Diario de Yucatán

La política, de todos

- GABRIELA SOBERANIS ( * ) gabrielaso­beranis madrid@gmail.com

Es erróneo pensar que la política solo le compete a los están en el gobierno y que la gente “común y corriente” no puede opinar porque no es experta.

La política no atañe solo a los políticos. Política es aquello que concierne tanto a los ciudadanos como a los asuntos públicos; si tu tienes ideales de cómo podríamos funcionar mejor como sociedad o como país, la política es también un asunto tuyo.

La corriente política a la que te afilies es un reflejo de las ideas sobre las que tomas decisiones en todos los órdenes de tu vida: a nivel laboral, educativo, cívico, económica y, como ha sido mi caso, incluso a nivel espiritual; te define no solo como ciudadano, sino como persona.

Aunque pensemos que el sistema no funciona, o que ningún partido político nos representa, en casi cualquier ser humano prevalecen ciertos ideales de convivenci­a, de derechos y obligacion­es, y estos provienen de lo que valoramos en la vida y de las conviccion­es que rigen nuestros actos.

Por eso es importante tener claro qué define la Derecha y la Izquierda cuando hablamos de política, y cuál de las dos es más afín a nuestra forma de pensar y conducirno­s.

El propósito de mi análisis es que observes qué ideas son las que rigen tu propia vida y como se vinculan con tu tendencia política. Si tu eres de las personas que se consideran apolíticos, te invitaría a que revises eso después de leer este escrito.

Están predominan­do los gobiernos de izquierda en América Latina, y nuestro país, no fue la excepción. Yo encuentro esto muy preocupant­e. Estos gobernante­s llegan al poder prometiend­o la solución a un problema que no existe: la desigualda­d en todas sus manifestac­iones.

Debemos recordar que los de izquierda están en contra de la desigualda­d y la consideran perjudicia­l para el pueblo; creen que es responsabi­lidad del gobierno eliminarla.

Pero la desigualda­d NO es un problema; es una condición. Si consideram­os que hay desigualda­des en todos los ámbitos de la vida, ¿Por qué es antinatura­l que la haya, por ejemplo, en el aspecto económico?

Claro que la pobreza es un problema, pero no la desigualda­d. Siempre va a haber alguien más alto o más bajo que tu; más guapo, más feo, más inteligent­e (o menos): Y lo mismo ocurre con la economía, habrá alguien más rico o más pobre y eso, es solo una condición.

Reflexiona acerca de esto: si hoy mismo repartiéra­mos la misma cantidad de dinero a cada ser humano que habita en La Tierra, ¿qué crees que sucedería?

Es fácil concluir que en un santiamén todos se quedarían con una cantidad distinta, derivado de las decisiones individual­es que tomen, producto de su personalid­ad, dilemas, costumbres y cultura.

Unos lo invertirán, otros gastarán una parte y conservará­n otra, otros, lo perderán todo. No —————

(*) Coach Profesiona­l y Acompañami­ento Espiritual. Podcast Gabriela Soberanis hay forma de conservar una igualdad económica bajo la visión que proponen los de izquierda. Pero lo que sí hace la ideología de izquierda es aniquilar nuestra autonomía, para después crear dependenci­a.

Cualquier gobierno que inste a la gente a pensar en prestacion­es, en la posibilida­d de recibir una pensión más jugosa, a creer que el gobierno tiene la obligación de pagar su educación y atención médica, está destruyend­o lo más valiosos que tiene una persona: su derecho a la autonomía, y por ende, a la libertad.

Veámoslo de otra forma: una sociedad que está pensando cuál es la menor edad a la que puede jubilarse, cuántos días de vacaciones pagadas puede obtener, cuantos días de trabajo puede ausentarse con goce de sueldo, a cuántas semanas de licencia por maternidad tiene derecho; en resumidas, a cuánto puede recibir del gobierno en su beneficio, sin duda, es una sociedad con preocupaci­ones cada vez más egoístas e interesada­s.

Existe un lugar inmaculado en todos los seres humanos donde prevalece el deseo ferviente de ser autónomos y responsabl­es de sí mismos.

Esta es una de las razones por las cuales los niños y los jóvenes quieren ser adultos. Imaginan que ésta es la forma de elegir libremente lo que quieren hacer, y hacerlo por sí mismos (subrayo lo de “hacerlos por sí mismos”).

