Ciencia para la paz
La historia guarda en sus anaqueles un sinfín de acontecimientos violentos y lamentables.
La gran mayoría de ellos motivados por el odio, la opresión, la avaricia, entre muchas otras causas.
Uno de los más trascendentales tuvo lugar hace no más de cien años precisamente en la Segunda Guerra Mundial, que aconteció entre los años 1939 y 1945.
Los daños ocasionados por el holocausto fueron tan grandes que conmocionaron a la comunidad mundial, por lo que años más tarde sería adoptado el primer compromiso de alcance internacional para reestablecer el orden y la justicia, la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.
Mediante este instrumento, las naciones acordaron, por primera vez, desarrollar acciones que fomentaran la igualdad, cooperación y protección en el ejercicio de las libertades y derechos, para así mantener la paz.
A partir de entonces, el planteamiento de paz fue parte fundamental de las estrategias, la normativa y las organizaciones tanto internacionales como nacionales, sin embargo, en la práctica, hemos asumido este ideal de manera superficial sin atender las complejidades que implica.
Cuando hablamos de paz, generalmente viene a nuestra mente una misma idea: aquello que es contrario a la guerra o al conflicto. No obstante, apreciar a la paz como un concepto negativo limita en gran medida la actuación de las autoridades en la protección del Estado de Derecho.
Diversos autores conciben este término como la expresión misma de la “justicia, el desarrollo, la tolerancia, la igualdad y la dignidad” entre todos los seres humanos, expresión que mantiene un carácter humano, social, político y jurídico, por lo que abordar la paz desde una postura beligerante es más que contradictorio.
A partir de esta perspectiva vinieron posteriormente los Pactos Internacionales de la Declaración sobre el derecho de los pueblos a la paz en 1988, entre otros más hasta llegar a la década de los noventa, época clave para la configuración de la “Cultura de Paz”.
Y es que precisamente la semana pasada y parte de esta, se da la conmemoración de la Semana Internacional de la Ciencia y la Paz que de acuerdo con lo señalado por la resolución 43/61 de la Asamblea General de Naciones Unidas en 1988, debemos reconocer la valía de la educación, la ciencia y las tecnologías para la —————
(*) Especialista en Derecho Parlamentario y Técnica Legislativa humanidad, pues de ellas depende en gran medida el desarrollo humano sostenible, es decir, aquel que es compatible con el crecimiento económico de los países, así como con la protección de las sociedades en condiciones de igualdad y la preservación del medio ambiente.
En ese sentido, en lo local, todos los esfuerzos deben hacerse para continuar teniendo un Yucatán seguro y pacífico a través del estímulo a la educación, ciencia y tecnología.
Yucatán se posiciona en seguridad pero también lo hace en el ámbito científico. Por ejemplo, la Secretaría de Investigación, Innovación y Educación Superior (SIIES) y el Sistema de Investigación, Innovación y Desarrollo Tecnológico coordinan programas que favorecen el desarrollo de Yucatán en diversas materias: alimenticia, salud, ambiental, educativa entre otras todas estas acciones buscando un fin último, la estabilidad y la paz para el estado.
La estrategia de seguridad ha posicionado a Yucatán en el primer lugar nacional con menor incidencia delictiva, pues en lo que va del año se ha registrado una disminución de un 58.88% de delitos en relación con los cometidos el año pasado durante el mismo periodo.
Un reconocimiento a todas aquellas personas dedicadas a la innovación y la generación de conocimientos, que con su esfuerzo contribuyen a construir un Yucatán seguro y en paz.
Continuemos impulsando el desarrollo científico y tecnológico con miras a propiciar una Cultura de Paz en Yucatán. No más ciencia que abone a la guerra en la humanidad.— Mérida, Yucatán.