Manolo Arruza y la eternidad del torero
Aporte grande del hijo del “Ciclón” ante los yucatecos
Amigos aficionados…
Siempre se ha dicho: el que es torero, nunca deja de serlo. Manolo Arruza nació en cuna de torero. Dice que se morirá siéndolo.
La noche del martes, el hijo del mítico “Ciclón” Carlos Arruza se dejó sentir quizá como pocas veces le había pasado, incluso en sus mejores días como novillero y matador.
La Peña “Tinto y Oro” organizó un coloquio en el que Arruza fue el invitado especial. Todo un acierto tratar de exponer la cultura taurina, sobre todo si quien va a dar su aportación es alguien de la valía de Manolo, que en sus tiempos fue un reconocido diestro, que en México tuvo un cartel grande, que fue a pelear los contratos y a defenderlos punteando en las plazas más importantes de España y en toda la geografía taurina. De cómo sobreponerse a la repentina pérdida de su padre, de cómo ser hijo del más grande de la época; cómo llevarla con su familia, en lo personal y lo relacionado con la fiesta de los toros.
Ante un aforo que hubiese colgado el lleno de “no hay billetes”, se prodigó. Entusiasmó a adultos, entre aficionados, toreros, empresarios y experimentados hombres de la fiesta, y dejó interesados a varios jóvenes y niños, como los llegados de la
Escuela Taurina de Calkiní que dirige Buenaventura Chuc “José Ventura”.
La Fiesta necesita de esos respaldos. Que vengan todos los que tengan algo para darle a la tauromaquia. Arruza celebra 50 años de alternativa y, tan feliz como cuando era torero, dice que su misión ahora es poder llevar sus conocimientos hablando ante foros como el de la noche del martes en Mérida.
Dos horas casi se aventó hablando. Se pudo cortar la charla, por tiempo, pero la concurrencia le pidió seguir en esa faena de puerta grande, y Manolo fue pa’ lante, sin huirle a ese difícil toro que hoy en día es la enseñanza y la defensa de la más bella de todas las fiestas. Los que nos la perdimos, lamentamos nuestra ausencia.