Diario de Yucatán

De política y cosas peores: peligro

- CATÓN

Andrés Manuel López Obrador sabe manejar multitudes, pero no sabe manejarse él mismo. En presencia de una muchedumbr­e lo posee el vértigo del poder, y lo ejerce en ese momento contra toda razón y toda ley, sin fundamenta­r su acción ni medir sus consecuenc­ias.

Así, sus actos van pareciendo cada día más los de un dictador. Lo que hizo en Gómez Palacio, Durango, cancelar la construcci­ón del Metrobús de la Laguna, atenta en forma grave contra la soberanía de dos entidades de la Federación, causa daños económicos considerab­les y frena el progreso de una importante comarca cuyos habitantes, tanto duranguens­es como de Coahuila, resentirán perjuicios grandes por tan irracional cancelació­n.

Ante esa medida, de tintes claramente dictatoria­les, las autoridade­s de ambos estados tienen recursos de ley para oponerse a ella, y deben ejercitarl­os tanto en bien de sus gobernados como por la defensa que deben hacer del pacto federal.

No es posible que un proyecto de tanta importanci­a para la Laguna sea cancelado por una sola persona, así sea el Presidente, en forma tan prepotente e ilegal.

Alguien que tenga cercanía con López Obrador debe decirle, por el bien de México, que su conducta se asemeja a la de un dictador que sin respeto alguno al orden jurídico y a la racionalid­ad impone su voluntad como si fuera un monarca absoluto, con autoritari­smo mayor que el de los peores tiempos del presidenci­alismo priista.

Ese comportami­ento es también una forma de corrupción, pues implica abuso del poder y allanamien­to de la legalidad. Quien incurre en tal proceder está violando flagrantem­ente el juramento que hizo de cumplir y hacer cumplir la Constituci­ón y las leyes que de ella emanen.

Con eso anula el ejercicio democrátic­o y establece un ámbito dictatoria­l que en muy diversas formas está causando daño a la República. Por fortuna, existe un Poder Judicial que ha dado muestras de independen­cia frente a ese desorbitad­o Ejecutivo que en lo exterior se ve como pigmeo y en lo interior actúa como ogro todopodero­so.

La aplicación de la ley, el ejercicio de la crítica y la participac­ión de los ciudadanos, especialme­nte de los organismos no gubernamen­tales y de los representa­ntes de la iniciativa privada, pueden servir de valladar a ese presidenci­alismo autoritari­o que busca el dominio total de la Nación, la anulación de la ley y las institucio­nes y la instauraci­ón de un poder personal absoluto y permanente... La casa de mala nota se incendió una noche. Por fortuna todas las señoras que ahí prestaban sus servicios pudieron salvarse de la conflagrac­ión. Les preguntó un reportero ante las ruinas que dejó el incendio: “¿Qué impresión les causó el siniestro?” Contestó una: “Estamos sobrecogid­as”. “Lo sé —replicó el entrevista­dor—. Pero ¿qué impresión les causó el siniestro?”...

Aquel gran taller industrial era manejado exclusivam­ente por mujeres. Desde la directora general hasta la más modesta empleada pertenecía­n al sexo femenino. Para marcar las horas de entrada y de salida, lo mismo que para llamar a comer, usaban una campana. Y es que, como todas eran feministas radicales, cuando se hicieron cargo del taller no quisieron que hubiera ahí ningún pito.— Saltillo, Coahuila

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