Aniversario de una lucha
El próximo 15 de mayo se cumple un año de que diversas personas de Santa María Chi, una comisaría del norte de Mérida, instalaron un campamento en protesta por las afectaciones que ha provocado una megagranja de alrededor de cincuenta mil cerdos (el número exacto de animales es desconocido por la población de Santa María Chi. De hecho, la falta de información es uno de los muchos problemas relacionados con la granja).
En diversos artículos en este mismo espacio he expuesto algunos de los problemas más sentidos por la comunidad. Uno de los más notables es la pestilencia despedida por la granja, que puede percibirse prácticamente todo el día, todo el año.
Las y los vecinos de Santa María Chi señalan que han convivido con este olor por ya más de diez años.
El mal olor no es sólo una sensación desagradable. Como han escrito Constance Classen, David Howes y Anthony Synnott, “el olor es poderoso. Los olores nos afectan en niveles físicos, psicológicos y sociales”. En una encuesta realizada en la Universidad de Concordia de Montreal, las personas respondieron que sus olores favoritos eran el aroma de los bebés, la fragancia de las rosas y el olor del pan casero. En cambio, los olores que más les disgustaban eran los despedidos por hombres “apestosos” en el autobús, las granjas de cerdos y de pollos, el humo del cigarro, el olor de los hospitales y la carne cruda.
Probablemente, si las encuestas se extendieran a nivel global, las granjas de cerdos y pollos también serían de los olores más desagradables seleccionados por las personas (“Aroma. The Cultural History of Smell”).
Siguiendo los planteamientos de Classen, Howes y Synnott, los olores son muy importantes porque nos afectan en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida, desde la salud y la alimentación, hasta en la vida religiosa y sexual. No obstante, como reconocen los autores, el olor es un fenómeno altamente elusivo: a diferencia de los colores, no suelen ser nombrados —más bien, solemos decir “huele a X”, “huele como Y”— y tampoco pueden ser registrados. Acaso por esta y otras razones, el olfato ha sido uno de los sentidos menos valorados en la tradición occidental, la cual ha privilegiado la vista.
El olor de la granja ha afectado la vida cotidiana, familiar y social de Santa María Chi. Por ejemplo, muchas personas dicen que ya no abren sus puertas o ventanas mientras comen, pues, —————
(*) Investigador del Cephcis-UNAM además de la pestilencia, también hay más moscas y moscos, los cuales han aumentado por las inundaciones provocadas por la granja. Otra muestra de cómo se ha trastocado la vida cotidiana es que mucha gente ya no lava la ropa en las tardes, pues el olor se impregna en la ropa. Otros comentan que sienten vergüenza de invitar a personas —familiares, amistades— que viven fuera de Santa María Chi.
Por todas estas razones, resulta una verdadera ofensa que la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS) haya informado que, a partir de una inspección realizada en Santa María Chi un día —un solo día, el 21 de noviembre de 2023—, “no se perciben olores fuertes a granja a pesar de las lluvias que se han presentado”.
George Orwell escribió que la diferencia más importante de las clases sociales era, justamente, cómo olían. “Las clases trabajadoras huelen”, sentenció Orwell. En Yucatán, la pestilencia de las granjas es el olor del racismo y la desigualdad.
El olor es uno de los problemas más notables, pero probablemente el que más preocupa a la comunidad es el de la contaminación del agua. No se necesitan hacer estudios de calidad de agua para apreciar a simple vista cómo el agua de algunos de los pozos está turbia, incluso con gusarapos (y también huele mal). Pero se han hecho por lo menos tres análisis distintos de calidad de agua y los tres coinciden en que la presencia de coliformes fecales se encuentra muy por encima de lo que permite la norma oficial en la materia.
