Diario de Yucatán

El conflicto es por el poder electoral

- FREDDY ESPADAS SOSA ( * ) canek_1999@ yahoo.com.mx

La soberanía nacional reside esencial y originaria­mente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienabl­e derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. Artículo 39 de la Carta Magna.

En diversos estudios se ha considerad­o que el poder electoral hace referencia a las institucio­nes y organismos que se encargan de dirigir, coordinar, realizar y fiscalizar todas las acciones relacionad­as con los procesos para elegir a las autoridade­s y a los representa­ntes populares de una nación determinad­a.

Si bien la conformaci­ón del poder electoral depende de los procesos históricos y políticos mediante los cuales éste ha sido construido en cada país, su principal función consiste en regular, controlar y legitimar la manera y los procedimie­ntos con los que se eligen a los servidores públicos que acceden a sus cargos a través del sufragio popular.

Lo anterior viene al caso con motivo de las concurrida­s marchas celebradas el domingo 13 de no—————

(*) Doctor en Educación. Director de la Universida­d Pedagógica Nacional en Yucatán. viembre en ciudad de México y otros puntos de la república, en las cuales decenas de miles de ciudadanos se manifestar­on bajo la consigna de “El INE no se toca”.

Resulta muy revelador que quienes llevaron la batuta en la organizaci­ón y financiami­ento de dicha marcha contra la reforma electoral propuesta por el Presidente de la República fueron nada menos que una parte de los poderes fácticos, especialme­nte los organismos cúpula del sector empresaria­l, a los que se sumó mi tarda ni perezosa la jerarquía de la iglesia católica.

No está de más recordar a nuestros amables lectores que la oligarquía empresaria­l —que ahora se ha vuelto más demócrata que el mismo Presidente Francisco I. Madero— fue precisamen­te la que orquestó y financió pródigamen­te la guerra sucia contra el actual Ejecutivo Federal, a quien machaconam­ente exhibían como “Un peligro para México”.

Pues bien, tras el innegable impacto político-mediático de las marchas en comento, ocurre que el Ejecutivo federal ya anunció que el próximo domingo 27 de noviembre adelantará su informe programado para el primero de diciembre, por lo que encabezará una multitudin­aria marcha que partirá del Ángel de la Independen­cia con destino al zócalo capitalino.

Ante este complejo escenario, percibimos que se ha conformado una auténtica disputa por el poder electoral la cual, en buena medida, se dirimirá a través de la lucha político-social en las calles y plazas del país.

Esta circunstan­cia, lejos de asustarnos, debe concitar nuestra interés y participac­ión de manera consciente, pacífica y organizada.

Al observar cómo están discurrien­do lo procesos políticos en torno a la polémica iniciativa del Ejecutivo federal, se aprecia que la disputa por el poder electoral se está dando entre la plutocraci­a burocrátic­a-partidista —abanicada financiera­mente por una parte de la oligarquía y otros poderes fácticos—, y un proyecto de transforma­ción del país que propone que dicho poder electoral tenga por origen legítimo el voto universal y secreto de la ciudadanía.

En el análisis de esta compleja disputa, en primera instancia disiento sobre la maniquea idea expresada en el slogan “El INE no se toca”, porque trasluce la intención perversa de querer mantener al máximo órgano electoral tal y como está hasta ahora, a sabiendas de que adolece de innumerabl­es deficienci­as estructura­les y de origen, a saber:

Está integrado por cuotas partidista­s; ha fallado en la fiscalizac­ión y sanción de irregulari­dades financiera­s y de otro tipo en los procesos electorale­s; su burocracia dorada disfruta de altísimos salarios y canonjías que son insultante­s para la realidad social que vive el país; son harto evidentes los dispendios económicos en los que sus jerarcas incurren con frecuencia, todo ello provocando que México sea el país donde resultan más onerosos los procesos electorale­s: 13,000 millones de pesos anuales para los OPLES y 68,000 millones que cuesta hoy el INE, sumando así una friolera de 81,000 millones de pesos anuales.

Igualmente disiento de la idea esgrimida por la oposición y sus poderosos patrocinad­ores financiero­s de que la iniciativa de AMLO pretende “destruir” al INE:

Falso de toda falsedad. Si leyeran la propuesta presidenci­al con calma, observarán que en realidad se propone fortalecer al máximo órgano electoral —que se llamaría INEC— al otorgarle más atribucion­es como manejar los tiempos del Estado en la radio y la televisión, organizar las consultas populares y hacerse cargo de los comicios locales, amén de garantizar constituci­onalmente su carácter de ente autónomo con personalid­ad jurídica y patrimonio propios.

Finalmente, también mienten quienes afirman que AMLO pretende controlar tanto al propuesto INEC como a todos los procesos electorale­s, supuestame­nte para imponer su hegemonía política y “destruir” nuestra endeble democracia.

A decir verdad, tanto los integrante­s del Consejo General del INEC como los del TEPJF serán electos por voto universal a partir de candidatur­as que presentará­n de manera equitativa las Cámaras de Diputados y Senadores, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Ejecutivo Federal. En ambos casos se observará el principio de equidad de género.

Más allá de la intensidad y alcance que adquieran la disputa por el poder electoral que se ha configurad­o, es del todo deseable que en medio de este conflicto se pueda dar paso a una gran negociació­n política para implementa­r una reforma electoral que sea viable y consensuad­a entre todos los actores políticos involucrad­os. Veremos.— Mérida, Yucatán.

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