El voto secreto, pilar de la democracia
En una plática a la que fui invitado por una asociación civil, donde se contó con la participación de un consejero del Instituto Nacional Electoral (INE), el orador hizo interesantes comentarios, entre los que no podía faltar el del voto secreto en la importancia de elegir a quienes nos gobernarán.
El sufragio tiene una importancia suprema en el impacto final de todo un proceso electoral, tal y como lo es la calidad de la muestra representativa, en un ejercicio de probabilidad y estadística, es decir, tanto el uno como la otra, deben tener las características indispensables y necesarias para lo que son utilizados, pues de no ser así ocurrirá que el resultado final esperado para un proceso sea erróneo (elegir a quienes nos gobernarán en el caso electoral).
El origen del voto secreto fue que la ciudadanía participante al momento de elegir a quien desea le gobierne esté privada de presiones, influencias, coacciones, etc., para que su voluntad sea meramente la expresada en la boleta debidamente marcada exprofeso.
Aún existen otros métodos de elección menos transparentes como la aclamación o el alzar la mano —————
(*) Ingeniero, valuador, Maestro en Dirección de Gobierno y Políticas Públicas. todos en frente de todos para escoger al dirigente en turno.
Pero este método se puede prestar a represalias, pues todo mundo sabrá por quién se inclinó el votante. Para evitar estos problemas surge el voto secreto donde, en un lugar privado, el votante se encuentra libre de marcar la boleta de su preferencia sin que nadie observe el sentido del sufragio.
Lo anterior funcionó muy bien desde su origen, pero hace algunos años cuando la invención del popular dispositivo celular y del internet hacen su aparición se debe tener precauciones.
El hecho es que en tiempos actuales donde cualquier votante puede portar consigo un dispositivo celular al momento de marcar la boleta podría darse el caso de tomarle una foto o hacer un video donde se observe a quién o a quiénes favoreció con el voto. Esto pudiera ser utilizado para forzar al ciudadano a dirigir el sentido de su voto a favor de lo que le puedan indicar u obligar terceras personas.
Solo imagínese, amable lector, a un patrón o líder sindical que con 100, 1,000 o más empleados o subalternos y afiliados que solicite o más bien exija bajo amenaza de, por ejemplo, perder el empleo una muestra con foto o video de haber sufragado por la persona o partido que le convenga a dicho empleador o líder y con esto rompería toda la privacidad que ampara o protege la voluntad del votante.
Para fortuna del ciudadano, este tipo de situaciones se conoce como delito de coacción electoral y está plenamente tipificado por la ley.
Además, existen varias maneras de evitar ser víctima de coacción al voto que deben difundirse más y ser utilizadas por quienes estuvieran en este caso para poder ir a sufragar sin miedo y en completa libertad.
No sería sencillo revisar o catear a cada elector para evitar que introduzca algún dispositivo o cámara electrónica o de celular a la casilla, pero algo se deberá normar, legislar o reglamentar para por fin descartar por completo el peligro de la no consumación total de la democracia, es decir, que el delito se concrete.
Regresando a la interesante plática, también se habló de la posibilidad de que el voto fuera electrónico a través de un celular, a lo que el ponente manifestó no estar inicialmente muy de acuerdo.
Comparto la opinión de que eso no sea tan simple pues, ya tratando de imaginar que cada quien pudiera votar por medio de su celular, el futuro del voto secreto sería incierto pues intereses de terceros pueden también presionar al elector obligándolo a que, en presencia de un testigo y sin la presencia de alguna autoridad electoral, ejerza su voto por tal o cual candidato que tal vez no sea precisamente el que la voluntad del sufragante quisiera.
Seguramente lo anterior se considerará y regulará de forma adecuada pues de no ser así, ¿dónde quedaría la secrecía del voto?
Este tipo de delitos hasta hoy no tienen gran peso en los resultados finales y esperemos que nunca influya de manera por de más importante en un proceso electoral tan y tan costoso donde se invierten más de 22,300 millones de pesos que pueden ser virtualmente depositados en el caño de aguas negras al ser vulnerado dicho proceso que es de los más caros en América latina pues, en el 2018, durante las últimas elecciones presidenciales el costo per cápita de las elecciones mexicanas solo fue superado por un país centroamericano como lo es Costa Rica, lo que da idea de la magnitud de la importancia que se le da en los países a que sus elecciones sean lo más pulcras aunque el costo sea mayúsculo.
Si la influencia de un celular y fotografías o videos que hagan las veces de espía en miles de casillas electorales es decisiva, podemos estar en un caso inmerso en la Teoría del caos, en donde cualquier acción u omisión por mínima, inofensiva o insignificante que parezca, en algún plazo determinado es capaz de alterar las consecuencias.
Lo anterior nos hace recordar el Poema de George Herbert escrito en 1651:
“Por la falta de un clavo fue que la herradura se perdió.
“Por la falta de una herradura fue que el caballo se perdió.
“Por la falta de un caballo fue que el caballero se perdió.
“Por la falta de un caballero fue que la batalla se perdió.
“Y así como la batalla, fue que un reino se perdió”.
Aquí se considera que por un clavo se perdió un reino, no vaya a ser que en nuestro caso electoral por una foto se pierda un país.
La trillada frase de que tendremos las elecciones más grandes de la historia no hace referencia a la excelencia o pulcritud de ellas sino a la explosión demográfica donde no son solo el “Ratón loco”, la “Operación tamal”, la “Urna embarazada”, etc., los enemigos a vencer, pues a ellos se ha integrado de manera silenciosa y, a manera de cómplice, el aparentemente inofensivo dispositivo electrónico.
Afortunadamente el ingrediente supremo de este ejercicio y que realmente tiene mayor peso es que acudamos a las urnas a ejercer libremente nuestro sagrado derecho.
Ojalá todo salga a la perfección el próximo domingo 2 de junio, para que salgamos a votar libremente y el voto secreto siga siendo un pilar toral de la democracia.
Juntos tenemos que evitar que la nave de la democracia zozobre y no tengamos que hacer lo único que queda ante el peligro de un naufragio antes de rezar: Mandar un S.O.S. electoral.
El voto es secreto. ¡Hagámoslo valer!— Mérida, Yucatán.