Con justas razones, las y los vecinos de Santa María Chi se han movilizado para denunciar las afectaciones provocadas por la granja. El 15 de mayo del año pasado instalaron un campamento a unos metros del acceso de la granja como un acto de protesta pacífica. No obstante, la empresa ha respondido con la criminalización de la protesta, pues ha interpuesto demandas contra el comisario por sus labores de defensa, una acción similar a la que se ha seguido en los casos de Chapab y Sitilpech. De manera grave, las autoridades han tolerado este patrón de criminalización de la protesta, a pesar del informe y recomendaciones que Amnistía Internacional, una de las organizaciones más importantes de derechos humanos en el mundo, ha hecho a las autoridades yucatecas sobre la materia (véase el informe de Amnistía, “México: tierra y ¿libertad? Criminalización de personas defensoras de tierra, territorio y medio ambiente”).
A pesar de que las autoridades municipales y estatales niegan los problemas que vive Santa María Chi, en este año de movilización, la comunidad ha conseguido logros muy importantes. Gracias a su protesta, han conseguido que los grandes camiones que transportan a los cerdos y su alimento dejen de pasar por las calles de la comunidad, destruyendo calles, ensuciando escarpas, haciendo ruido y representando un peligro para niños que juegan en las calles.
Al igual que otras comunidades de Yucatán que atraviesan problemas similares, Santa María Chi ha iniciado procesos legales a partir de los cuales ha obtenido algunos triunfos: gracias a un amparo, han logrado una suspensión provisional según la cual no deben ingresar más cerdos a la granja; gracias a otro amparo, han conseguido que la SDS no pueda emitir la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) a favor de la granja.
Hasta ahora, la granja ha operado de manera ilegal, sin permisos y autorizaciones obligatorias, como la MIA. Cabe destacar que muchas veces las empresas presentan MIAs a modo, sin fundamento técnico —como en el caso de Homún, la cual ya fue desestimada por el poder judicial—, y son aprobadas por las autoridades. Esto es justamente lo que se quiere evitar en el caso de Santa María Chi.
Más allá de las victorias legales, las cuales no son respetadas por la empresa y las autoridades, en este año “se ha hecho demasiado como comunidad, nos hemos organizado, hemos hecho alianzas con vecinos con los que no convivíamos”, me comenta el comisario de Santa María Chi.
“Lo más importante”, continúa el comisario cuando relata lo que se ha logrado en este año, es que la comunidad de Santa María Chi “conoce el impacto que tiene la mega granja en el aire, en la tierra, el agua y la salud. La mayoría de la gente ignoraba el tema, o si lo percibía, no denunciaba por temor, por falta de autoridad”.
Asimismo, gracias a los amparos que se han interpuesto, la comunidad de Santa María Chi se ha dado cuenta de que el problema “no sólo es una granja, es la corrupción, que hay mucho dinero por medio. La empresa sabía que contaminaba y no le importó, no hizo nada”.
Cuando el comisario se refiere a la corrupción, señala particularmente la relación de la ex secretaria de desarrollo sustentable del gobierno de Yucatán, Sayda Rodríguez, con directivos de la empresa Kekén, con uno de los cuales trabajó anteriormente. Ahora, Rodríguez es candidata del PAN y Nueva Alianza a diputada local del distrito 9, precisamente el que corresponde a las comisarías del norte de Mérida, entre ellas Santa María Chi. De acuerdo con vecinos de la comunidad, hasta ahora, a menos de un mes de la elección, la candidata no ha visitado la comisaría, sólo lo ha hecho su equipo de campaña mediante una caravana, la cual, como reportó el periodista Patricio Eleisegui, repartió a la gente botanas ya caducadas.
Ha pasado ya un año de la lucha de Santa María Chi en contra de la contaminación del agua, del aire, de las afectaciones a la salud y a la tranquilidad de la vida del pueblo; en contra de la corrupción y colusión entre autoridades y empresarios. Además del fortalecimiento comunitario, en este año, este proceso nos ha enseñado también que los problemas de contaminación ocurren de manera grave incluso en el norte de Mérida, y poco a poco están alcanzando a los nuevos fraccionamientos de clase alta que tanto promocionan las autoridades y empresas. El futuro les está alcanzando.— Mérida, Yucatán