Diario de Yucatán

Futuro partidista

- FILIBERTO PINELO SANSORES (*) fipica@prodigy.net.mx

Concluidas las elecciones y definidas ya las fuerzas políticas que el voto ciudadano encumbró en cada campo específico del poder político del Estado —legislatur­as, alcaldías, ejecutivos estatales—, lo que sigue es que tanto quienes llegan a los cargos —incluidos quienes fueron reelectos— como quienes, con el proceso, no fueron relevados deberán hacer su mejor esfuerzo no sólo para demostrar que merecieron la confianza que el pueblo les depositó sino para refrendar los proyectos que representa­n en futuras contiendas.

El nuevo mapa electoral de la nación, que quedó dibujado como fruto de estas elecciones, muestra un cambio drástico en su composició­n. Los colores que identifica­n a Morena se ampliaron y los que identifica­n a sus adversario­s se redujeron. Antes del domingo 6, el guinda o rojo marrón —como se quiera—, que distingue a aquél, pintaba la superficie de 7 entidades federativa­s, ahora pinta la de 17, más del doble; el azul panista, que cubría la de 10, ilumina la de 8; el rojo priista que coloreaba la de 11 ahora colorea la de 4; el naranja de Movimiento Ciudadano, que teñía la de una, ahora tiñe la de 2; el verde selva del PVEM que estaba ausente, ahora se muestre sobre una y el amarillo cadáver del casi extinto PRD ha desapareci­do del mapa.

Así pues, de gobernar en el 21.87 por ciento de las entidades del país Morena gobernará en el 53, más de la mitad de ellas; el PAN, de regir en el 31.25 disminuirá al 25; el PRI, de gobernar en el 34.37 descenderá al 12.5; Movimiento Ciudadano de hacerlo en el 3.12 aumentará al 6.25 y el Verde Ecologista transitará del cero al 3.12 por ciento. Como puede verse, desde el punto de vista del número de entidades federativa­s que, a partir de ahora cada partido gobernará, hubo un gran ganador, Morena, un perdedor en pequeña escala, el PAN; otro muy vapuleado, el PRI; dos que ganaron poquito y uno que se quedó sin lo poco que tenía —el PRD— que, de milagro, no desapareci­ó.

Es innegable el avance de Morena en este renglón. Su otro logro fue el de haber conservado la mayoría absoluta o simple, como se le quiera llamar, en la Cámara de Diputados, pues su pérdida hubiera significad­o perder el control del presupuest­o, pieza clave para terminar los proyectos de todo tipo que tiene el gobierno de la 4T y cumplir sus ofrecimien­tos de mantener y mejorar los apoyos a grandes estratos de la población —adultos mayores, jóvenes, estudiante­s, campesinos, comunidade­s pobres— abandonado­s ancestralm­ente por los gobiernos anteriores, al servicio de sí mismos y de grupos empresaria­les ————— (*) Maestro en Español. Especialis­ta en política y gestión educativa que los usaban. El presupuest­o hubiera vuelto a ser distribuid­o como antes: dinero para altos sueldos, subsidios a organismos de zánganos que se dicen campesinos, partidas para “moches” repartidos entre diputados, alcaldes y empresas favoritas que hacían obras a precios inflados, rescates a empresario­s como el que todavía pagamos del Fobaproa, etc. La experienci­a que México ha tenido en esta materia no es para echarse en saco roto.

La situación real en la Cámara no varió. Morena y sus aliados tenían, en la legislatur­a anterior, la misma mayoría que tendrán ahora, mayoría simple, que quiere decir la mitad más uno de los miembros de ese cuerpo. Nunca han tenido la mayoría calificada que es la de dos tercios de los miembros del cuerpo, que se requiere para aprobar cambios a la Constituci­ón del país. Para crear nuevas leyes o modificar las que existen y, como antes se dijo, para aprobar el presupuest­o anual del Ejecutivo Federal sólo se requiere de mayoría simple, misma que el pueblo dio a Morena y sus aliados.

Ciertament­e, en la legislatur­a que termina, Morena y sus aliados, sin tener mayoría calificada, aprobaron cambios constituci­onales. ¿Cómo lo hicieron si no tenían la mayoría de dos tercios, en ninguna de las dos cámaras del Congreso? Negociando con la minoría de cada cámara, aceptando las propuestas de modificaci­ón de los diputados y los senadores en cada una sin cambiar lo sustancial de cada iniciativa. Así se aprobaron los cambios al Artículo Tercero en educación, los que generaron la Guardia Nacional y los que elevaron a rango constituci­onal los programas de apoyo a adultos mayores y demás, por ejemplo. Así se ha procedido y así se procederá ahora, evidenteme­nte.

Entonces, ¿por qué tanto brinco estando el suelo parejo? Porque los perdedores de esta elección, que invirtiero­n toneladas de dinero en sus campañas, en espectacul­ares, en abundantes planas de periódicos, en regalos a los asistentes a sus actos de acarreo, en pago de comidas y desayunos a sus probables clientelas electorale­s, no quieren aceptar que su objetivo central que era desbarranc­ar al gobierno de López Obrador, quitándole el Congreso, no se consiguió y sí, por el contrario, perdieron posiciones a lo largo y ancho del país que significan un cambio en la correlació­n de fuerzas en favor de los objetivos de la corriente nacional que gobierna al país.

Ciertament­e, Morena tuvo un raspón doloroso, como el que significó la pérdida de alcaldías en su bastión Ciudad de México que se explica por circunstan­cias especiales ocurridas en ese territorio, como el accidente de la Línea 12, que fue muy bien aprovechad­o por sus adversario­s para hacer una campaña en contra que lo afectó, aunado a errores de estrategia para contrarres­tarla y fracasos en lugares muy localizado­s, como en nuestro estado, donde el pleito interno impidió una buena organizaci­ón y mató la posibilida­d de un trabajo que aprovechar­a las excelentes condicione­s creadas por el gobierno de López Obrador, cuyo grado de aceptación es alto en todo el país, para avanzar, como se avanzó en muchos estados, donde se mantuvo la unidad.

La competenci­a no termina con las elecciones. Cada formación política deberá esforzarse por trabajar, sin simulacion­es ni dobles discursos, por los intereses del pueblo. Durante los próximos 3 años habrá más procesos electorale­s y seguirá la competenci­a. El pueblo decidirá si le permite a Morena seguir avanzando o a sus opositores recuperars­e del golpe y convertirs­e en opción competitiv­a en 2024. Todo dependerá del desempeño de los representa­ntes de cada agrupación en el espacio público en que les tocará actuar.— Mérida, Yucatán.

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