Los resentimientos, desajustes emocionales
Hace casi dos años que el poder político nacional dio un giro de 180°, ante el cual se han dado muchas transformaciones que han afectado intereses personales, de grupos de poder, económico, político o religioso.
Esto ha causado temores, disgustos o desequilibrios emocionales, como “los resentimientos”. Basta con escuchar los noticieros de las mañanas en cualquier estación de la radio para notar que por lo menos tres comunicadores y uno que otro periodista de renombre dejan escapar los fuertes resentimientos contra el actual mandatario mexicano y su 4a. Transformación. Se soslayan impunemente los grandes beneficios que ahora se le da a la gran mayoría de los mexicanos.
Basta con ver cómo se ha favorecido inmensamente al sector de población de los adultos mayores y muchas comunidades olvidadas en regímenes anteriores.
Es necesario admitir que se dan errores y falta de buena organización en algunos aspectos, pero el aprovechar estas fallas para descalificar todos los esfuerzos que se hacen con buena intención, simplemente no es de buenos profesionales de la comunicación. Con estas actitudes siembran la duda y envenenan a muchos miembros de la sociedad con otro peor virus, que es la desconfianza.
Un buen compañero y amigo mío siempre me decía: “el poder enferma y el dinero y el poder enferman absolutamente” y lo peor viene cuando se pierden estos elementos, afloran de inmediato las diatribas las descalificaciones y las críticas malsanas contra aquel que, supuestamente, nos ha causado estas pérdidas.
El pensador socialista germano-norteamericano Herbert Marcuse decía a este respecto: Es responsabilidad de todos pensar y desear una sociedad “en desarrollo ilimitado” fundada sobre la “abundancia y la libertad para todos”, que exige el “fin de la miseria y la injusticia racial” (H.M. La sociedad opresora pag. 133). Utopía pura para muchos intelectuales, pero hay visionarios soñadores que la están haciendo realidad.
En estos tiempos críticos es imperativo promover la unidad antes que la división, generar valores como la honestidad, la aceptación humilde del trabajo de los demás, aunque vaya en contra de nuestros deseos. “El bienestar común es superior al particular”, de lo contrario los comunicadores solo serían los “resentidos” terroristas de la información.— Telchac Pueblo, Yucatán.