Pesebre y más signos religiosos
La sociedad que hoy tenemos ha visto pasar apresuradamente las ideas que nos van conformando como seres en apertura y constante transformación; no obstante, hay propuestas que nos llegan para sugerirnos modificar nuestro modo de vivir, de expresarnos e incluso de manifestar lo que creemos.
Esto lo menciono porque ha llegado a mí la noticia de un proyecto de sentencia que propone prohibir la colocación de belenes o cualquier otro símbolo que mencione una convicción religiosa.
Ciertamente vivimos en un estado laico y las consecuencias que de esto se derivan son el distanciamiento de credos y religiones, pero hay tradiciones y costumbres que a pesar de estar vinculadas con realidades espirituales son portadoras de valores universales, son transmisoras de bondad e ideas que elevan el espíritu humano.
Indudablemente el uso de la libertad es respetable a la hora de optar por lo que se cree, sin embargo, no se puede impedir o prohibir lo que en conciencia uno decida como bueno para su vida y espiritualidad.
El pesebre y otros tantos signos de devoción que hoy están presentes en nuestra sociedad son la manifestación de que el hombre es por naturaleza religioso.
La exposición pública de objetos y signos religiosos no es un peligro o una violación a la dignidad de las personas no creyentes, ni tampoco una amenaza sino que es sencillamente la demostración de lo que todo hombre lleva en su interior: la aspiración por la trascendencia.
De este modo hoy nos corresponde hacer una reflexión seria e imparcial con respecto a este punto en donde lo espiritual pretende ser exiliado de la vida pública, nos concierne defender aquello que nos eleva a pensar y nos hace compartir en lo cotidiano los más altos valores morales.