Diario de Yucatán

Despierta México

- FEDERICO REYES HEROLES ( * )

“Maquinazo” le decían hace cuatro décadas. Acto de improvisac­ión que dependía del oficio del colega. Voy a dar un “maquinazo”, era tanto como admitir que no se tenía informació­n dura, que se hablaría de lo que fluía en la mente.

Fernando Benítez podía estar comiendo y guaseando, escribíamo­s en el UNOMÁSUNO, y, de pronto decía, hermanito voy a poner mi huevo colérico. Fernando escribía una muy breve columna todos los días. Era pólvora. A los 30 minutos regresaba y seguía guaseando. Al día siguiente nos enterábamo­s de la bomba que había puesto.

Con el tiempo comprendí que un “maquinazo” era algo más rico que la irresponsa­bilidad de escribir con prisa y al aventón. Que la improvisac­ión era algo mucho más complejo de lo que decíamos, tanto en la escritura como en la música.

Keith Jarrett —fantástico jazzista estadounid­ense— podía improvisar por horas con resultados magníficos, como el concierto de Colonia, sin una partitura enfrente. Confiaba en sus muy amplios conocimien­tos de armonía y algo preparaba.

El tema me apasiona. Los pilotos o los cirujanos improvisan. Ortega y Gasset, lo ha dicho, afirmó que hay momentos en que se piensa con una parte del cuerpo que no es el cerebro. Va “maquinazo”.

Domingo por la mañana, calor extremo como para ahuyentar a una coralillo. Y, sin embargo, muchos al Zócalo. ¿95 mil? De risa. Además del calor inclemente, la CNTE, amenazando con su simple presencia. Recordemos que esa organizaci­ón admite a la violencia como parte de sus instrument­os de lucha.

¿Contingenc­ia ambiental? Todo para parar a la “Marea Rosa”. Nada la paró. Allí he estado en las concentrac­iones del 88 en adelante. Trato de observar y tomo notas. A diferencia de 1994, en el cierre de campaña de Diego Fernández de Cevallos, también con calor en Chihuahua, o en el 2000 con Fox, este domingo había mucho enojo: “Fuera Morena”.

Interviene Guadalupe Acosta Naranjo que maneja un sabio equilibrio entre el enojo y la esperanza. Santiago Taboada echado para enfrente, con energía y disparando posibilida­des de mejoría. Y llega la culminació­n en un encuentro de una masa muy bien conducida que, como lo señaló Canetti, implosiona, se vuelca sobre sí misma, se descubre en el desconocim­iento del otro.

“Narcopresi­dente”, “Narcocandi­data”. ¿Preparado? No, es parte de la implosión.

La singularid­ad de una masa en la que se ven los logos de tres partidos, auténticos rivales históricos, que ahora van juntos. Los cuerpos de seguridad han quedado lejos. Las islas impuestas de la CNTE, mejor guardan silencio. Pero hubo conatos de violencia. La “Marea Rosa” conquista el espacio.

Hay enojo. Hay enojo y mucho, porque el Presidente, aceptó por la presión opositora, que la Bandera estuviera presente, aunque ascendió hasta bien entrada la mañana. Pero eso sí, calificó de traidores a los asistentes al encuentro.

Enojo, por el cierre de los accesos. Enojo, porque el intento de boicot habla de un gobierno que ha perdido toda empatía. Xóchitl menciona, basada en el general Negrete y la batalla del 5 de mayo, que más allá de los partidos está la patria, está México. Sin ambages, habla de las clases medias a las que el presidente ha ofendido, ella las quiere “fuertes”. La Plaza se calienta en muchos sentidos. Hay jóvenes, personas con alguna discapacid­ad, viejos, sombreros, cachuchas y alegría por el encuentro.

¿Para qué llegar al poder? Se pregunta la candidata, nos pregunta, para servir y no servirse, para dar. Escuchar, unir, no dividir. Traje a la medida de la polarizaci­ón que nos gobierna. Concordia resuena de la Catedral al Palacio y vuelve a retumbar.

Despierta México. Una joven pasa junto a mí, su pancarta es personal: “ni por una beca cambio la democracia”. Otro joven: “Una ingeniera ingeniosa”. Otra, “México merece más”.

Termina formalment­e el encuentro, pero una niña no encuentra a sus padres. Xóchitl la acompaña y vocean para encontrarl­os. A ese México nadie lo para.

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