¿Viene una triste y amarga navidad?
Qué le apetece de última cena antes de dejar este mundo estimado lector? Una y otra vez y mientras el mundo exista, es decir, siempre, ciertas preguntas, ciertos comentarios, ciertas muletillas se van a presentar. Varias de estas preguntas perennes son las que usted conoce y salen a la palestra de la conversación una y otra vez: si usted estuviese condenado al cadalso, ¿cuál sería su última comida, su última cena? Imitando claro, aquel convite del maestro Jesucristo antes de ser colgado en su madero en el Monte Calavera (Lucas 22. 1:23).
¿Cuál es entonces su última cena señor lector? Otra pregunta recurrente es aquella, emparentada con la vida de Robinson Crusoe. De usted caer o llegar a una isla desierta, ¿cuál libro se llevaría para leer (no aburrirse) por siempre? Otra pregunta es aquella de: para usted, ¿dónde se encuentra el paraíso? creo recordar, esta pregunta forma parte del famoso “Cuestionario Proust.” En fin que así somos los humanos, pero en el fondo este tipo de preguntas de tertulia de cantina arrojan resultados que ni siquiera imaginamos. Con respecto a la pregunta primigenia aquí lanzada, ancilada ella en el último convite al cual asistió en su vida terrena Jesús, el de Nazaret, a usted ¿que le apetece antes de unirse a la eternidad?
Y la pregunta no es baladí, con la terrible y despiadada pandemia del bacilo chino, todo vino a trastocarse, toda la vida se ha reducido dramáticamente a sobrevivir. Y a días, sólo días en el calendario, para el mundo cristiano llega una gran celebración, las Navidades. La famosa cena de noche buena donde la imagen del maestro Jesucristo recién nacido, acompaña a todos los hogares del mundo católico. Dependiendo del país, de la ciudad y del gobierno, claro, se va a restringir la cena. Desgraciadamente así es y así va a pasar. Es decir, en ciertos países y ciudades, no se van a poder reunir más de 8 personas en las casas particulares. En otros países la regla es de diez personas de una familia. Días difíciles, días largos y dolorosos para todo mundo.
Por todo lo anterior, usted trate de disfrutar al máximo ese día y todos lo días que usted esté sobre la tierra. Viva y disfrute como si fuese su última cena, su último día sobre la tierra. Por destino y azar, hubo una cena de alto calado, la última en la vida de miles de ser humanos. Usted la conoce, imagino hasta conoce