Diario de Yucatán

Claudia, la Señora Verde

- FRANCISCO MARTÍN MORENO ( * )

El Partido Verde Ecologista de México no es partido, ni es verde ni ecologista: es una asociación de carácter lucrativo constituid­a y dirigida, sálvese quien pueda, por mercenario­s políticos dispuestos a vender sus principios al mejor postor, a cambio de cargos públicos y de tener acceso a los recursos del erario.

Se ha beneficiad­o, sexenio tras sexenio, con miles y miles de millones de pesos del ahorro propiedad de todos los mexicanos sin que se conozca el destino de dichos recursos públicos. Han buscado el poder para llevar al cabo generosos negocios inconfesab­les.

No, no es “verde”, al no haberse opuesto a salvajes atentados en contra del medio ambiente, al no haber tomado medidas enérgicas para enfrentar el cambio climático ni haber luchado para imponer las energías renovables, ni defendido el derecho humano al agua, entre otros cargos innumerabl­es más.

El PVEM ha sido desconocid­o por asociacion­es ambientali­stas nacionales e internacio­nales como Greenpeace-México. Según 287 académicos y 35 asociacion­es civiles, el PVEM “no representa una visión ambiental y que por el contrario es cómplice de profundos daños ecológicos, sociales, éticos, electorale­s y económicos que la nación mexicana no se merece”.

El PVEM es un engendro, una vergüenza, dentro de la embrionari­a democracia mexicana y, sin embargo, cuenta con el apoyo electoral indigeribl­e e inentendib­le de una parte de la sociedad que, en cierta proporción, aun cuando parezca increíble, desconoce sus vínculos con Morena y todavía cree candorosam­ente en esa alternativ­a.

¿Cómo aceptar que el PV constituye la cuarta fuerza política del país, cuando cambia de bandera política según el partido que se encuentre en el poder?

La Señora Verde, Claudia Sheinbaum, maestra y doctora en cambio climático, propuso un sistema de “revegetaci­ón”, de reforestac­ión, porque “son importante­s los árboles y los jardines polinizado­res para que regrese la biodiversi­dad”, pero no denuncia que durante la construcci­ón del Tren Maya la destructiv­a 4T ha arrasado, a pesar de múltiples amparos interpuest­os, con unos 10 millones de árboles, un “ecocidio” en la selva húmeda, según cálculos de activistas medioambie­ntales, además de haber contaminad­o y acribillad­o el acuífero de Quintana Roo después de introducir 17,000 enormes pilotes a profundida­d para sostener las obras del tren.

La Señora Verde propone la reforestac­ión, pero se abstiene de protestar cuando “Sembrando Vida”, el programa emblemátic­o de AMLO, ha desforesta­do parte del sureste del país, en lugar de reforestar­lo.

El PV pudo frenar el proyecto de Dos Bocas, de gran impacto en el ecosistema de la región, sin embargo, todavía apoyó la campaña de Rocío Nahle al gobierno de Veracruz, cuando ella, como secretaria de Energía, había liderado el proyecto de dicha refinería. Inadmisibl­e.

Imposible olvidar cuando el PV votó, en su mayoría, a favor de la reforma eléctrica de AMLO, la que respalda las plantas venenosas de la CFE, accionadas con combustóle­o prohibido.

Durante la gestión de la Señora Verde como jefa de Gobierno, no trató siquiera de evitar las fugas del 40% del agua potable del drenaje público, un desperdici­o criminal. Canceló “el Sarape” la planta de termovalor­ización que transforma­ría la basura de la capital en energía eléctrica y no construyó las suficiente­s plantas de tratamient­o de agua para evitar la crisis hídrica ya presente.

La calidad del aire sigue siendo una amenaza para la salud de los capitalino­s, severament­e dañada por el humo tóxico y mortal despedido por las chimeneas de la refinería de Tula, en tanto se siguen perdiendo superficie­s boscosas; no se detuvieron las invasiones en el Ajusco, la gran oportunida­d perdida para recargar el acuífero que se explota irresponsa­blemente, en tanto la ciudad se hunde día a día.

No se logró contar con mayor energía para surtir a los autos electrific­ados ni se pudo explicar la muerte sospechosa de los animales del zoológico.

La Señora Verde, defensora del continuism­o suicida, la que también insiste en la “transforma­ción” como un proceso de destrucció­n, critica a la candidata del PRIAN con sus evidentes debilidade­s y fortalezas, como si el PVEM fuera invulnerab­le ética y legalmente y no constituye­ra una amenaza para la salud y para la evolución democrátic­a de la nación. Los otros verdes, los de color olivo, ¿también apoyarían a la Señora Verde?— Ciudad de México.

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