El pueblo laico, al servicio de la Iglesia
Durante estos días en la Arquidiócesis de Yucatán se celebra la Semana de la Acción Católica Mexicana (ACM), organización que tiene gran incidencia en la vida de la Iglesia en México.
Era 1905 cuando el papa Pío X, viendo la necesidad de que el Evangelio de Jesucristo fuera más difundido, decidió convocar a los laicos católicos a emprender acciones concretas a favor de la evangelización; no obstante, fue hasta el pontificado de Pío XI cuando adquiere su configuración definitiva y con ésta su inserción en todas las parroquias y comunidades católicas del país.
Eran tiempos en que la sociedad necesitaba de signos claros para ir transformando las realidades eclesiales en las que la jerarquía tenía exclusivamente el depósito de la fe, en que los bautizados se conformaban con escuchar las directrices que los presbíteros les daban para llevarlas al cabo; sin embargo, el protagonismo laical era casi nulo.
Pero el Espíritu sabe soplar e infundir en el corazón de los hombres momentos de gracia, instantes de inspiración creativa, como lo fue el período del cual nació la ACM, ya que su génesis se convirtió en el desarrollo de nuevas formas de intervención de parte de los fieles laicos que conformaban las iglesias. Incluso era esperanzador saber que en ese tiempo los jóvenes tendrían acceso en la toma de decisiones y ejecución de proyectos que buscarían atraer a más chicos a las “cosas de Dios”, como solía decirse.
La violencia en nuestras comunidades es abrumadora, nuestras familias están siendo atacadas en todos sus valores y creencias, por lo tanto, bajo el lema “La paz de Cristo en el reino de Cristo”, la ACM pretende iluminar esta semana de reflexiones y acciones concretas a favor de todos los hombres de buena voluntad.
Los miembros de esta agrupación inspirada en la difusión y custodia de los ideales de Cristo desean ser luz en el mundo, testigos fieles del mensaje de paz del Evangelio.
La llamada para ser bautizados activos es urgente, tenemos mucho por enseñar y por difundir de la Buena Nueva de Cristo y no olvidemos que, si deseamos la paz, imitando a los miembros de la ACM podremos unir fuerzas e incidir en todas las realidades sociales, a fin de que Cristo sea también nuestra paz.