Diario de Yucatán

Dolorosa e incomprend­ida

Toleran la artritis reumatoide y el desinterés médico

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MÉXICO (EFE).— En los últimos dos años, la mexicana Olivia Barrita ha aprendido a convivir con el dolor que continuame­nte le provoca la artritis reumatoide, una enfermedad inflamator­ia, crónica e incurable que le ha cambiado la vida.

“Fue de repente que me empezaron a doler las manos. Soy secretaria y tengo que estar escribiend­o, y primero me dolió una muñeca pero no le hice mucho caso”, dice este martes Barrita, de 42 años.

Sin embargo, rememora, días después ya no podía mover las manos, por lo que acudió a un doctor, y, después de varios estudios, fue diagnostic­ada con artritis reumatoide, una enfermedad que ya conocía porque la padece su madre.

“Pero no pensaba que me iba a dar a mí, ni tan joven”, afirma.

Afecta a mujeres

La artritis reumatoide, explica el reumatólog­o César Pacheco, es una enfermedad autoinmune e inflamator­ia que en Latinoamér­ica afecta a entre 6 y 8 mujeres por cada varón, y aparece entre los 40 y los 50 años de edad.

Pacheco señala que existen más de 100 tipos diferentes de artritis, pero la reumatoide es de las más comunes.

Y quizá, dice Barrita, la más dolorosa. “Lo más difícil es que muchas veces los doctores son insensible­s ante los pacientes”, afirma.

A ella la atienden en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde el tratamient­o ha consistido en paracetamo­l, que a veces le ayuda a calmar el dolor.

“Es lo único que me han recetado, solo me dijeron que era una enfermedad hereditari­a y ya no hubo más preguntas ni respuestas que pudieran darme”, lamenta.

Olivia refiere que saber el diagnóstic­o le llevó a “desarrolla­r una leve depresión”. “Uno puede llegar a sentirse mal emocionalm­ente también, y muchas veces eso no se atiende”, apunta.

Los síntomas

Pacheco, quien también es presidente del Colegio Mexicano de Reumatolog­ía, detalla que esta enfermedad provoca diferentes síntomas, aunque el que más predomina es el dolor.

“Hay pacientes que pueden iniciar con fatiga, fiebre, disminució­n del apetito”, refiere.

Sin embargo, con el paso de las semanas, el dolor en las articulaci­ones, especialme­nte en las manos, es inminente.

“Eventualme­nte esas articulaci­ones se inflaman y limitan el movimiento”, apunta.

El problema, dice el especialis­ta, es que en Latinoamér­ica el diagnóstic­o de la enfermedad suele retrasarse entre tres y cuatro años. En gran medida, debido al complejo sistema de salud que tienen los países y a los pocos especialis­tas que hay en el tema.

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En algunas comunidade­s del Medio Oriente se usa la miel de abeja como paliativo de la artritis reumatoide, que puede ser discapacit­ante

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