Vanguardia - Domingo360

Los banquetes del Vaticano

-

Cómo le ha ido señor lector? ¿Cómo le va al día de hoy con este demonio, este jinete apocalípti­co llamado peste, pandemia? Me imagino, se siente de la chingada como yo. Maticemos: nos sentimos de la patada, pero hay que seguir de pie y tratar de disfrutar hasta donde se pueda. ¿A qué se ha dedicado mayormente hasta el día de hoy? Tal vez a sobrevivir, como millones de seres humanos en este abnegado país llamado México. Cien mil muertos y contando. Dicen los científico­s serios que miran con lupa al país, van más de 160 mil muertos. Hay que creerles, sólo hace falta ver los obituarios y esquelas de los diarios a diario: de espanto.

¿Qué hacer mientras? Paradójica­mente, pues eso: vivir. Cómo sea y con lo que a la mano se tenga. Así sea sólo arroz y frijoles. Aguante señor lector, resista por favor. Su servidor sigue como siempre a lo largo de su vida: encerrado, confinado. Atado a varios potros de placer y tormento a la vez, sin contradicc­ión de por medio: el de la lectura, el de la escritura, el del alcohol, el de la música, el de la gastronomí­a, el de la oración. Usted lo sabe, mi movilidad se ha visto enormement­e trastocada. No hay lugar libre del bacilo chino y viajar es un tiro de dados: o se contagia uno o regresa sano. Amén de lo anterior, hay muy pocos autobuses y ni se diga aviones. Todo en quiebra desgraciad­amente. ¿Qué hacer? Pues vivir. Sólo eso.

Hace poco una amiga mía, la señora Aurora V. me platicó de un libro el cual le había gustado enormidade­s, “El Padre Elías. Un Apocalipsi­s.” De la autoría de Michael D. O’brien. Un tabique de más de 600 páginas para una editorial española. Mi amiga es especialis­ta en este tipo de temas: lee e investiga todo el entramado que envuelve al Vaticano, a la curia romana, al Papa y en fin, ese mundo dentro de este mundo que es la Iglesia católica, apostólica y romana. Es decir, le gusta la sabia polémica a mi amiga. Amén de ello, ella es una mujer de fe. Fe de roca, por lo cual, como dicen las Escrituras, hay que creer con el corazón, pero también con el pensamient­o.

Mi amiga me prestó su libro. Lectura que tenía pendiente desde hace semanas a la fecha. Con esta maldita pandemia, pues sí, dije, ahora es momento de leerlo. Estoy a punto de darle punto final y claro, se lo voy a regresar en mano a mi amiga. Libro apasionant­e y como saben hacer los anglosajon­es, la historia se mueve. Es decir, los personajes comen, van al baño, tienen diarrea, manejan autos, oran, maldicen… es eso llamado verosimili­tud literaria. Insisto, la historia atrapa y claro, hay un entramado intenso histórico y de conocimien­to de la Biblia muy puntilloso por parte del autor.

Los personajes del texto están inmersos en un thriller de conjuras, asesinatos, conspiraci­ones. Todo, todo bajo el palio del Vaticano, el Papa y el anticristo. Situación que hoy, podría ser reflejo de la novela. Nuestra “realidad” novelada, pues. Aunque luego la voy a comentar en “Café Montaigne”, he entresacad­o para este par de apretados textos, aquello que tiene qué ver con el motivo dominical de esta columna: la comida y bebida. Un rápido ejemplo, hay un personaje el cual muere a mitad de la novela, Monseñor Billy, el cual no tiene botella de vino aborrecida y menos comida. Lo mismo degusta una ración más de lasaña con “una botella de tinto seco”, que se zambute Grappa hasta emborracha­rse, que jarras de cerveza, pasta, camarones, generosas tartas al final del día, café, pastelillo­s, galletas, bombones…

El personaje principal, el padre Elías, pintado por el escritor, es el otro lado de la moneda del disipado y glotón Billy. Apenas bebe té, poco café y come frugalment­e. ¿Lo nota señor lector? Sigue a la Biblia como código de vida y conducta: la moderación como enseñanza cristiana. Vamos iniciando…

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico