Vanguardia - Domingo360

LA PANDEMIA: ANALOGÍA DE UN EMBARAZO

Hace unas semanas escuché a un padre comentar que la pandemia había comenzado justo en marzo, mes de la anunciació­n, y que este diciembre cumpliríam­os los nueve meses de pandemia, llevando así todo un embarazo durante este tiempo.

- Nayeli Pereznegró­n

Estas palabras me han hecho reflexiona­r mucho, quienes me leen desde hace tiempo saben que me encanta utilizar la palabra “Diosidenci­a” en la mayoría de mis textos, porque así veo todo en nuestra vida. Para mí, absolutame­nte todo lo que pasa es parte de una Diosidenci­a, como el que en este mes estemos por celebrar una Navidad durante pandemia; para mi gusto, una verdadera Navidad. Siempre platico que la Navidad más especial que hemos tenido como familia, fue la última que vivió nuestro hijo Luis Pablo con nosotros, y no fue especial por eso, ya que en ese momento teníamos fe de que él se aliviaría y pasaríamos con él las subsecuent­es, fue especial porque nos dimos cuenta de que no necesitába­mos tanto para vivirla y fue así que la vivimos en el cuarto de un hospital, con platos desechable­s y comida comprada, pero verdaderam­ente agradecido­s por tener a nuestro niño con vida. Ese día nos sentíamos tan dichosos y esa dicha se expresaba con gratitud en cada sonrisa y acto de amor que vivimos durante la cena en el hospital.

Hoy me parece que será una Navidad similar; probableme­nte con poca gente y algunos hasta sin abrazos pero con tantos motivos para agradecer, y si la pandemia nos quitó a algún ser querido, tendremos entonces motivos para recordar, reflexiona­r y así también valorar a los que tenemos. Lo sé porque me ha tocado estar en ambos lados.

¿A quién daremos a luz esta Navidad?

Así como María vivió nueve meses de incertidum­bre pero confiando ciegamente, así hemos vivido nosotros esta pandemia, y sin duda es una oportunida­d para dar a luz a un ser transforma­do. Lo que estamos viviendo tiene que hacernos cambiar, porque si esto no lo hace, nada más lo hará; nueve meses son suficiente­s para formar una nueva vida y traerla al mundo. Reflexione­mos qué vida queremos empezar a vivir junto con la llegada de la Navidad y el Año Nuevo. De una crisis no se debe de salir igual, debe hacernos más fuertes, y una pandemia debe hacernos mucho más sensibles al dolor del mundo, al dolor humano, a las pérdidas, pero también debe hacernos muy agradecido­s. Es el momento ideal para abrir los ojos y mirar las cosas como realmente son y han sido siempre.

Hace un año, el título de mi columna era: “Que este 2020 te caiga el 20”, y hablaba precisamen­te de que estábamos viviendo en un mundo descontrol­ado de informació­n y materialis­mo, que tenía que caernos el veinte de lo que de verdad importaba en la vida. Pues bueno, espero que este momento sea una oportunida­d de hacerlo, de renovarnos, de no ser los mismos, de reinventar­se, de construirs­e y construir un entorno mejor. Primero nosotros, después persona a persona, porque cuando uno logra cambiar desde su interior, ese cambio se refleja y se transmite con algunos de los suyos y empieza a lograrse una cadena de cambios profundos y verdaderos. Esta Navidad tendremos la oportunida­d de vivirla como María y José: no en las situacione­s idóneas, pero con la enorme oportunida­d de ser agradecido­s.

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