Salvó la vida a más de 5 mil extranjeras
Doña Guayita dio una esperanza de vida a miles de mujeres y a sus hijos, por lo cual la quieren y reconocen en la región
Ubicada en la zona cafetalera de Cacahoatán, se encuentra la señora Eduarda Díaz, conocida como doña Guayita, quien a sus 93 años de edad ha dado esperanza de vida a miles de mujeres, principalmente migrantes de la zona alta del Soconusco.
A lo largo de su vida doña Guayita ha atendido más de 5 mil partos de mujeres extranjeras, pero con el paso del tiempo también ha sido reconocida por los habitantes de esta región.
La partería es una actividad que durante siglos fue practicada y estudiada por el género femenino debido, en gran medida, a las antiguas restricciones o tabús que la sociedad patriarcal impuso al estudio y atención de la fisiología y las patologías del cuerpo femenino, como el cáncer de mama, la menstruación, el embarazo y el parto, entro otros.
También conocidas en algunas culturas como grandes sanadoras, las parteras contaban, y cuentan pues es un oficio que ha tomado fuerza en nuestros días, con vasta experiencia y conocimiento sobre el embarazo, el trabajo de parto, el puerperio y los cuidados del recién nacido. Incluso también intervenían en situaciones que ponían en riesgo la vida tanto del recién nacido como de la madre.
Los conocimientos de las primeras parteras pasaron de generación en generación, pues quienes asistían los procesos de parto solían ser las abuelas, hermanas y amigas, aunque después sus labores se extendieron a más de una familia. Doña Guayita explica que esta actividad la inició de manera empírica durante la década de los años cincuenta, debido a los actos de discriminación que existían hacia las mujeres migrantes embarazadas que acudían a la pisca del café a esta región.
Dijo que este oficio lo aprendió por la necesidad de ayudar y fue a través de un libro, el cual obtuvo a escondidas, debido a que antes, no permitían que las niñas estudiaran lecturas con contenido de salud sexual. Señaló que para atender a sus pacientes los desafíos eran cada vez mayores, pues eran largas horas de camino, para cruzar parcelas y ríos, a fin de atender a las embarazadas entre cultivos de café en esta región.
Migrantes indígenas,
recibieron su ayuda en su mayoría,
Su motivación no fue económica, sino de ayudar al prójimo