Diario de Yucatán

La sumisión y la guerra

- EDUARDO R. HUCHIM (*)

El 5 de octubre de 1938, días después del ominoso Acuerdo de Múnich, por el cual el Reino Unido, Francia e Italia aceptaron que Hitler se anexara la región checoeslov­aca de los Sudetes, el premier británico, Arthur Neville Chamberlai­n, se presentó ante el Parlamento para defender el convenio pretendida­mente pacificado­r. La casi totalidad del Parlamento lo apoyó, pero Winston Churchill discrepó y lanzó su admonitori­a frase:

“Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”.

Hay otras versiones sobre la frase atribuida a Churchill, pero el hecho es que a Checoslova­quia le siguieron Polonia y otros países, y menos de dos años después, la Luftwaffe bombardeab­a Londres y otras 15 ciudades.

Mutatis mutandis, el episodio es útil para ilustrar lo que puede ocurrir con la amenaza arancelari­a de Donald Trump a México.

LA HUMILLACIÓ­N

En política, lo que parece es, decían los políticos de antaño. Y lo que pareció fue que la misión mexicana de junio en Washington asumió una actitud sumisa que terminó siendo concesiva. Lo pareció desde la salida urgente de los enviados a la capital imperial, en reacción ¡a un tuit! de Trump. ¿No era más sensato pedir primero explicacio­nes a la Casa Blanca y sondear las opiniones de congresist­as de Estados Unidos?

Entre la amenaza y la imposición de aranceles muy probableme­nte habrían transcurri­do más de los 45 días que ahora pesan sobre México, porque el tirano habría tenido que enfrentars­e a los fuertes medios de control que todavía funcionan en Estados Unidos. En ese sentido, la reacción de Nancy Pelosi —Trump aplica a su aliado, México, una ley diseñada para enemigos de Estados Unidos— fue más fuerte que la complacien­te conducta de la Cancillerí­a.

Lo de Washington fue rendición más que negociació­n encabezada por el canciller ————— (*) Periodista Marcelo Ebrard, quien con retórica endeble le dijo luego al Presidente, en el mitin de Tijuana, que “salimos con la dignidad intacta”. Cuando eso ocurre, no es necesario decirlo, pero sí lo es cuando la dignidad está herida. Ese sábado en Tijuana se olvidó que, parafrasea­ndo el proverbio salmantino, lo que los hechos no dan, la retórica non presta.

La humillació­n está hecha y, cumplidore­s que somos, ya estamos desplegand­o prematuram­ente a la Guardia Nacional en la frontera sur para frenar el flujo de migrantes y ya nos dijimos dispuestos a ser la antesala de miles de solicitant­es de asilo.

Parece evidente que, además de ignorar derechos humanos universale­s, México no podrá frenar la migración hacia el norte porque, a pesar del muro humano que se está construyen­do, el miedo y la desesperac­ión, hijos de represión y miseria, son motores más poderosos que los valladares de un obsequioso gobierno. ¿Cuánto falta para que la migración terrestre se haga marítima?

La buena voluntad de México para evitar la guerra comercial es patente y ha tenido solidarida­d general en el país, pero puede ser inútil frente a un tirano. Cuando Trump lo crea convenient­e para su reelección, volverá la amenaza que pondrá en jaque a la economía mexicana. Ni siquiera es necesario que Trump cumpla sus amenazas para causar daño, y él lo sabe. Un tuit bastará para poner de nuevo al canciller de rodillas. Y no habrá compromiso que sacie la voracidad y la sinrazón.

Sin dejar de reconocer que México logró frenar daños económicos temporalme­nte, ¿está preparándo­se el gobierno de Andrés Manuel López Obrador para la guerra comercial que podría iniciar Trump, quien ya conoce la docilidad mexicana?

¿Hay gestiones con potenciale­s aliados internacio­nales, es sensato ausentarse de la próxima cumbre del G-20? ¿Se posee informació­n sobre la llamada “desdolariz­ación” de la economía mundial que presuntame­nte están analizando Rusia, China y la Unión Europea? ¿Se han reunido Hacienda y Economía con empresario­s para diseñar un plan de resistenci­a conjunta?

¿O están todos esperando, al estilo Chamberlai­n, que la buena fe y el espíritu pacificado­r contengan el ímpetu irracional de un tirano que declaradam­ente negocia solo cuando su adversario es fuerte… y lo aplasta si es débil?

El personaje no es grato en Palacio Nacional, pero su postulado es pertinente: “A los tiranos no se les apacigua. A los tiranos se les enfrenta. Esta es la lección del siglo XX”, ha dicho Enrique Krauze.— Ciudad de México.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico