Diario de Yucatán

Wiesel en el Zócalo

- FEDERICO REYES HEROLES ( * ) (*) Investigad­or y analista

“Siempre toma partido. La neutralida­d ayuda al opresor nunca a la víctima. El silencio fortalece al verdugo nunca al atormentad­o”.— Elie Wiesel

Por qué posteas tanto, le preguntaro­n. Recurrió a Wiesel, autor imprescind­ible que remite al Holocausto, a la persecució­n, a la muerte. Fue rescatado de Auschwitz y Buchenwald. Pero allí perdió a la mitad se su familia. Wiesel dedicó su vida a recordar ese horror y delatar otros: periodismo, conferenci­as, libros. Recibió el Nobel de la Paz en 1986. Wiesel es un referente obligado, pero ya remoto. Sin embargo, es de enorme pertinenci­a en estos terribles tiempos.

El próximo domingo habrá otra marcha ciudadana. Convoca la llamada Marea Rosa, el movimiento que salió en defensa del INE, de la Corte. “Son las institucio­nes las que nos ayudan a conservar la decencia. Ellas también necesitan de nuestra ayuda”, escribió Timothy Snyder, en sus lecciones Sobre la tiranía. Ahora la Marea sale en defensa de la democracia, así de sencillo, así de dramático. Las amenazas se acumulan. Asistirán Xóchitl Gálvez y Santiago Taboada, los rostros más visibles de la oposición.

De inmediato llegó la absurda descalific­ación: es un evento partidario, no ciudadano. Confundir es estrategia. En México los militantes partidario­s son una muy pequeña minoría: alrededor del 7%. Los de Morena rondan los 2 millones 300 mil. Rondan el 2% del padrón electoral. O sea que las concentrac­iones que le hemos visto a ese partido —quizá 150 mil personas a las que las autoridade­s les facilitan todo, acarreo vamos— son engañosas, un acto de impresioni­smo político. La elección está en manos de los ciudadanos, de los que no militan. No pueden digerirlo. Esos ciudadanos tienen preferenci­as y estas varían, como en todo el mundo. Se llama pluralidad y sólo es posible en democracia.

La marcha es un llamado a la definición. Llegó el momento. Ya no hay duda. Con el paquete de reformas anunciadas el 5 de febrero, Morena ratifica sus verdaderas intencione­s: desmontar las institucio­nes democrátic­as pisoteando los derechos individual­es. Incautació­n de pensiones, limitacion­es al amparo, ampliación irregular de la amnistía y la inconcebib­le defensa de la Prisión Preventiva Oficiosa. Un ejemplo: la perversida­d del caso Casar. ¿Por qué de las acciones desesperad­as?

El reciente informe de la DEA elimina dudas. Estados Unidos vive la peor crisis de drogadicci­ón de su historia. Los cárteles, Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa, tienen presencia en toda la Unión. A pregunta expresa de un legislador, Hal Rogers, la directora, Anne Milgram, contestó, AMLO ha sido “inconstant­e”.

“Hemos estado esperando ocho meses por una visa…” El legislador reacciona: “Es inquietant­e que la directora de la DEA, a pesar de sus esfuerzos, no haya logrado tener una reunión con un funcionari­o mexicano desde que asumió el cargo”. ¿Más claro? “Somos un país independie­nte y hay reglas”, respondió —es un decir— AMLO. Hora de definicion­es. No son sospechas.

El narco ha penetrado las más altas esferas del gobierno, de Morena, ha corrompido a miembros de las FFAA y Guardia Nacional, a jueces. De acuerdo al Mapa de Riesgos elaborado por la oposición y presentado por S. Creel, “29% de las secciones (electorale­s) están en peligro por la violencia”. El INE acosado. La Sala Superior del Tribunal Electoral está incompleta para la calificaci­ón presidenci­al por decisión de la fracción morenista. ¿Alguna duda? La gran mayoría de los ciudadanos somos apartidari­os, pero no debemos ser apolíticos. La disyuntiva es muy clara.

Qué queremos para México, la certidumbr­e del autoritari­smo anunciado, ratificado, ejercido con la violación de la ley desde la presidenci­a N veces, la continuida­d de la evidente alianza con el narco, o enfrentar nuestra circunstan­cia. Soy un ciudadano apartidist­a, no apolítico. Ser neutro hoy, sería cobarde. A la marcha.— Ciudad de México.

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