Desafían la violencia
Miles asisten al funeral de una joven birmana
BIRMANIA / GINEBRA (EFE).— Protestas por toda Birmania desafiaron ayer la violencia de la junta militar después de que la víspera las fuerzas de seguridad mataran al menos a 38 personas en la jornada más sangrienta de la represión contra los manifestantes.
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU dijo ayer mismo que desde el comienzo de las protestas ya murieron 54 personas y habría muchos más de los 1,700 detenidos de manera arbitraria que se reportaron.
Miles de personas asistieron en Mandalay al funeral de Ma Kyal Sin, una joven de 19 años que murió anteayer por los disparos en la cabeza de las fuerzas de seguridad y que se ha convertido ya en un símbolo de la resistencia.
Los manifestantes exigen al Ejército que permita la vuelta a la democracia y reconozca los resultados de las elecciones del pasado noviembre, en las que arrasó el partido de la Nobel de la Paz San Suu Kyi, en arresto domiciliario.
El gobierno de Singapur recomendó a sus ciudadanos que abandonen Birmania ante la escalada de violencia.
En Tokio, el gobierno de Japón pidió ayer a las fuerzas de seguridad de Birmania que detengan la represión violenta de las protestas contra el golpe militar.
“Condenamos enérgicamente el uso continuado de la violencia contra civiles pese a los repetidos llamamientos por parte de la comunidad internacional”, dijo ayer en su rueda de prensa diaria el ministro portavoz del Ejecutivo japonés, Katsunobu Kato.
Japón quiere sumarse a los esfuerzos para restaurar el gobierno democráticamente electo, incluso mediante presiones al ejército, y trabajará en estrecha colaboración con otros países, señaló Kato en declaraciones recogidas por la agencia “Kyodo”.
Las fuerzas de seguridad birmanas abrieron fuego anteayer miércoles contra los manifestantes que habían salido a las calles para protestar por el golpe de Estado del 1 de febrero en el que se detuvo a parte del gobierno, incluida la líder Aung San Suu Kyi.
Unos 58 manifestantes ya fallecieron hasta el momento y más de 1,200 permanecen detenidos, según la enviada de Naciones Unidas, Christine Schraner Burgener.