“El Nacimiento de Venus”, icónico
Contamos con la fotografía desde hace unos 150 años. El cine nos llegó después, pero ambas herramientas nos han servido para plasmar cómo era la vida en épocas anteriores. Al comienzo, los personajes que posaban para fotografías estaban fijos, como si fueran estatuas, hieráticos.
La fotografía nos permitió conocer bellos rostros del pasado. Una mujer que pretendía ser particularmente bella era la condesa de Castiglione, que gastó casi toda su fortuna en sesiones de fotografía para plasmar su belleza para la posteridad. Después, el cine nos permitió dejar para las siguientes generaciones rostros tan bellos como el de Grace Kelly, Hedy Lamarr, María Félix o Danielle Darrieux.
Pero antes de que se inventaran la fotografía y el cine, teníamos que lo plasmaban los pintores retratistas. Dicen que cuando vio en persona a la Princesa de Cleves, la cuarta esposa de Enrique VIII, éste la despreció porque alegaba que en nada se parecía al retrato pintado que le habían traído de ella. Les cuento todo esto para hablarles de una muy hermosa mujer que vivió en un momento particularmente importante y no solo para la historia, sino también para el arte: Simonetta Vespucci.
Simonetta nació con el apellido de Cattaneo en Génova, de cuando Italia estaba dividida en múltiples estados independientes. Nació en Porto Venere, Puerto Venus, que quizá la predestinó a ser un émulo de la diosa de la belleza y la pureza.