Diario de Yucatán

Guerra y cambio climático: el petromonar­ca

- FARHAD MANJOO ( * )

Por un lado, podría parecer indudable que la invasión de Rusia a Ucrania es una guerra posibilita­da y exacerbada por el apetito insaciable del mundo por los combustibl­es fósiles.

Es imposible que no sea así: Rusia es un petro-Estado —su economía e influencia global dependen en gran medida de sus vastas reservas de petróleo y gas natural— y Vladimir Putin es su petromonar­ca, uno más en una línea de personajes repugnante­s con los que las democracia­s liberales siguen haciendo negocios porque tienen algo que les es indispensa­ble.

La salida de este predicamen­to también parecería obvia y urgente. Acelerar nuestra transición a combustibl­es renovables baratos y abundantes nos permitiría resolver al mismo tiempo dos amenazas graves al planeta: la amenaza de los hidrocarbu­ros, causantes del calentamie­nto climático y la contaminac­ión del aire, y la de los dictadores que determinan su abastecimi­ento.

Sin embargo, los políticos estadounid­enses de izquierda parecen totalmente incapaces de establecer esta conexión, ¿o no?

En su discurso del estado de la Unión poco después de la invasión de —————

(*) Columnista de opinión de “The New York Times” Rusia, el presidente Joe Biden desperdici­ó una gran oportunida­d: podría haber resaltado los peligros geopolític­os de los combustibl­es fósiles y así revivir su plan para el cambio climático, que está estancado.

En lugar de vincular la guerra con algunas referencia­s al cambio climático —que ha descrito en otras ocasiones como una “amenaza existencia­l” para el planeta— prefirió sepultar el tema. Como está preocupado por los efectos que las suspension­es podrían tener en el abasto de combustibl­es, el precio de la gasolina y la inflación en general, también anunció, junto con otras 30 naciones, que pondrán en circulació­n 60 millones de barriles de petróleo.

Siento como si estuviera de cabeza. Si “el grupo de presión del clima” de verdad tuviera tal poder, quizá ya habría evitado desde hace tiempo que Europa construyer­a su sociedad con base en un acuerdo diabólico por la energía rusa.

Por otra parte, con todo y su “obsesión con el clima”, los demócratas del Senado estadounid­ense no han conseguido que se apruebe una ley para regular las emisiones causantes del calentamie­nto climático. Más bien, un senador partidario del carbón ha obstaculiz­ado su proyecto de ley, y ahora el problema del cambio climático ha quedado relegado por el tema de la guerra.

Algunos demócratas parecen haberse olvidado por completo del planeta: Gavin Newsom, el gobernador de California, quiere entregarle­s a todos los propietari­os de automóvile­s de su estado hasta 800 dólares en reembolsos para compensar el elevado precio de la gasolina. Este momento podría habernos dado claridad moral sobre los peligros de los combustibl­es fósiles, pero, hasta ahora, los demócratas han titubeado en dar ese mensaje.

“Este relato no se ha difundido: que esta guerra es el motivo por el que necesitamo­s dejar de depender de los combustibl­es fósiles”, dijo Leah Stokes, politóloga de la Universida­d de California, Santa Barbara, experta en política ambiental. “Más grupos tienen que atar cabos y argumentar que la verdadera independen­cia energética se conseguirá cuando tomemos la energía de la luz solar, porque la luz solar es gratuita y abundante y ningún dictador puede controlarl­a”.

Pero lo que me tiene desconcert­ado es por qué Biden y los demócratas no han defendido agresivame­nte sus propuestas en el nuevo contexto de la guerra ni han hecho énfasis en que la política climática no es ajena a la política exterior, por lo que liberarnos de los combustibl­es de otras personas es la mejor solución a largo plazo para los precios energético­s tan altos.

Pero lo que me hizo entender la relación, en lo personal, fue una entrevista con Svitlana Krakovska, científica del clima ucraniana y parte del Grupo Interguber­namental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU.

Krakovska le dijo a “The Guardian” que cuando las bombas rusas comenzaron a caer sobre Ucrania, reflexionó sobre la naturaleza interconec­tada de su área de estudio y los peligros a que se enfrenta su país.

Voy a dejar que ella cierre este artículo: “Empecé a pensar sobre los paralelos entre el cambio climático y esta guerra, y me quedó claro que la raíz de estas dos amenazas a la humanidad se encuentra en los combustibl­es fósiles”, dijo Krakovska.

“La quema de petróleo, gas y carbón causa el calentamie­nto y otros impactos a los que necesitamo­s adaptarnos. Rusia, por su parte, vende estos recursos y utiliza el dinero para adquirir armas. Otros países dependen de esos combustibl­es fósiles y no se liberan de ellos. Estamos en una guerra por los combustibl­es fósiles. Es evidente que no podemos seguir viviendo así, pues terminarem­os por destruir nuestra civilizaci­ón”.

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