Impune, criminal tráfico
No se detiene la venta ilegal de especies animales
Para nadie, o casi nadie, es un secreto: en Yucatán no es complicado adquirir un tigrillo, una boa, un mono araña, una guacamaya, una tortuga o algún otro ejemplar de vida silvestre.
Si alguien se pregunta cómo es posible, la respuesta está en el mercado negro. Es muy activo y, paradójicamente, recurre a la tecnología para conseguir sus fines.
En los últimos años, internet se ha convertido en plataforma de operaciones de los traficantes de esas especies, pese a los candados que se han colocado para evitar que la tecnología sea aliada de la delincuencia.
De esta forma, quienes trafican con animales ya no tienen que recurrir a mercados y otros sitios públicos para consumar su actividad criminal.
Mediante sitios digitales, principalmente en cuentas de Facebook, ofrecen ejemplares de todo tipo, incluso de especies que no son propias de esta zona y están en peligro de extinción.
Para tratar de evadir la ley no proporcionan datos precisos en forma pública, como precio de los ejemplares o contactos personales. Ni siquiera utilizan nombres reales. Argumentan que todo es “inbox”, por normas que atribuyen a la red social utilizada.
En gran medida, las operaciones ilegales se concretan en algún lugar previamente acordado —público, pero discreto— que no comprometa ni al vendedor ni al comprador.
Y entre las especies más devastadas están las aves, sobre todo los loros. Yucatán tiene una variedad endémica: el loro yucateco.
Precisamente hace más de dos semanas, como indicamos en amplia información en yucatan.com.mx, se lanzó la campaña nacional “No compres loros silvestres”, en la que participa la asociación civil yucateca Proyecto Santa María.
El objetivo es inhibir el tráfico y comercio de fauna silvestre, en particular de los psitácidos, en México.
Uno de los aspectos medulares de la campaña es el mensaje de que también los compradores, no solo los vendedores, incurren en un delito al adquirir alguno de esos ejemplares.
Vanessa Martínez García, directora de Proyecto Santa María, explica que en México habitan 22 especies de loros, de las cuales tres están en clasificación de protección especial, ocho se encuentran en condición de amenazadas y las once restantes están en peligro de extinción.
De alguna manera, explica la doctora Martínez, todas se hallan en alguna categoría de riesgo y esto nos lleva a trabajar contra un grave problema: el tráfico ilegal.
Si bien la campaña está dirigida a la protección de los loros, porque estas fechas corresponden a la etapa de reproducción de estas especies, el problema del tráfico se extiende a otros representantes de la fauna silvestre.
El 19 de noviembre pasado, por ejemplo, personal de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y de la Guardia Nacional decomisó en el aeropuerto internacional de Mérida seis ejemplares de flamenco americano. Antes, el 13 de junio, la Guardia Nacional decomisó en el mismo lugar dos ejemplares de cisne negro australiano que serían llevados a Ciudad de México. El 25 de febrero del mismo año, siempre en el aeropuerto, se logró el decomiso de dos reptiles exóticos conocidos como Gecko Albino.
En todos los casos se retiene a los animales, para su protección, pero no se consigue arrestar a los responsables del traslado y mucho menos de la venta.
El tráfico de vida silvestre es uno de los negocios más redituables de ganancias ilícitas en el mundo, después del narcotráfico, el contrabando de armas y la trata de personas. México no es la excepción.
Sus ramificaciones llegan a la Península de Yucatán, que es hábitat de especies protegidas y en riesgo de extinción. Además, muchas variedades que se trafican en este territorio no son de la región, sino traídas de otras partes.
De acuerdo con la Profepa, las especies que más se comercializan de manera clandestina en Yucatán son los
psitácidos —perico y guacamaya, por ejemplo—, reptiles —como la boa—, primates —el mono araña en primer lugar— y tortugas.
La propia Profepa admite que mediante las redes sociales —Facebook, principalmente— se concreta una parte importante del comercio ilegal. Se ofrecen en venta animales incluso protegidos, como el tucán y el loro, y otros considerados exóticos, como felinos.
La doctora Martínez, directora de Proyecto Santa María —asociación que involucra tanto conservación de aves como preservación de los hábitats naturales en que se hallan—, explica que hay gente que hace llegar sus denuncias de tráfico ilegal en la página de Facebook de la agrupación (Continuará).—