Brindar amor a los enfermos
“Las personas nunca son iguales, deben ser comprendidas y cuidadas una por una, como hace Dios: Dios hace así. Obviamente, esto requiere un compromiso considerable por parte de los profesionales de la salud, que a menudo no es lo suficientemente apreciado”.
Con estas palabras, el papa Francisco ha querido subrayar la importancia del esfuerzo de los agentes sanitarios por tratar a las personas como tales y no como números, sin dejarse arrastrar por la mentalidad de empresa imperante de abaratar costos y lograr la máxima eficiencia.
En primer lugar, el papa Francisco señaló cómo el sistema de asistencia médica ha cambiado en las últimas décadas gracias, en gran parte, a los avances en la tecnología, que han servido para incorporar nuevas técnicas de diagnóstico y tratamiento.
El Santo Padre habló de la objeción de conciencia en los casos en los que esto último no se produzca y animó a hacerla “con respeto y con humildad”, y añadió, “para no generar en quien les observa un igual desprecio, que impediría la comprensión de los verdaderos motivos que los empujan”.
Asimismo, el Papa reconoció que la atención a los enfermos es una tarea “exigente y absorbente” y resaltó la necesidad de que existan garantías en el desarrollo de este tipo de trabajo, de que sean reconocidos por su esfuerzo y de que puedan usar las herramientas adecuadas para estar inspirados e instruidos.
Igualmente, los invitó a formarse no solo para estar actualizados, sino para reforzar la dimensión espiritual del ser humano, tan importante para los que están enfermos y los que están cerca de los que sufren.
Finalmente, para mantener vivo el espíritu, el papa Francisco exhortó a “ser fieles a la oración y a nutrise de la Palabra de Dios: siempre con el Evangelio en el bolsillo, al alcance de la mano: cinco minutos, se lee, para que entre en nosotros la Palabra de Dios”. Y a inspirarse con el ejemplo de los santos, pues “muchos de ellos han servido con amor y desinterés a los enfermos especialmente a los más abandonados”.—