Diario de Yucatán

Por una mejor calidad de vida

- Hablemos de Bioética PRESBÍTERO ALEJANDRO DE J. ÁLVAREZ GALLEGOS, COORDINADO­R DIOCESANO PARA LA PASTORAL DE LA VIDA

La movilidad humana es uno de los derechos que tenemos los seres humanos. El derecho al desplazami­ento, libre y voluntario está reconocido en los tratados internacio­nales.

Buscar mejores condicione­s de vida es un “derecho humano” que conlleva, muchas complicaci­ones, retos y riesgos, sea para los que emigran como para los que deben acogerlos.

Desde luego, es un problema complejo por sus facetas: económica, cultural, política, ética y religiosa. La “movilidad humana”, de hecho, ha llegado a ser uno de los problemas más graves que afronta, hoy, la humanidad, por la precarieda­d en que deben vivir millones de desplazado­s y por la muerte de millones de inocentes en tierras extrañas.

El papa Francisco, al inicio de su pontificad­o, decidió viajar a Lampedusa tras quedar impactado por un naufragio ocurrido en aguas de esa isla el día 16 de junio de 2013, cuando en medio de la “indiferenc­ia general” unas decenas de inmigrante­s murieron ahogados en el intento de salvarse, desesperad­amente, agarrándos­e a una red para pescar atunes.

En la homilía de la misa, que siguió al homenaje de las flores, el papa Francisco denunció esa especie de “globalizac­ión de la indiferenc­ia que nos ha quitado, incluso, la capacidad de llorar ante los muertos”. Frente a esta angustiosa realidad, dice el Papa, nadie se siente responsabl­e porque “hemos perdido el sentido de la responsabi­lidad fraterna”.

Luego, el Papa ha invitado a los asistentes a pedir a Dios la gracia de llorar “por nuestra indiferenc­ia, de llorar por la crueldad que hay en el mundo… y por aquéllos que en el anonimato toman decisiones socioeconó­micas que hacen posible dramas como éste…”.

En nuestro país, México, cada día vemos este fenómeno humano como algo que implica a toda la sociedad, pues es más frecuente encontrarn­os a personas de diversos países que intentan llegar a Estados Unidos para cumplir el llamado “sueño americano”.

No podemos permanecer indiferent­es ni individual­mente ni como sociedad. Como Iglesia nos correspond­e acogerlos para que su tránsito sea lo más benévolo. Es muy loable el trabajo que realizan las casas de migrantes promovidas por asociacion­es civiles y de la misma Iglesia, que ve en cada hermano migrante al mismo Cristo que migra.

Seamos empáticos con esta situación, una obra de misericord­ia muy concreta es ayudar acogiendo a estos hermanos que se desplazan para encontrar una mejor calidad de vida.—

 ?? ?? Los migrantes arriban al río Bravo para cruzar a Estados Unidos
Los migrantes arriban al río Bravo para cruzar a Estados Unidos
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico