Los héroes incómodos
Según el diccionario de la lengua española, la palabra héroe significa varón ilustre por sus hazañas o virtudes. Personaje principal de un poema o relato en que se representa una acción, especialmente épica. Personaje de carácter elevado en la epopeya.
De héroes, así fueron catalogados los trabajadores de la salud en los momentos más álgidos de la pandemia del Covid-19 que azotó a la humanidad. Es decir, que por sus hazañas y por su carácter elevado al enfrentarse a esos duros momentos merecieron ese calificativo.
Sin embargo, y por fortuna, la pandemia se dio por terminada con el esfuerzo implacable de los trabajadores de la salud y el advenimiento de diversas vacunas.
¿Qué paso después con estos llamados “héroes”? Pues que, aquí en México, se les acabó el contrato por el cual entregaron su tiempo, arriesgaron su vida y la de sus familias al estar, en la mayoría de los casos, en la primera fila de la batalla contra el virus que tantas muertes dejó a su paso.
Pasaron a ser héroes incómodos. ¿Incómodos para quién?... Obviamente para el gobierno que ya no sabe qué hacer con ellos, porque desgraciadamente ya no los necesita.
Es una triste realidad. Me da mucha amargura y coraje, el ver cómo muchos compañeros de bata blanca (médicos, enfermeras y enfermeros) o personal que labora en un hospital, basta mencionar a los camilleros (encargados de trasladar a los enfermos a diversos puntos, incluyendo los covitarios) tengan ahora que estar pepenando por un trabajo digno a las afueras del Palacio de Gobierno.
Me da rabia ver a policías (que también son pueblo) y, que muy probablemente ellos mismos o algún familiar fueron atendidos durante la pandemia por estos “héroes”, que los estuvieran empujando vilmente para evitar que entren a un edificio, que se supone es público, a manifestarse por no tener seguridad laboral.
¿Será que los seres humanos carecen selectivamente de gratitud? Ya lo decía Esculapio en su famosa carta llamada ¿Quieres ser médico hijo mío?, donde puede leerse: “no cuentes con agradecimiento cuando el enfermo sana, la curación es debido a su robustez; si muere, tu eres el que lo ha matado. Mientras está en peligro, te trata como a un dios, te —————
(*) Médico Ortopedista suplica, te promete, te colma de halagos, cuando ya está convaleciente, ya le estorbas. Cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado se enfada y te denigra. Cuánto más egoístas son los hombres más solicitud exigen”.
Desafortunadamente, el personal sanitario no es una prioridad. Los políticos prefieren dar importancia a programas que les dejen votos o, políticas en donde queden bien parados para su próximo encargo dentro del gobierno, y tristemente la salud es de los últimos rubros.
No tenemos certeza laboral. Ya son casi 60 años de aquel movimiento de noviembre de 1964, en el cual hubo un levantamiento en demanda de mejoras salariales y condiciones de trabajo, por médicos de las instituciones públicas de salud en México.
Este pronunciamiento tuvo como consecuencia la inclusión de la figura del médico en la ley federal del trabajo de 1970. Actualmente me pregunto: ¿dónde quedamos los trabajadores de salud dentro de esta ley? ¿Por qué no tenemos derecho a un trabajo digno y bien remunerado?
Es lamentable decirlo, pero son tiempos aciagos en cuanto a la salud, como el maestro el Dr. Edgardo Arredondo le llama en su columna “La salud en los tiempos de la 4 T”.
Y es que, si hubo alguna esperanza de mejora al inicio de esta administración, ésta se vio destrozada con el fracaso del Insabi que, lejos de mejorar las instituciones públicas de salud en cuanto a equipamiento y atención, ocasionó un grave retroceso en todos los aspectos.
Como trabajador del hospital Agustín O’Horán (referente de nuestro Estado, solo por su historia), soy testigo del esfuerzo cotidiano de mis compañeros de bata blanca, haciendo todo lo que está a su alcance para sacar adelante a nuestros pacientes.
No claudicamos en nuestro espíritu de querer mejorar la salud de la población. Sin embargo, a veces nos encontramos con las manos atadas ante la falta de insumos básicos y hasta de personal en los hospitales.
Es triste ver cómo los gobiernos (federal y estatal) están mal asesorados en el tema. Esto es debido a que nunca acuden al frente de batalla, a mirar con sus propios ojos la atención del enfermo desde su llegada a una sala de urgencias saturada hasta días después cuando logra ser trasladado a una cama para su atención.
No recuerdo reuniones de la gente que gobierna con grupos de médicos, para saber de primera mano cómo se encuentra la situación dentro de los hospitales, qué áreas son las que requieren mayor apoyo, tanto de personal como de insumos y equipamiento.
La ciudad de Mérida y el estado de Yucatán han tenido un crecimiento tal que, ya no son suficientes los hospitales con los que contamos (¡Los centros de salud no son hospitales!).
Se requiere de mayor infraestructura, pero sobre todo de personal para que se pueda trabajar a tope.
Y aquí es donde surge la pregunta…. En realidad, ¿somos héroes? o, lo somos, pero: incómodos.— Mérida, Yucatán.