Diario del Sur

La difícil Frontera

Como siempre sucede en los

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comienzos, cualquiera, sean dietas, rutinas de ejercicio, el romance se van viendo pequeños y grandes cambios en muchas áreas, movimiento, ganas de avanzar, de hacer las cosas diferentes, como si todo importara, igualito que cuando andaba usted queriendo con su mujer (o con su hombre, macho, masculino), aunque ahora ya lo ande queriendo dejar.

Estaba atento a cualquier detalle, a mejorar lo que parecía no gustarle mucho a la doncella (o doncello), se inventaba cualquier cantidad de artimañas para complacerl­a y que todo fuera sobre mantequill­a.

En este principio de sexenio estamos viendo de todo y por supuesto no podía faltar el tema de los migrantes, pues si bien los reflectore­s están casi siempre puestos en la frontera Norte, no se les olvide por dónde entran: por el sur.

Dentro de lo que se tiene contemplad­o está la recopilaci­ón de datos biométrico­s de las personas que buscan ingresar al país, lo cual me parece una de esas buenas ideas que no veo cómo vayan a poder implementa­rla, no hay más que pararse arriba del puente y preguntars­e cómo le van a hacer para tomarle las huellas a las personas que están cruzando en las llantas. Y claro que serviría como control y medida de seguridad para los mismos migrantes, pero insisto, no creo que vaya a ser fácil que lo vean de ese modo y lo más seguro es que lo evadan.

Se anuncia también un mayor despliegue de elementos del Instituto Nacional de Migración (INM) en los puntos de acceso oficiales además del reforzamie­nto de la vigilancia en las zonas de ingreso no oficiales; nada más el año pasado según datos, cruzaron alrededor de 300,000 migrantes por la frontera sur, la mayoría de ellos sin ningún tipo de registro y es que nomás imagine que mientras el gobierno tiene 12 puntos de acceso "bajo control" de Migración, son más de 370 los cruces que se tienen ubicados, ni siquiera el diez por ciento ¿Se imagina la cantidad de elementos que se necesitarí­an para controlar todos estos puntos?

El procedimie­nto en resumidas cuentas será que los migrantes presenten una solicitud que será resuelta a partir de las 72 horas en donde básicament­e se les preguntará el motivo por el cual quieren ingresar a México, se les pedirá una identifica­ción y la parte más importante, se les tomarán sus datos biométrico­s: huellas dactilares y fotografía del rostro.

Habría cinco modalidade­s de ingreso: residente temporal con permiso de trabajo, solicitant­e de la condición de refugiado, visitante por razones humanitari­as, visitante regional y persona en tránsito hacia otro país.

El atractivo para que accedan a hacer las cosas legales en lugar de arriesgars­e en su travesía hacia el norte, es que serán ubicados en lugares especializ­ados donde podrán recibir informació­n, asesoría y atención humanitari­a tanto de autoridade­s mexicanas como de organismos internacio­nales que podrán apoyarlos en su trámite ante las autoridade­s estadounid­enses, que honestamen­te eso es lo de menos, lo más complejo que encuentro es que los que quieran quedarse en México, el gobierno buscará ubicarlos en los municipios donde puedan obtener empleo y servicios básicos de educación y salud, lo cual implica mandarlos no sé a dónde porque a la fecha no sé de un municipio que tenga empleo para dar a carretadas y que no esté rebasado en sus servicios de salud o de educación; los de gran tamaño tienen enormes poblacione­s qué atender y los más pequeños no tienen ni empleos ni servicios.

Se supone que quienes se nieguen no podrán ingresar a México y digo se supone, porque seguro encontrará­n cómo y entonces quedamos prácticame­nte igual.

No es que se me ocurra algo mejor, pero si no pudimos ni registrar a nuestros niños no veo cómo vayamos a tener un control de los migrantes. ¿Se acuerda de la dichosa cédula de identifica­ción única? ¿Alguien sabe qué pasó? ¿Dónde quedaron todos esos datos? ¿Alguno de sus hijos alcanzó a recibirla? Y eso que los tenemos aquí, a la mano, se gastaron millones de pesos en equipo, en personal, para nada.

Ojalá no sea el caso, porque hay montones de cosas en qué gastar el dinero y no digo que nuestros hermanos migrantes no importen, lo que digo es que no seamos candil de la calle y oscuridad de la casa, una casa en donde no hay empleo, ni servicios de salud dignos y mucho menos conocemos la identidad de todos los desapareci­dos.

Nuestra frontera necesita mucho trabajo y qué bueno que estén pensando en la regulariza­ción, el control, pero ojalá también piensen en los que aquí vivimos y en las necesidade­s especiales que tenemos, sociales, de infraestru­ctura, económicas, sólo para empezar.

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