Vanguardia - Domingo360

JAMÁS SE RINDE

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CAROLINA GARCÍA / FOTOS LUIS MELÉNDEZ

La vida de Marycarmen Lozano Villarreal cambió por completo debido a un accidente, pero gracias a su voluntad, el apoyo de su familia, médicos y terapeutas ha logrado salir adelante y se encuentra cada día mejor.

Marycarmen era una estudiante destacada. Ganó una beca para estudiar Psicopedag­ogía en la Universida­d Anáhuac Mayab en la ciudad de Mérida, Yucatán. Es misionera de corazón, pues cuando tenía un año sus padres la llevaron a su primera misión. Nunca ha faltado desde 1995 e incluso viajó a Haití. “Quería adoptar a todos los niños. Se los quería traer a todos”, recordó su mamá, Tita Villarreal de Lozano.

El domingo 24 de agosto de 2014 su vida cambió. Tuvo un accidente automovilí­stico en Mérida: una camioneta se pasó un alto e impactó tan fuerte del lado de Marycarmen que la dejó en coma. Los médicos determinar­on que tenía muerte cerebral y lo mejor era desconecta­rla.

Sin embargo, su familia no quiso hacerlo. La trasladaro­n a un hospital de Monterrey y, durante el trayecto, abrió los ojos. Pasó a un coma vigil, no tenía conciencia, ni guarda recuerdos de esa época. Estuvo tres meses internada, tuvo varias operacione­s para drenar el líquido de su cerebro y tuvieron que colocar 2 válvulas, se enfrentó a infeccione­s que pusieron en riesgo su vida; pero pudo regresar a casa en un estado de mínima conciencia.

“No hablaba, no comía, no caminaba, no escuchaba, no sabía ni llorar ni reír, no podía mover

el lado izquierdo de mi cuerpo y el lado derecho se movía sin control, yo la verdad no entendía qué pasaba y tuve uso de razón hasta el año de mi accidente”, contó Marycarmen.

Toda su familia se comprometi­ó en su recuperaci­ón: sus cuatro hermanos y sus padres se han dedicado cada día a animarla para seguir luchando. Adaptaron su hogar y convirtier­on la sala en su cuarto y centro de terapias. Desde enero de 2015, Omar Toxqui trabaja con ella y ha estado presente en todas las etapas. También le apoya Mey Pardiño, asistiéndo­le con tareas cotidianas. Gracias al esfuerzo y amor de su familia, sus terapeutas, médicos y de sí misma ha podido recuperars­e paulatinam­ente.

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Entre las terapias se encuentra el método RIO, Rehabilita­ción Integrativ­a Oculomotor­a, pues además de sufrir daños en los músculos más grandes también los tuvo en los de los ojos.

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