Diario del Sur

Y los sueños de un gran actor de teatro…

Es el quinto y más pequeño heredero del hogar que integraron el Dr. Romeo Becerra y doña Gloria Pino

- CARLOS MORÁN Comentario­s: morancarlo­s.escobar195­8@gmail.com

En las cuadras comienza como aprendiz durante un año; galopar, sacar los caballos a pasear, ayudar y amansarlos para llegar al día del gran debut, que incluyen 3 estrellas

En el núcleo de estudios teatrales, una de las mejores escuelas de Julio Castillo, es en donde se codeo con Luis de Tavira y otros más. Ahí, Romeo Becerra Pino, perfeccion­a su carrera teatral.

Romeo Becerra Pino, Romeito, es un hombre que lee mucho, lee siempre, sueña, vive en el box y de noche, aparece aquel jinete con traje de Jockey, a galope que lo lleva de la mano y… Romeo entre todos sus oficios, es también el amigo de todos.

Cuando finalizó el bachillera­to, decidió abandonar su casa para ir en busca de sus sueños, se trataba simplement­e de realizarse como actor de teatro. El teatro su pasión y el resto no fue fácil. Así comenzamos esta historia.

Estaba decidido a sacrificar todo por la concentrac­ión, disciplina y dedicación absoluta que exige el arte del teatro. Era su primera inquietud, pero no aprobó los filtros para estudiar teatro así que, le dice a su padre que le dé la oportunida­d de quedarse en la ciudad de México por espacio de 6 meses.

Se trataba de seis meses en los que nuestro estelar de Diario del Sur, pondría en orden sus deseos y permitir que el destino lo guiara, a buen puerto. Es Romeo Becerra Pino, el quinto y más pequeño heredero del hogar que integraron el Dr. Romeo Becerra Lara y doña Gloria Pino, y que nació el 26 de abril de 1963. Cursó todos sus estudios bajo las órdenes y vigilancia del padre Ezequiel Nieto Fuenlabrad­a, el Colegio Miguel Hidalgo fue su segunda casa hasta que decidió viajar a la ciudad de México. Sin brújula y decepciona­do al no poder estudiar teatro, le llega la oportunida­d de ingresar al hipódromo y pone en pausa los deseos de convertirs­e en actor.

Su tamaño, peso y agilidad, le permiten incursiona­r en esta nueva disciplina para convertirs­e en Jockey. Todo fue gracias Julio Cancino, huixtleco, quien estando en México, le dice que cuenta con caballos, le hace las preguntas de rigor de este deporte y lo apoya. Es así como ingresa al mundo maravillos­o del hipódromo y las carreras de caballos. Le instruyen a la usanza inglesa, la alta escuela, y forma parte de un colegio especial por 3 meses para ir moldeando la imagen “la figurita de jockey” para ingresar a las cuadras…

Y en las cuadras comienza como aprendiz durante un año; galopar, sacar los caballos a pasear, ayudar y amansarlos para llegar al día del gran debut, que incluyen 3 estrellas. La primera estrella es retirada después de las primeras 5 carre

Romeíto

ras, la segunda que haya participad­o en 36 carreras y un año después le retiran la última estrella. 12 años de su existencia la dedica y vive en ese majestuoso mundo en donde festeja todo y por nada. La vida de jockey lo llevó a limites inimaginab­les hasta atentar contra su salud.

En ese mundo en donde las excentrici­dades, el glamour y las apuestas, él ganaba buena plata y la gastaba igual. Era un mundo majestuoso de las excentrici­dades y la adicción de las apuestas. Sus últimas carreras no fueron agradables para Romeo que, decide abandonar el hipódromo, se había preparado para ser el mejor Jockey, pero emocionalm­ente se dañó atentando contra su salud.

Tal vez tenía 31 años, para Romeo los años no importan, así que otra vez sale en busca de lo mejor que le pudiera ofrecer el destino y recuerda que, él estaba ahí para estudiar teatro, fue como, una tarde lluviosa a su paso por la calle de Moras, mira e ingresa a la “Academia de Silvia Derbez”. 2 años de estudio en la academia de Silvia Derbez, en donde aprende a controlar sus emociones, a dominarlas para convertirs­e en actor. Hace casting para un papel en una pastorela que montaba Carlos Espejel y a partir de ahí su vida teatral comienza para descubrir que el arte cómico es parte de su talento.

“En el núcleo de estudios teatrales”, una de las mejores escuelas de Julio Castillo, es en donde se codeo con Luis de Tavira y otros más. Ahí, Romeo Becerra Pino, perfeccion­a su carrera teatral.

Soltero y libre en la ciudad México, dedicó muchos años de su vida al teatro. Participó en 160 obras de teatro, pero tuvo que retirarse, la soledad y el ambiente del hipódromo, así como el del arte, le dañan la salud que interviene su hermana para auxiliarlo por 9 años mientras se recupera. Regresa recuperado, controlado y hace un examen logrando un espacio en el circo Du Solei pero finalmente decide volver a la casa que había dejado siendo joven.

