Tragedias con nombre
Algunas estrellas del deporte vieron apagarse sus luces
Quizás, el caso más sonado es el de aquel alemán que volaba en las pistas de medio mundo, que copaba portadas, elogios y un sinfín de noticias deportivas. Ese alemán al que esperaba otro campeón volador, Ayrton Senna, para medirse en las pistas del cielo y retarle hasta dirimir quién era el mejor. El germano de apellido Schumacher que un día dejó abruptamente las pistas y todo lo que oliera a goma quemada, por el capricho de un accidente que lo dejó casi sin vida.
El siete veces campeón del mundo de F1 tuvo un grave accidente el 29 de diciembre de 2013 en los Alpes franceses en el que se golpeó la cabeza. Este suceso derivó en un coma durante seis meses y hoy continúa en un secreto mayúsculo en su residencia, cerrada a cal y canto, en Suiza. Muy poco se sabe de él, solo que nunca volverá a ser ni un 5% de lo que era.
César Andrade
En 1999, la vida del joven de 21 años del Atlas, estuvo a punto de extinguirse. Era la madrugada y César Andrade regresaba con un canterano del equipo tapatío de una noche de fiesta con varios tragos de más.
La vida de César era la que muchos quisieran, proyectándose como uno de los grandes valores del fútbol mexicano de aquella época, dio un giro drástico cuando estrelló su coche contra la barra de contención del periférico en Zapopan. Esta se incrustó en el auto y lo perforó de lado a lado, llevándose por delante una pierna.
Originario de Guanajuato, César había debutado con LaVolpe creando muchas expectativas. Después de esa noche llegó su catástrofe personal. Una de sus piernas fue amputada, dejándole impedido de jugar al fútbol para el resto de su vida.
Los hermanos Otxoa
El 15 de febrero del año 2001, los hermanos gemelos Ricardo y Javier Otxoa, ciclistas profesionales e importantes referencias de este deporte en España, entrenaban juntos en una carretera andaluza. Apenas medio año antes, Javier había ganado una de las etapas míticas del Tour de Francia, el Hautacam, al poderoso Lance Amstrong.
El futuro pintaba de colores para ambos ciclistas hasta ese fatídico día de 2001. Un auto los atropelló. Ricardo murió en el acto y Javier se salvó de milagro. Un coma profundo de 62 días, lesiones cerebrales irreversibles y un futuro totalmente distinto por delante.
Como aquél día en el que venció a Lance tras una escapada de 155 kilómetros, Javier sobrevivió sin un recuerdo del atropello. Todo se había borrado.
Javier no se dio por vencido y participó como paralímpico logrando cuatro medallas, dos en Atenas 2004 y dos en Pekín 2008. Falleció en 2018.
Salvador Cabañas
Salvador Cabañas lo tenía todo. Símbolo de las Águilas del América, su vida cambió una madrugada de enero de 2010 cuando fue disparado en los baños de un bar de Ciudad de México.
Con un futuro prometedor en Europa, Chava tuvo secuelas importantes en la cabeza que le impidieron seguir jugando al fútbol de manera profesional aunque sí ha jugado algunos partidos benéficos.
Aarón Hernández
De ser una de las figuras de los Patriotas de Nueva Inglaterra, a suicidarse en la cárcel después de ser condenado a cadena perpetua por el asesinato de Odin Lloyd. Aarón acababa de firmar un contrato de cinco años y 40 millones de dólares. Su figura se disipó.—