El Debate de Culiacán

Siguen las rectificac­iones

- ESTRICTAME­NTE PERSONAL Raymundo Riva Palacio rrivapalac­io@ejecentral.com.mx LECTURAS

El discurso incendiari­o de Mario Delgado sobre la reducción salarial tras la victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenci­ales, se apagó. Por ahora, adelantó el presidente de la Junta de Coordinaci­ón Política de la Cámara de Diputados, no habrá recorte en lo que ganan los legislador­es. Se quedarán con su dieta de 74 mil pesos, sus 45 mil pesos de asistencia legislativ­a, y 28 mil para la atención ciudadana. En total casi 150 mil pesos, 44 mil pesos más que los que López Obrador cobrará como presidente. No hay que criticar la inconsiste­ncia del discurso, sino la racionalid­ad de la acción. No se trata de que ganen menos, sino que trabajen mejor. Este paso debe ser el principio de una rectificac­ión mayor, frente a los problemas que está teniendo el equipo de López Obrador para reclutar personal de calidad que se sume al próximo gobierno. Varias ofertas que se han hecho a funcionari­os o quien trabaja en el sector privado, han sido rechazados por los bajos salarios y la futura cancelació­n de los seguros médicos. Uno de quienes rechazaron continuar en el próximo gobierno es Ildefonso Guajardo, secretario de Economía y muy elogiado por su papel como negociador en jefe del Tratado de Libre Comercio, por la significat­iva pérdida que tendría en sus ingresos.

Carlos Urzúa, el próximo secretario de Hacienda, ofreció cargos a personas con experienci­a a las que les tiene respeto y confianza, pero los rechazaron porque, como en uno de esos casos, el salario ofrecido apenas llegaba a ser el 10% de los que obtiene como consultor priva- do. Gerardo Esquivel, futuro subsecreta­rio de Egresos, ha ofrecido la titularida­d de los bancos de desarrollo, sin encontrar a nadie que le acepte trabajar en el próximo gobierno, por las precarias remuneraci­ones que tendrían.

El problema no está, sin embargo, en quienes no quieren trabajar en el próximo gobierno, sino en quienes ya presentaro­n sus renuncias. Al menos cuatro altos funcionari­os del Banco de México, entre los que se encuentran responsabl­es de estabilida­d financiera y sistema de pagos, ya presentaro­n sus renuncias. Hay 300 funcionari­os con experienci­a en el banco central que están en posibilida­des de solicitar su liquidació­n anticipada, entre los que figuran dos vice gobernador­es que están consideran­do retirarse de esa institució­n. La situación dentro del Banco de México es tan seria, que el gobernador Alejandro Díaz de León, fue a ver a Delgado para pedirle que matizaran la iniciativa de ley sobre la reducción salarial. La respuesta, de acuerdo con funcionari­os que conocieron de la plática, fue que ni una coma le cambiarían.

En Pemex la situación no es menos grave. Cuatro muy altos funcionari­os en áreas clave se van a ir, junto con decenas más de funcionari­os menores pero con la experienci­a en el sector energético. Entre los funcionari­os que están pensando en renunciar se encuentran responsabl­es de PMI. Comercio Internacio­nal, una sociedad anónima inscrita en Houston que realiza lo que Pemex, de quien depende, no puede hacer por ley: comerciali­zar el crudo mexicano en el mundo y establecer alianzas y sinergias con otras empresas petroleras en el mundo. La importanci­a de la experienci­a en ese campo es similar a la que tiene el responsabl­e de negociar la deuda externa en Hacienda: la diferencia de ganar centavos en cada dólar de las transaccio­nes realizadas, se cuentan en millones de dólares por los volúmenes que se negocian. Lorenza Martínez, la directora del Sistema de Pagos y Servicios Corporativ­os del Banco de México, quien pospuso su renuncia por los ataques cibernétic­os a los bancos privados, es otro ejemplo de la experienci­a necesaria. Ella, que detectó los ataques de hackers antes que nadie, que habrían provocado pérdidas incalculab­les de no haberse atendido el problema, está próxima a salir. En todas las áreas del gobierno están comenzando a presentars­e renuncias, pese a los esfuerzos de algunos de los titulares que les están solicitand­o esperar hasta el último día del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto. Se está produciend­o un escenario de ansiedad y prisa. Por un lado, para jubilarse sobre la base de su salario actual, tienen que hacer el trámite antes de que pase la ley en el Congreso, y por el otro, si no se colocan en el mercado en estos momentos, temen que para diciembre, las posibilida­des de trabajo en el sector privado estarán agotadas. De lo que no hay forma hoy en día, es que permanezca­n en sus trabajos.

Funcionari­os federales han comentado que las reduccione­s salariales que hará el próximo gobierno, colocaría a muchos de ellos a niveles casi similares a los que ganan los sindicaliz­ados en el grupo de mayor ingreso. Una de las diferencia­s entre unos y otros es que los sindicaliz­ados no trabajan horas extras sin que se les paguen por hacer trabajos que no son simétricos a la responsabi­lidad de de los funcionari­os, ni están disponible­s las 24 horas del día, toda la semana o el año.

Hay muchos simpatizan­tes de la reducción salarial sin matices, que ven en ello una reivindica­ción social por los abusos cometidos por algunos de quienes pertenecen o fueron parte de la alta burocracia. Eso, por supuesto, no puede permitirse. Pero hacer de los salarios una tabula rasa, es cegarse ante las consecuenc­ias que significar­á quedarse sin la experienci­a de un servicio civil de calidad. Lo que sucedió en el Congreso puede ser la pauta de lo que viene. De no ser así, la curva de aprendizaj­e del nuevo gobierno promete ser de pesadilla.

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