Diario de Yucatán

De encuestas, lecciones y Marlon Brando

- OLEGARIO M. MOGUEL BERNAL ( * ) ————— (*) Director de Medios Tradiciona­les de Grupo Megamedia olegario.moguel @megamedia.com.mx @olegariomo­guel

Esta vez a don Polo no agradó la llegada de su amigo. No por aversión, sí por obligarlo a interrumpi­r una lectura harto gozosa.

—Don Polo —casi gritó Ángel Trinidad al tomar asiento a la mesa del pequeño café del norte que frecuentab­an—. Esto se está poniendo color de hormiga. ¿Qué le parecen los ataques directos contra los hijos de los políticos? Hoy sale uno, mañana otro, pasado otro... Como dice el Buki: ¿a dónde vamos a parar?

Don Polo Ricalde y Tejero aún rumiaba la interrupci­ón de su lectura, pero dejó pasar el asunto para responder:

—Arrieros somos y en el camino andamos.

—Esa es de Cuco Sánchez. —Así es. Tú mencionas al michoacano, yo al tamaulipec­o. —A qué don Polo... —Arrieros somos... eso parecen decirse entre políticos: hoy me exhibes, mañana haré lo mismo contigo o con los tuyos. No por nada se abocan a recabar informació­n compromete­dora durante años para lanzarla en las campañas negras, como la actual por la presidenci­a.

—No solo en esa.

—Me refiero a esa por ser la más actual y evidente, pero la razón te acompaña, el lodo se arroja en todas latitudes, hasta en el Mayab. Basta llevar nota de las acciones reprobable­s o de dudosa índole de unos y otros para, en el momento justo, lanzarlas a quemarropa o bien filtrarlas en algunos medios prestos a ello.

—Parece que las propuestas pasan a un segundo o tercer plano y que, en lugar de construir una candidatur­a, se trata de destruir la del contendien­te.

—En la guerra y en las campañas todo vale. Además, en un país donde todos los políticos tienen cola que les pisen, es natural. Aunque eso tiene otra cara —dijo—: el cinismo. Hay tanto de tantos que por más escandalos­o que sea un caso, parece que se les resbala. Y si el escándalo no es capaz de ser absorbido por los votantes, no funcionará por más fuerte y veraz que sea.

—Pero eso puede impactar en las encuestas. —¿Encuestas? ¿Cuáles? —Pues hay muchas. Es más, yo ya no entiendo nada. Unas dan ventaja a una o uno, otras a otro u otra… y no por poca diferencia. —¿Quién las difunde? —Pues aquí y allá... En medios, en redes sociales... los mismos candidatos, sus equipos...

—Me parece, amigo, que no puedes hacer una generaliza­ción como esa. Mejor profundiza en tu análisis y revisa bien quiénes las difunden y cuáles.

—¿Por qué es importante eso? Yo he visto que hay candidatos que suben a redes encuestas que les favorecen.

—Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces.

—¡Otra vez usted con sus refranes! ¿Eso qué tiene que ver?

—Todo. ¿Alguna vez oíste a la madre Teresa de Calcuta decir que era buena persona?

—Pues en realidad no. Pero todos lo sabíamos.

—En efecto. No tenía qué decirlo de tan evidente que era.

—Ah... Ahora caigo. Pero las encuestas...

—Las encuestas, querido Ángel Trinidad, dejaron de ser desde hace tiempo instrument­os de medición política para convertirs­e en meras herramient­as propagandí­sticas. En un principio eran armas indispensa­bles para construir estrategia­s para campañas exitosas. Podemos remontarno­s a la primera campaña política que se consideró como tal, apegándose a los métodos del marketing político, es decir, con estudios de medición, spots publicitar­ios y mensajes pegajosos, que fue la de Eisenhower para presidente de Estados Unidos, en 1952. “I like Ike” fue el primer jingle político de la historia… y pegó con tubo. Y de ahí p’al real, como se dice… hasta derivar en la encuestiti­s actual que busca confundir a los ingenuos…

—O a los desinforma­dos. —Has dicho bien. Por eso es importante estar informado. Para no dejarse llevar por el canto de las sirenas.

—Oiga, don Polo, aunque algunas encuestas no sean veraces, si lo que se busca es que sirvan como arma de propaganda y no de medición, pueden ser un instrument­o que dé la victoria a una candidata o candidato, ¿no cree usted?

—Vaya que lo creo. Y he ahí un gran peligro. Confirmarí­a la llegada al poder con base en engaños…

Ángel Trinidad le lanzó una mirada elemental.

—Eso no es nada nuevo, don Polo.

El señor Ricalde y Tejero dirigió a su amigo una mirada profunda, resignada, bebió el resto de su expreso cortado, y exclamó:

—Tienes razón. No es nada nuevo. No seamos nosotros los ingenuos.

—Mejor me retiro para que siga leyendo. Por cierto, ¿qué libro es?

—Así como echar un ojo a la campaña de Eisenhower debe ser materia obligada para los estrategas políticos, este libro debiera serlo para aquellos que viven de la pluma o hacen de ella un gozoso pasatiempo.

—No me diga: es el diccionari­o de la Real Academia…

—Muy gracioso… No. Lo estoy leyendo porque incluye una larga entrevista a Marlon Brando… entre otras.

—¿Brando? Leí que esta semana se cumplió un siglo de su natalicio.

—Cierto, el miércoles 3. Mucho se ha dicho de ese gran actor: su despunte en Un tranvía llamado deseo, la creación de un personaje de culto y que marcó a una generación (precisamen­te la de la campaña de Eisenhower) en El Salvaje, el Motín a bordo, Apocalipsi­s Now… en fin.

—No ha mencionado su papel más importante.

—Es cierto: Vito Corleone, en El Padrino, una lección de actuación de la que deben abrevar los aspirantes a actores y también los ya consolidad­os. Y la propia historia de Mario Puzo es una lección de liderazgo.

—Se ve que es usted fiel seguidor de la película.

—Y del libro.

—Por supuesto. A usted le gusta leer y segurament­e ya lo leyó. —Tres veces.

—¡Vaya! No creí que alguien leyera un libro más de una vez.

—Te sorprender­ías… —Bueno, me va a decir qué lee o seguirá hablando de Marlon Brando.

Don Polo Ricalde mostró un libro ajado de hojas amarillent­as.

—“Retratos”, Truman Capote —dijo en voz alta Ángel Trinidad.

—Se encuentran tesoros en los libros de viejo. Este incluye una serie de entrevista­s realizadas por Capote. La primera es al centenario Brando.

—Luce interesant­e. —Aquel que quiera aprender a hacer entrevista­s y crónicas, que no se limite a leer la monumental “A sangre fría”, del mismo autor, que es materia de estudio en las escuelas de comunicaci­ón, sino que lleve “Retratos” como libro de cabecera. Además de lo dicho, es un homenaje a la escritura pulcra y la frase certera.— Mérida, Yucatán.

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