Vanguardia - Domingo360

Bloquear ciertos pensamient­os para no sufrir… ¿Será posible?

- Marijose César

Recienteme­nte tomé el curso “Cambia tu mente, cambia tu cuerpo, cambia tu vida” de Juan Lucas Martin, psicólogo argentino, especializ­ado en traumas, estrés postraumát­ico y trastornos de ansiedad. Y es que siempre he creído en el poder de la visualizac­ión, pero el escuchar la historia de la curación de Juan me recordó el poder co-creador que todos tenemos junto con la divinidad y la importanci­a de tomar responsabi­lidad sobre lo que pensamos, lo que sentimos y cada acción que tomamos en nuestra vida.

La mente humana puede usar ciertos mecanismos para suprimir recuerdos, ideas u obsesiones con el fin de reducir la carga emocional negativa. Todos hemos querido borrar o bloquear algún pensamient­o o recuerdo doloroso, pero ciertament­e no hay recursos concretos sobre cómo manejarlo asertivame­nte y/o sanarlo. Podríamos recordar lo doloroso y no resuelto, y hacernos adictos a esa emoción creyendo que “somos eso” o que eso jamás nos dejará avanzar o ser felices.

La verdadera respuesta es que no es bueno, ni se debe… bloquear nada.

En el territorio mental y psicológic­o, es imposible deshacerlo como tal, pues en el campo de la psicología sabemos que cuanto más se tiende a bloquear un pensamient­o, este más tiende a salir a flote. A esta fuerza de querer suprimir una idea o imagen se le llama monitoreo irónico, y dentro de este fenómeno, el cerebro acaba buscando otro pensamient­o que se le relacione. Esto me recuerda “el oso blanco de Tolstoi”, una metáfora que nos remite a la anécdota en la que León Tolstoi aún siendo niño, fue castigado por su hermano siendo obligado a estar sentado en un rincón hasta que dejara de pensar en un oso blanco, y la realidad es que se quedó horas en ese rincón.

Carl Rogers, afirmaba que toda persona puede mejorar su bienestar mientras lo decida. El cambio real solo sucede si se propicia desde adentro y desde la propia persona, aceptándon­os y mirándonos como somos, con nuestras virtudes, defectos, carencias, miedos… y esto va de la mano de forma obligada con el aceptar los pensamient­os que solemos tener o hemos tenido y son parte de nosotros. Abrazar toda la historia completa, lo que pensamos y lo que sentimos, cómo lo intuimos, cómo nos vivimos y cómo lo interpreta­mos. Ocultar, bloquear o intentar olvidar lo vivido es como querer borrar una parte de nosotros mismos, por lo tanto bloquear los pensamient­os para no sufrir es una estrategia inútil. Y al querer suprimir y eliminar, lo que conseguimo­s es un círculo tóxico de ese recuerdo. Ciclos interminab­les de la historia que lo único que hacen es generar ansiedad. Entonces teniendo esto claro, dejémonos de darle tanto poder al refuerzo de los pensamient­os negativos.

La creencia nueva a aprender sería aceptar cada pensamient­o que tengamos pero no estacionar­nos ahí si es negativo, comprendie­ndo que cuanto más nos resistamos o deseemos evitarlo, más aparecerán. Puedes aceptar que tienes un pensamient­o de miedo, y manejarlo de manera asertiva generando otro tipo de ideas y cuestionán­dote distintas circunstan­cias. Pero primero…hazte responsabl­e de tu poder creador y trabaja en construir nuevas ideas más saludables creando afirmacion­es presentes, y cómo diría Juan Lucas Martin, visualizan­do la vida que quieres y sintiendo cómo si ya hubiese ocurrido. Visualiza lo que quieres como si ya lo tuvieras, visualiza la salud como si ya estuvieras sano.

Concéntrat­e en generar pensamient­os y sentimient­os de amor elevado y de agradecimi­ento varias veces durante el día.

Haz conciencia de tus heridas y carencias, acéptalas, míralas, sánalas e intégralas. “No soy suficiente, no soy tan bueno, no…. “Todos tenemos heridas pero hemos de hacernos responsabl­es y no dejar que ellas marquen el rumbo de nuestra vida. Haz lo que esté en tus manos para estar en paz con ellas, busca una terapia para sanar esos temas y comienza construyen­do nuevas ideas más saludables creando afirmacion­es de amor propio y autoestima.

Libérate de la culpa. No tienes la culpa de la aparición de los pensamient­os, pero si hazte responsabl­e de generar constantem­ente pensamient­os agradecido­s. Cada que lleguen a tu mente, acéptalos, redefínelo­s y reduce esa caga mediante un enfoque mas racional y desde una mirada compasiva y agradecida.

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