La Semana Santa debe transformar corazones
Participar en los oficios propicia la cercanía con Dios
La Semana Santa siempre ha sido la fiesta principal de todos los católicos; es la que más gente convoca en el Jueves Santo, Viernes Santo y la Vigilia Pascual, asegura el presbítero Rolando Castillo Tun. “Acude una multitud de fieles, incluso aquéllos que durante todo el año no frecuentan la iglesia”, añade el sacerdote, que es párroco de Santa Rosa de Lima.
“La Semana Santa ocupa un lugar importante y central en el corazón de todos los bautizados, desde aquéllos que lo practican habitualmente hasta aquéllos que durante el año no van a la iglesia y que regresan en estos días santos”, dice a Diario de Yucatán en una entrevista.
Se espera que después de tomar parte en los diferentes oficios de Semana Santa se produzca un cambio de vida, una manera diferente de vivir la fe, “que sean más bondadosos con el hermano que está lejos, que practiquen más los valores del Evangelio que Jesús predicó”, indica el sacerdote, que también es licenciado en Filosofía por la universidad romana Regina Apostolorum.
Sin embargo, “tristemente, la Semana Santa se puede convertir en un momento de rito, un momento de culto únicamente y no alcanzar a convertir el corazón de los bautizados; es decir, que sea un momento especial, solemne, emotivo pero que al fin y al cabo terminando esos días santos vuelvan a sus vidas habituales y no se experimenta o no se da un cambio real en el bautizado”.
El padre Rolando Castillo señala que al vivir los días santos “un gran número de católicos son tocados por Cristo, hay muchos que experimentan la conversión y un cambio radical de tal forma que pueden alejarse del mal, de algún vicio, puedan frecuentar más la iglesia, buscar más a Dios”.
A la vida habitual
El padre párroco reconoce que una gran mayoría de personas participan en los santos oficios y se emocionan con la celebración, pero que después regresan a su vida habitual. “Si en su corazón no se logra experimentar el cambio, al menos que hagan las acciones del Evangelio”.
Pide permanecer cercanos a Dios. “No perdamos esa cercanía de poder estar participando de manera habitual en la Eucaristía, en la misa, en más celebraciones que la Iglesia tiene durante todo el año”.
Después de la cercanía con Dios, el padre Rolando Castilla recomienda que esa relación con el Señor se vea reflejada en las acciones con los hermanos, es decir, “que podamos considerar a los hermanos que están lejos como una prioridad para acercarlos, que podamos tenderle la mano a aquél que está necesitado, que podamos incluso transformar la vida política y social”.
“Los obispos”, prosigue, “se han manifestado en favor
de que todos podemos vivir un proceso electoral de la manera más pacífica, pero esto es fruto de un verdadero encuentro, es decir, que la persona que en Semana Santa vivió la experiencia de Jesús y se dejó tocar en el corazón tiene que reflejarlo en su vida con el prójimo, con el hermano y en lo social, en lo político”.
Tocar el corazón
Hay un gran número de católicos que asisten a las actividades de Semana Santa y se emocionan, “aprovechan la oportunidad de estar, sin embargo no han logrado experimentar del todo: esas celebraciones deben tener incidencia en la transformación de la persona, deben calar y tocar el corazón para que se pueda vivir el Evangelio”, pide el sacerdote.
“El católico debe sembrar luz donde hay oscuridad, sembrar el bien común; a todo lo adverso del mundo, el católico responderá buscando siempre lo mejor para todos”, señala.
“¿Qué es lo que sigue después de la Semana Santa? Que al saber que Cristo está vivo haya un antes y después, toque la vida de cada uno, que te transforme, te cambie, que puedas ayudar y transformar a la sociedad”.
Un cambio de vida
“A partir de mi encuentro con Jesús cambió mi vida”, relata Tatiana Vargas, vecina del centro de la ciudad.
Después de su divorcio trató de encontrar pareja y con ese objetivo se relacionó con varios hombres sin tener una relación positiva. Hoy día no tiene pareja, pero ya no lo siente necesario.
A partir del encuentro con el Señor, ahora trata de ir más a misa, tener mejor relación con su familia y las personas que la rodean. “Todos los días doy gracias a Dios por un amanecer nuevo”.—