Lamentable­mente, el sistema político que domina a nuestro país ha destruido este legítimo anhelo porque no considera como valor imprescind­ible, para un adecuado desarrollo, la responsabi­lidad individual.

La gente que cree en la ideología de la izquierda es gente de corto pensamient­o. Y no me disculparé por ser tan clara. La izquierda insta a la gente a pedir y a depender, y sus seguidores no tienen idea de las implicacio­nes de esto. Siempre seremos esclavos de aquello de lo que dependemos.

Si alguien más se hace cargo de mí, ¿por qué habría yo de preocuparm­e de mi mismo?

De esto, lo que es verdaderam­ente aterrador es que cada beneficio se transforma, con el tiempo, en un derecho, y luego, en una obligación.

Y lo que convierte este escenario en un peligro para la sociedad es que va aniquiland­o en los individuos toda posibilida­d de que cultiven la cualidad que hace posible la paz y la prosperida­d: LA GRATITUD.

Una persona no puede sentir gratitud por recibir un beneficio al que siente que tiene derecho. Toda buena fortuna que se obtiene sin conciencia, desencaden­a exigencias irracional­es y nos impide ser agradecido­s.

El sistema político de izquierda siempre exhorta a la gente a preguntars­e a qué más tiene derecho, y, por ende, a exigir que otros se ocupen de sus necesidade­s, y cuando no se ocupan de ellas, se enoja y se resiente.

Nuestro país (como muchos otros) está lleno de gente enojada y resentida, que ya no distingue cuál es la piedra angular de la verdadera prosperida­d.

Si no sabes cuáles son las bases de la verdadera prosperida­d, no hay forma de progresar. Tampoco hay forma de erradicar la pobreza, la corrupción, y la violencia.

Los problemas que yo, personalme­nte, encuentro más graves. Repito: La falta de responsabi­lidad personal y gratitud son un enorme obstáculo en la construcci­ón de la prosperida­d. No puede haber progreso si creemos que éste viene de afuera en vez de crearse desde dentro.

La gente quiere erradicar los problemas que consideran más graves para la sociedad pero lo problemas que tenemos no son asunto del gobierno.

Y la razón es sencilla: no se gestan ahí, sino en dos núcleos clave: el individuo y la familia. Pero el progresism­o, que es la base de las políticas de izquierda, no valora tres tesoros importante­s para cualquier ser humano: la vida, la familia y la libertad.

Es en estos tres pilares donde están todas las posibilida­des de crear una realidad diferente a la que estamos viviendo. Y esto es lo que la izquierda quiere que pierdas de vista. Quiere que dependas de ellos para solucionar tus problemas y que te olvides de tu capacidad creadora.

Pero ten esto presente porque no tengo duda de ello: no hay gobierno ni gobernante que pueda realizar los cambios que queremos ver. No son ni siquiera un conducto para ello. La solución siempre está en cada persona, y en cada núcleo familiar.

Escribo de esto convencida de que, segurament­e, no llegaré a ver una sociedad en la que el gobierno ejerza su influencia y poder de manera positiva, sabia y útil para todos. Tal vez no me toque ver que cada persona se sienta en una estrecha relación con los miembros de su comunidad y, derivado de ello, prevalezca el bien común.

Sin embargo, aspiro a ver, cuando menos, una transforma­ción paulatina en las ideas sobre las cuales tomamos decisiones y en las aspiracion­es que cultivamos; pero, sobre todo, aspiro a ver el albor de seres humanos que recuperen su humanidad, que defiendan la vida, que defiendan a la familia y que defiendan su libertad.

A pesar de que muchos vemos con desesperan­za la posibilida­d de lograr una evolución integral para nuestra sociedad a través de la política, yo pienso que tener una postura al respecto es, en sí mismo, un acto de autoprocla­mación acerca de nuestro ideales; y de ahí su importanci­a.

Este domingo 13 de noviembre habrá una marcha para defender al INE, una marcha para defender nuestra democracia.

Más que instarte a participar, te invito a que analices tus ideas, tus valores y conviccion­es, y te preguntes si quieres ser de esos que dependen del gobierno para tener algo seguro, o de los que dependen de su libertad para alcanzar lo que se propongan.— Mérida, Yucatán.

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