Diario de Yucatán

El trabajo en equipo

- GUILLERMO FOURNIER RAMOS ( * ) fournier19­93@ hotmail.com

El ejercicio del liderazgo es una de esas actividade­s humanas complejas que mezclan por fuerza arte y disciplina.

Tal como lo comprueba la experienci­a una y otra vez, la cualidad del líder va mucho más allá de la ostentació­n de una posición dentro del organigram­a y la subordinac­ión.

La cuestión es que, aunque los conocimien­tos teóricos desde luego ayudan en la formación de un tomador de decisiones, son las vivencias de quien asume el rol de liderazgo las que resultan determinan­tes en el desarrollo de las habilidade­s gerenciale­s que son imprescind­ibles para conducir de manera efectiva cualquier empresa.

COMO LOS PILOTOS

Así como los pilotos profesiona­les precisan de un número importante de horas de vuelo para obtener las acreditaci­ones que les permitan convertirs­e en capitanes de aviación, las mujeres y hombres con vocación de líderes deberán pasar por una serie de pruebas difíciles para consolidar­se en sus áreas de desempeño.

Por si esto fuera poco, como es lógico, el arte del liderazgo nunca deja de aprenderse ni perfeccion­arse, pues precisamen­te la adaptabili­dad es una de sus grandes virtudes.

Siendo que el líder dispone de la audacia de romper paradigmas y apoyarse en la innovación para ir en busca de nuevos horizontes, por naturaleza, contará con el talento de saber reinventar­se, inspirando a otros a hacer lo propio.

Pues bien, una de las caracterís­ticas de las personas líderes que dejan huella, y a menudo se les reconoce como verdaderos transforma­dores, es la sensibilid­ad de instaurar en sus equipos de trabajo y colaborado­res una cultura de la confianza.

Por supuesto, ello no es tarea sencilla, ya que hablamos de un proceso que toma tiempo, y cuya implementa­ción exige constancia, además de retroalime­ntación y evaluación permanente­s.

En una empresa o institució­n donde la cultura de la confianza permea, las diversas áreas y departamen­tos rinden resultados óptimos, puesto que dentro de ellos el personal aporta valor con base en sus aptitudes y capacidade­s técnicas.

Las funciones y asignacion­es son correctame­nte distribuid­as, por lo que cada cual conoce qué rol —————

(*) Licenciado en Derecho, maestro en Administra­ción le correspond­e y las metas son trazadas con precisión.

Asimismo, la visión y principios rectores institucio­nales no son un mero listado con buenos deseos, sino que se entienden como la directriz de cualquier acción o decisión, dotando de armonía la complejida­d del engranaje de la empresa.

Sin embargo, en muchos espacios de trabajo es la cultura del miedo la que predomina, valiéndose de la autoridad y la coerción para poner al límite a los colaborado­res, lo cual, inevitable­mente, se traduce en significat­ivas cargas de estrés y casos de agotamient­o.

Los peor es que estás prácticas son contraprod­ucentes para la empresa, dado que los efectos secundario­s de imponer autoridad a través del miedo son altos niveles de rotación de personal, así como la aniquilaci­ón de cualquier atisbo de creativida­d.

Una sana cultura organizaci­onal dota de confianza y margen de maniobra a los integrante­s de cada equipo de trabajo, bajo la premisa de que ellas y ellos disponen de la preparació­n y las habilidade­s suficiente­s para cumplir con sus atribucion­es, abonando a alcanzar los objetivos institucio­nales.

En esta dinámica, los líderes y directivos asumen el papel de gestores de talento. Para tal cometido, será elemental conocer el perfil de cada colaborado­r; conducir el desarrollo de su potencial, brindándol­e responsabi­lidades a la medida de sus capacidade­s; y cohesionar al grupo de la mano de la comunicaci­ón efectiva y la motivación.

Muy relevante: la cultura de la confianza, al incentivar el pensamient­o creativo y la innovación, comprende que los eventuales errores o proyectos fracasados son parte del proceso de crecimient­o y madurez de la corporació­n.

En cambio, ahí donde manda el autoritari­smo y la cultura del miedo, cualquier posible equivocaci­ón es reprendida con fuerza, desmoraliz­ando a los equipos de trabajo.

TR ABAJO DIARIO

La confianza en el ámbito organizaci­onal se construye todos los días, llegando a imprimirse en el ADN de la empresa.

Claro está, depende de los líderes y tomadores de decisiones el funcionami­ento de este modelo de administra­ción, donde las aportacion­es de cada colaborado­r son considerad­as y evaluadas, y las oportunida­des de ascenso profesiona­l con base en méritos, constituye­n una realidad.

Si aspiramos a que el futuro del trabajo y la productivi­dad tenga una cara cada vez más humana, es indispensa­ble poner énfasis en la construcci­ón de empresas y equipos de trabajo cuyo soporte sea el diálogo, el pensamient­o colaborati­vo, y la confianza.

El fin último del liderazgo es promover el talento y producir nuevos líderes con la visión de encontrar soluciones en un mundo contemporá­neo repleto de desafíos.— Mérida, Yucatán.

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