CAPTURADOS Y SENTENCIADOS HISTORIA SIN FIN
Aunque se comprobó el crimen y los culpables recibieron su castigo, no mucho tiempo después idearon la manera de fugarse del antiguo penal de Lecumberri
Yse supo que los dos presuntos homicidas habían abofeteado a Nils como 48 horas antes de asesinarlo con tijeras en su departamento de la colonia Doctores.
Luego de ser detenidos, los jóvenes fueron consignados por el delito de homicidio y las empleadas fueron liberadas porque, efectivamente, no incurrieron en el delito de encubrimiento.
Aunque la historia del asesinato del subgerente del hotel San Fernando concluyó con la captura y sentencia de los responsables, la historia no terminó para los criminales, que en su ansia de libertad los protagonistas idearon disparatados caminos para alcanzar la emancipación...
El martes19 de febrero de 1963, Fernando Lima Hernández -homicida del hotelero Nils Landa- y el ladrón Guillermo Gutiérrez Guzmán -sentenciado a 13 años de cárcel- escaparon a mediodía de la cárcel preventiva de la ciudad (antes Lecumberri, porque ya funcionaba como penitenciaría la de Santa Martha Acatitla) en una de las “fugas más pacíficas e increíbles que se recordaban”.
Los dos reos aprovecharon la transmisión de la obra “El Calavera”, que se difundía por televisión desde la expenitenciaría del Distrito Federal, para cambiar sus ropas de presidiarios y salir tranquilamente por la puerta de visita.
Fernando Lima Hernández y Guillermo Gutiérrez Guzmán se cruzaron en el camino con señoras que llevaban canastas con alimentos para sus parientes y con la sonrisa en los labios hicieron una inclinación de cabeza al guardia que les franqueó la puerta al creer que se trataba de visitantes.
Guillermo ingresó por robo y en prisión se dedicó a la actuación, que le sirvió para hacerse pasar como trabajador de una televisora, “ya terminamos, muchas gracias”, dijeron el actor-recluso y Fernando Lima Hernández al vigilante Pedro Ortega Santacruz.
En aquella época, todavía no se les conocía como “custodios”, sino carceleros y vigilantes. Pedro Ortega Santacruz, quien por supuesta negligencia en el servicio había sido sancionado en 11 ocasiones por la Dirección de Lecumberri, no sospechó que se tratara de reclusos, abrió el portón principal y agitó la mano en señal de despedida a los “técnicos” de televisión.
El policía se percató que los “trabajadores” abordaron una camioneta y partieron con rumbo desconocido, “después nadie salió”, añadió el señor Ortega.
Ortega Santacruz, jefe de servicio; el sargento Adolfo Quiroz Rodríguez y los vigilantes Sebastián Bonilla Torres, Melesio Solórzano Santiago, el comandante Lauro Sánchez Hernández y Adrián Arzate Robles, fueron investigados en relación con la fuga de los reclusos.
El general Carlos Martín del Campo, director de Lecumberri, dijo que los vigilantes “nunca iban a aprender la lección, pues eran descuidados y no entregaban boletas a los visitantes para que las firmaran; dejaban entrar y salir libremente a la gente confiando en aparente identificación a simple vista”.
Y dijo que sobre el escenario del teatro de la cárcel preventiva se reflejaban los rayos de los potentes proyectores de televisión que iluminaban las figuras de varios reos que interpretaban “El Calavera”. Atentos, varios detenidos y las autoridades de la prisión seguían con interés la referida obra.
Mientras tanto dos hombres “escurrían el bulto” al dirigirse después a los baños del teatro y se despojaban de sus uniformes de presidiarios; ellos eran Lima y Gutiérrez. Los dos caminaron luego por largo corredor y se hicieron pasar como “trabajadores de televisión”, para salir del penal a pie y sin prisa. Se creía que alguien les llevó ropa de la calle y la dejó en los sanitarios, escondida y la encontraron mediante alguna clave.
De pronto, alguien gritó que faltaban dos reos: Lima y Gutiérrez; uno encontró los uniformes en el baño y se dijo que era probable la evasión por la puerta oriente. Los investigadores no descartaban la escapatoria en alguno de los 22 vehículos que habían entrado y salido aquel día.
Diez trabajadores habían llegado en tres camiones de Telesistema Mexicano, además de otros vehículos cargados con agua purificada, hielo, alimentos y una “julia” para el transporte de cautivos... No se supo si los fugitivos fueron recapturados.