Adiós a una leyenda: ¡Pero sigo siendo el rey!
Recordamos el grito de batalla de Gonzalo Castaldi Monsreal, al ganar de nueva cuenta el campeonato estatal de tenis en el Club Campestre, en el año de 1972.
“Chalo” Castaldi, como cariñosamente era conocido en el gremio tenístico y la sociedad yucateca, fue sin duda uno de los grandes exponentes del deporte blanco, el tenis, en el siglo pasado.
“Chalo” comenzó su carrera en las canchas del desaparecido Country Club de la Avenida Colón y la calle 62. Dio sus primeros pasos en el tenis con Chanito Ponce, el más importante entrenador de esa época, y los grandes jugadores de aquellos tiempos, Oswaldo Millet, Charles Goff, Chumín Rodríguez, Jorge Trava, Humberto Espinosa García, Adalberto Mañé y otros.
Destacó mucho en el tenis, en ese tiempo llamado el deporte blanco. De igual manera sobresalió en el fútbol de primera fuerza a nivel local, dotado de una facilidad extrema para el deporte. Destacó en todas las disciplinas que practicó.
Además de ser destacado jugador, se distinguió también como líder en organización de eventos. De 1980 a 1987 presidió la Asociación de Tenis de Yucatán y en su administración se destacó por organizar los primeros eventos importantes, tales como el Gran Premio Mexicano, con Luis Baraldi, Javier Ordaz, Adolfo González, Enrique Haro y otros más.
En el Gran Premio Internacional Banamex, donde tuvimos la oportunidad de ver en Mérida a los mejores jugadores de la época de oro, como Juan Hernández, Pancho Maciel, Jorge Lozano, Fernando Pérez Pascal.
Posteriormente fue presidente del Club Campestre y allí tuve el gusto de ser miembro de su directiva.
En lo laboral, “Chalo” fue administrador de G y G Castaldi, la compañía de material eléctrico más importante de la época.
Gonzalo Castaldi Monsreal contrajo matrimonio con María Cristina Fitzmaurice Medina. Sus hijos son María Cristina, Gonzalo, Giovanni, Georgina, Gerardo y Vanessa. Chalito Jr. heredó de su padre los talentos deportivos y fue un gran infantil y juvenil del tenis yucateco.
Hombre generoso y gran corazón, se distinguió por ser, además de un sobresaliente deportista, un padre admirable y llevó un gran matrimonio con Cristy.
Su figura, elegancia y juego brillante, de saque y a la red, siempre será recordado por los amantes del que una vez fue llamado el deporte blanco, el tenis.
Descanse en paz, mi querido y entrañable amigo. Te recordaremos siempre. Mérida, marzo de 2024