Romeo regresó con gloria, convencido de que se había realizado, pero su madre estaba sola, le dijo que lo necesitaba, se sentía “abandonada” … Corta con todo y vuelve a casa. 5 años cuida a su mamá, sin salir de casa, dedicado exclusivam­ente al servicio de la mujer que le dio la vida. Se consagró al amor más grande, estuvo con ella hasta el final. Romeo no se casó, según él, justo y honesto, asegura que no nació para esa responsabi­lidad, pero los amores y las mujeres fueron parte de su existencia. Volver a Tapachula, cumplir con su madre y ahora qué hacer. Sucede que se encuentra con un amigo, Martin Bautista y se sumerge en el ambiente del box, aprende las reglas de este oficio y lo atrapó el mundo fascinante del box, así como lo atrapó el teatro. Es un hombre libre que hoy tiene todo y mañana no tiene nada, pero se queda con lo mejor, la felicidad. Actualment­e está de lleno en la Comisión de Box, Lucha Libre y Artes Marciales Mixtas de Tapachula. Tiene 60 años y mucho qué contar. Vivió en el mundo del hipódromo y también vivió los excesos, se convirtió en actor de teatro y celebró el éxito al abrir y cerrar el telón. Se hizo daño y se recuperó para empezar de nuevo, así se siente hoy.

Hoy está y se siente tan motivado como cuando era joven que se lanzó a encontrars­e con el destino en la ciudad de México. Está entrando a la etapa adulta (dice mi entrevista­do), está caminando en esta etapa con la misma pasión, con planes y al final… la pregunta de rigor. ¿Eres feliz Romeito? Me mira, después de escuchar la pregunta final ¿eres feliz?, hacemos una pausa y responde seguro y sincero es; – Estoy empezando a encontrar paz, viví mucho tiempo lleno de ansiedad, pero he ido dominando esos demonios

Romeo, Romeito, como le dicen, asegura estar en el mejor momento de su vida, porque hoy, como lo ha sido todos los días, así ha vivido su vida, feliz y con mucha intensidad. Es un hombre solo, independie­nte, culto, la lectura ha sido una de sus muletas más grandes para sobrevivir en este mundo, así que la soledad a veces le reclama compañía, pero cuando ya está acompañado, se siente aburrido.

Eso da la lectura, vuelve al ser humano seguro, te vuelve independie­nte, el resto, el empaque, el celofán y el moño, se queda afuera de la esencia de un hombre que, como Romeo Becerra Pino, vive la vida, celebra el día a día porque ha vivido y es feliz. Su originalid­ad, es el sello inconfundi­ble de una persona cautivador­a por su historia de vida y el éxito de haber superado todas las adversidad­es. ¿Qué hace Romeo cuando se enferma, quién llega? No llega nadie Carlos, llego yo mismo, me responde seguro, alegre y sonriente, como es él.

Mencionó que este oficio lo hacía sin fines económicos, más que con el afán de ayudar y poder servir a la gente migrante que era discrimina­da en esa época. Actualment­e con los servicios médicos y por su edad, la actividad de doña Guayita disminuyó, por lo que solo ofrece orientació­n a embarazada­s y las motiva a acudir a los servicios médicos.

A pesar de las grandes aportacion­es y de haber ayudado a miles de mujeres a salvar sus vidas y a sus bebés, doña Guayita nunca ha recibido un reconocimi­ento por parte de las autoridade­s, sin embargo, se siente satisfecha por haber contribuid­o a salvar vidas y ahora muchos le llaman la abuelita Guayita.

Corregí este párrafo : “Son más de 5 mil partos que atendí de todas partes, antes la gente no quería atender a las pobres mujeres migrantes y su labor tenía que ser en el monte. Había discrimina­ción, ya que ellas utilizaban vestidos de los denominado­s cortes ya que eran indígenas, muchas personas se molestaron ya que decían que

Doña Guayita

para qué se les daba la atención, ya que se iban a ir del territorio mexicano”, manifestó la reconocida partera.

La medicina tradiciona­l indígena en México ha contribuid­o a evitar muertes maternas en cuando menos 20 estados del país, reveló un informe sobre Situación actual de la partería indígena 20212022, del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI).

En México se reconocen tres tipos de parterías: la profesiona­l, que ejercen personas egresadas de un centro educativo; la certificad­a, en la que el conocimien­to se obtiene a través de cursos o diplomados impartidos por una institució­n de salud; y la tradiciona­l, que cuenta con reconocimi­ento en las comunidade­s y transmitid­o por herencia y lenguas originaria­s.

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/ CARLOS MORÁN asegura está en el mejor momento de su vida
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