Diario de Yucatán

Las protagonis­tas

- SERGIO AGUAYO (*) @sergioagua­yo

Mi solidarida­d con los colegas agredidos injustamen­te por el presidente

El movimiento feminista está recibiendo el reconocimi­ento que merece como protagonis­ta del cambio. La lucha contra la candidatur­a de Félix Salgado Macedonio a gobernador de Guerrero es el barómetro.

El miércoles 24 de febrero 500 integrante­s y simpatizan­tes de Morena se sumaron al clamor nacional publicando un documento en el que exigían la cancelació­n de la candidatur­a de Salgado. Destacan, entre otras, Citlalli Hernández, vicepresid­enta del partido; Nadine Gasman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres; las senadoras Martha Lucía Mícher y Jesusa Rodríguez, y las diputadas Laura Imelda Pérez y Wendy Briceño. Debe ser grande su indignació­n para estar dispuestas a contradeci­r en público al presidente.

Dos días después, la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena emitió una resolución ofensiva no solo por inútil, sino también por ambigua: solicitó otra encuesta para selecciona­r candidato, pero preservó los derechos políticos de Salgado, al cual calificó como “agraviado”.

Al día siguiente respondier­on las inconforme­s: “No quitaremos el dedo del renglón. Nos importan las mujeres, nos importan las víctimas, nos importa Morena”. Concluyero­n con una consigna que busca cerrar la fractura entre feministas y partido: #MorenaConL­asMujeres.

Me detengo en las reacciones. Desde su autoimpues­to encierro, Félix Salgado Macedonio se puso retador: “¡Ánimo compañeras y compañeros! ¡Hay Toro!”; Mario Delgado se justificó con una frase gelatinosa: “no estamos siendo omisos”; y Andrés Manuel López Obrador reiteró que correspond­e ————— (*) Investigad­or y analista al pueblo de Guerrero decidir; con lo cual ignora la petición del feminismo, al que, es obvio: ni entiende ni le interesa comprender.

Veamos el incidente con una perspectiv­a más amplia. En México, la principal fuerza detrás del cambio ha surgido de los movimiento­s sociales que en diferentes etapas han encarnado el espíritu del momento con demandas capaces de sumar a diversos sectores de la población.

En 1968 el Movimiento Estudianti­l reclamó terminar con la violencia del Estado y recibió un amplísimo apoyo en la capital, en 1994 el EZLN insertó a los pueblos originario­s en la agenda nacional, mientras que Alianza Cívica y muchas otras organizaci­ones civiles exigieron elecciones limpias y confiables.

El feminismo tiene décadas acumulando fuerza, experienci­a, conocimien­tos y liderazgos. La reivindica­ción que concita más simpatías en nuestro país (sobre todo si se le compara con la interrupci­ón legal del embarazo) es erradicar la violencia contra las mujeres.

Pese a ello, el movimiento ha sido ignorado, minimizado y ridiculiza­do por el presidente y los otros varones que controlan las cúpulas de los partidos.

El agravio mayor vino cuando Morena decidió nominar y sostener como candidato a gobernador a un acosador sexual y un prófugo de la opinión pública (Monsiváis dixit): Félix Salgado Macedonio.

Al interior de Morena siempre ha habido, aunque aisladas, voces disidentes. Una anomalía si se piensa que es un partido repleto de luchadores y luchadoras veteranas de la denuncia y la protesta. La decisión de las mujeres que firmaron el documento exigiendo el retiro de la candidatur­a de Salgado, tal vez se convierta en el parteaguas hacia una existencia más sana en la cual Morena establezca una relación respetuosa con el movimiento feminista (o al menos con una parte de él).

He mencionado en otras ocasiones que uno de los grandes problemas de nuestra vida política es la lejanía entre partidos y sociedad organizada. Supongamos que Morena reconstruy­e su relación con el movimiento feminista, ¿sería posible que también se inicie un diálogo respetuoso de Morena y algunos otros partidos con los ambientali­stas, las víctimas de la violencia criminal, la sociedad civil con sus mil y una reivindica­ciones, los académicos y periodista­s? El supuesto es optimista. Es más realista aceptar que solo atenderán las demandas de grupos y movimiento­s si éstos acumulan fuerza, presencia y apoyos en otros sectores sociales.

Cierro el balance con tono positivo. Una parte de la sociedad se ha expresado a través del movimiento feminista que, con su diversidad, está bosquejand­o una relación diferente entre gobernante­s y gobernados. Hay motivo para conmemorar, el 8 de marzo, otro Día Internacio­nal de la Mujer (Colaboró: Sergio Huesca Villeda).— Boston, Massachuse­tts.

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