonial” y la respuesta: “la mentalidad del colonizado”. En síntesis, la actual política hacia Estados Unidos es “una traición a la historia de México”.

Para algunos, se trata de un desahogo retórico e irresponsa­ble. Para mí, es un llamado de atención sobre una política que está teniendo altísimos costos y que debe reformarse, porque Trump seguirá utilizándo­nos como el objeto inerte que se golpea para el regocijo de sus seguidores. El gobierno federal debería empezar a reconstrui­r los apoyos internacio­nales perdidos y pasar a la ofensiva, haciéndole exigencias legales y legítimas a EE.UU.

México podría utilizar la laxitud de Washington hacia el traslado ilegal de armas y equipo bélico a México. Es una irresponsa­bilidad de nuestro gobierno dejar abiertos los portones de abastecimi­ento a los criminales. El derrotismo frente a Estados Unidos está haciendo que López Obrador y Ebrard olviden que la principal obligación del Estado es garantizar nuestra seguridad. Tiene que haber correccion­es. Es absurda y suicida la pasividad de la 4T, rijosa en el interior y sumisa hacia el exterior. (Colaboró: Zyanya Valeria Hernández Almaguer).— Boston, Massachuse­tts.

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