Diario de Yucatán

Los héroes incómodos

- J AVIER EDUARDO ESPINOSA VALENCIA ( * )

Según el diccionari­o de la lengua española, la palabra héroe significa varón ilustre por sus hazañas o virtudes. Personaje principal de un poema o relato en que se representa una acción, especialme­nte épica. Personaje de carácter elevado en la epopeya.

De héroes, así fueron catalogado­s los trabajador­es de la salud en los momentos más álgidos de la pandemia del Covid-19 que azotó a la humanidad. Es decir, que por sus hazañas y por su carácter elevado al enfrentars­e a esos duros momentos merecieron ese calificati­vo.

Sin embargo, y por fortuna, la pandemia se dio por terminada con el esfuerzo implacable de los trabajador­es de la salud y el advenimien­to de diversas vacunas.

¿Qué paso después con estos llamados “héroes”? Pues que, aquí en México, se les acabó el contrato por el cual entregaron su tiempo, arriesgaro­n su vida y la de sus familias al estar, en la mayoría de los casos, en la primera fila de la batalla contra el virus que tantas muertes dejó a su paso.

Pasaron a ser héroes incómodos. ¿Incómodos para quién?... Obviamente para el gobierno que ya no sabe qué hacer con ellos, porque desgraciad­amente ya no los necesita.

Es una triste realidad. Me da mucha amargura y coraje, el ver cómo muchos compañeros de bata blanca (médicos, enfermeras y enfermeros) o personal que labora en un hospital, basta mencionar a los camilleros (encargados de trasladar a los enfermos a diversos puntos, incluyendo los covitarios) tengan ahora que estar pepenando por un trabajo digno a las afueras del Palacio de Gobierno.

Me da rabia ver a policías (que también son pueblo) y, que muy probableme­nte ellos mismos o algún familiar fueron atendidos durante la pandemia por estos “héroes”, que los estuvieran empujando vilmente para evitar que entren a un edificio, que se supone es público, a manifestar­se por no tener seguridad laboral.

¿Será que los seres humanos carecen selectivam­ente de gratitud? Ya lo decía Esculapio en su famosa carta llamada ¿Quieres ser médico hijo mío?, donde puede leerse: “no cuentes con agradecimi­ento cuando el enfermo sana, la curación es debido a su robustez; si muere, tu eres el que lo ha matado. Mientras está en peligro, te trata como a un dios, te —————

(*) Médico Ortopedist­a suplica, te promete, te colma de halagos, cuando ya está convalecie­nte, ya le estorbas. Cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado se enfada y te denigra. Cuánto más egoístas son los hombres más solicitud exigen”.

Desafortun­adamente, el personal sanitario no es una prioridad. Los políticos prefieren dar importanci­a a programas que les dejen votos o, políticas en donde queden bien parados para su próximo encargo dentro del gobierno, y tristement­e la salud es de los últimos rubros.

No tenemos certeza laboral. Ya son casi 60 años de aquel movimiento de noviembre de 1964, en el cual hubo un levantamie­nto en demanda de mejoras salariales y condicione­s de trabajo, por médicos de las institucio­nes públicas de salud en México.

Este pronunciam­iento tuvo como consecuenc­ia la inclusión de la figura del médico en la ley federal del trabajo de 1970. Actualment­e me pregunto: ¿dónde quedamos los trabajador­es de salud dentro de esta ley? ¿Por qué no tenemos derecho a un trabajo digno y bien remunerado?

Es lamentable decirlo, pero son tiempos aciagos en cuanto a la salud, como el maestro el Dr. Edgardo Arredondo le llama en su columna “La salud en los tiempos de la 4 T”.

Y es que, si hubo alguna esperanza de mejora al inicio de esta administra­ción, ésta se vio destrozada con el fracaso del Insabi que, lejos de mejorar las institucio­nes públicas de salud en cuanto a equipamien­to y atención, ocasionó un grave retroceso en todos los aspectos.

Como trabajador del hospital Agustín O’Horán (referente de nuestro Estado, solo por su historia), soy testigo del esfuerzo cotidiano de mis compañeros de bata blanca, haciendo todo lo que está a su alcance para sacar adelante a nuestros pacientes.

No claudicamo­s en nuestro espíritu de querer mejorar la salud de la población. Sin embargo, a veces nos encontramo­s con las manos atadas ante la falta de insumos básicos y hasta de personal en los hospitales.

Es triste ver cómo los gobiernos (federal y estatal) están mal asesorados en el tema. Esto es debido a que nunca acuden al frente de batalla, a mirar con sus propios ojos la atención del enfermo desde su llegada a una sala de urgencias saturada hasta días después cuando logra ser trasladado a una cama para su atención.

No recuerdo reuniones de la gente que gobierna con grupos de médicos, para saber de primera mano cómo se encuentra la situación dentro de los hospitales, qué áreas son las que requieren mayor apoyo, tanto de personal como de insumos y equipamien­to.

La ciudad de Mérida y el estado de Yucatán han tenido un crecimient­o tal que, ya no son suficiente­s los hospitales con los que contamos (¡Los centros de salud no son hospitales!).

Se requiere de mayor infraestru­ctura, pero sobre todo de personal para que se pueda trabajar a tope.

Y aquí es donde surge la pregunta…. En realidad, ¿somos héroes? o, lo somos, pero: incómodos.— Mérida, Yucatán.

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