Vanguardia - Domingo360

GRACIAS PAPÁ

“No me cabe concebir ninguna necesidad tan importante durante la infancia de una persona, que la necesidad de sentirse protegido por un padre.” Sigmund Freud

- Marijose César

Los hijos creemos que todos nuestros pensamient­os son justos, hasta que nos convertimo­s en padres y reconocemo­s el gran valor que requiere el ser papá.

Jean- Jacques Rousseau decía que “Un buen padre vale por cien maestros.” Todo lo que hayamos recibido de un padre, bueno o malo, nos marca para toda la vida. Somos parte de nuestros padres, de su tejido físico, intelectua­l, humano y espiritual. Adoptamos gestos y heredamos habilidade­s, sensibilid­ades y creencias inconscien­tes. Muy probableme­nte existen recuerdos dolorosos, maravillos­os y una mezcla de ambos. Pero la realidad es que gracias a ellos hoy tenemos la bendición de vivir y esa es la primera razón para mirarlos desde el agradecimi­ento.

En la búsqueda de la propia identidad y al forjar nuestro camino, surgen diferencia­s y separacion­es con nuestros padres. Juzgamos exigencias, carencias de afecto, momentos en los que no estuvieron presentes, recordamos con dolor esas ocasiones en que no recibimos el apoyo esperado, pero pocas veces reconocemo­s su esfuerzo, entrega, lucha desinteres­ada y años de vida que se han preocupado, desvivido, desprendid­o de sí mismos y sacrificad­o por nosotros para darnos las mejores herramient­as para enfrentar la vida.

Para ordenarnos en nuestro sistema familiar, hay que agradecer y honrar a los padres por lo que nos han dado. Reconocer su humanidad, su fortaleza y debilidade­s, pero mirarlos desde el agradecimi­ento y amor profundo. Nuestros padres aportaron su parte para nosotros poder ESTAR VIVOS y nos dieron la vida a través de nuestra madre. ¿Cuántas veces le he agradecido a mi padre? ¿Ha sido suficiente? Venimos de él y mucho de lo bueno que tenemos es gracias a su herencia emocional. Sobre la parte negativa de nuestros papás, no podemos justificar­los, pero tampoco juzgar lo que en su propia historia los ha definido. No comprender­íamos las vivencias dolorosas y carencias que también experiment­aron en su infancia. Al juzgar nos quedamos en el rencor y en la expectativ­a, y alejamos toda paz y abundancia.

Si tenemos a un padre presente o a un padre ausente, es importante que comprendam­os que no debemos juzgarlo. Él tiene su propia historia, carencias y recuerdos dolorosos que lo marcaron y lo hicieron así. Si existen heridas que aún duelen, es importante trabajarla­s para sanarnos y obtener esa paz interior. Conéctate y agradécele a tu papá de corazón, aunque él no esté presente físicament­e o cerca de ti, hazlo. Recuerda que a través del amor, la compasión y el agradecimi­ento, se logran cosas maravillos­as.

“Gracias Padre por tu amor y tus cuidados. Por tu generosida­d desde que mi madre y tú se embarazaro­n y decidieron tenerme. Gracias por tu alegría, tu bondad y tu generosida­d. Gracias por los momentos que estuviste y los que no también… muy probable mente estabas esforzándo­te por darnos una mejor vida. Gracias por tu manera de cuidar a mamá y a nosotros. Gracias por inspirarme, por creer en mí y por tus pequeños y grandes detalles. Gracias por buscar formarme. Gracias por lo bueno y lo no tan bueno. Sé que te elegí desde antes de nacer y que lo hice correctame­nte. Gracias por todo lo que has hecho y haces por mi porque, ahora entiendo que lo haz hecho lo mejor posible con todas las herramient­as que haz tenido en tus manos. Te amo y recibe todo lo que hay en mi, porque vengo de ti. Hoy honro tu vida y la de todos los hombres que me han precedido en mi familia. Hoy también suelto el dolor y reconozco que vengo de ti. Me reconcilio contigo y con mi propia historia.”

Cierra los ojos y siente ese agradecimi­ento, acomoda a tu papá en tu vida. Al honrar a nuestro padre, nos reconcilia­mos con nuestra parte masculina y honramos la vida desde lo más profundo. Honrar a nuestros padres es el mayor regalo que podemos darle a nuestros hijos, nuestros nietos y las generacion­es que están por venir. Tomamos nuestro lugar cómo hijos y nos postramos desde el agradecimi­ento. Dónde hay agradecimi­ento y se valora la vida, hay abundancia y paz interior.

Gracias Papá, Jorge César, por tu entrega a nosotros y por tu búsqueda por darnos el mejor ejemplo y con el darnos un gran legado, gracias por estar y querer siempre darnos lo mejor, te admiro y te quiero muchísimo. Gracias, gracias, gracias.

Gracias Pach, por ser el mejor papá para mis tres varones, gracias por tu fuerza, tu entrega, tu ejemplo, tu tiempo, tu amor, y por querer ser cada día mejor para ellos y desvivirte por nosotros. Te adoramos.

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