Mujeres que miran, en la Filey
Ya sea la percepción individual del horizonte universal o la mirada íntima hacia las cosas aparentemente ordinarias pero que están plenas de milagros cotidianos, las veleidades y contradicciones del espíritu, los afectos y desafectos, los apegos, el miedo, la alegría... así, con un poco de todo; así, plural, sensible, diversa, es la mirada de las jóvenes creadoras reunidas en la V Muestra Universitaria de Artes Visuales, exposición que se celebró de manera presencial en el entorno institucional en noviembre de 2021 y que ahora, gracias a la tecnología, diversifica sus espacios al universo virtual, en particular en las salas en línea de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán 2022.
Ha terminado marzo y también ayer domingo se clausuró la Filey. Sin embargo, las exposiciones inauguradas en el contexto de la feria continúan abiertas al público, tanto las presenciales como las virtuales. La muestra universitaria, en la que convergen la sensibilidad y la técnica de estudiantes y egresadas de la Fauady y la ESAY, convocada por la Sociedad de Alumnos de la Facultad de Arquitectura de la Uady, es una de estas exposiciones.
Hace poco escuché que “no es lo mismo mirar que darse cuenta”… argumento tan simple como certero que puede asociarse en su discurso a la propuesta visual de las jóvenes expositoras, porque más allá de las técnicas empleadas, ya sean tradicionales clásicas, desarrolladas en el siglo XX o nuevas tecnologías el denominador común es un tránsito hacia ciertos temas recurrentes: la vida cotidiana y sus sabores y sinsabores, el cuerpo y la sexualidad, las raíces y el origen, las fuentes nutricias y el entorno que amenaza o que protege.
Ruanda Núñez, Isaltovi, Sofía Caballero, Laura Can, Itzel Lezama, Guadalupe Graniel, Jennifer Galeana, María Coello, Citlali Borges, Karen Kantún, Mariana Pacho, Rebeca Estrada, Rosa Hoil, Karla Cimé, Aurora Várguez, Alessandra Carrillo Amaro, Alejandra Escalante, Emma Lara, Tiny, Julia Torres, Jeannette Puerto, Nahomi Encalada, Milenia Armas y Cristina Cornejo convergen en un discurso que lo mismo denuncia contradicciones de la vida urbana como indaga en la infinita textura del cuerpo humano o en las posibilidades de recuperar la elocuencia de la psicodelia.